Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Quisiera ser…(pero no se va a poder)

Colmada de cuestionamientos, la obra de este artista es referencia y plataforma conceptual imprescindible para entender el arte contemporáneo cubano

Autor:

Aracelys Bedevia

Desde finales de noviembre las paredes del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) muestran un vacío singular. La emblemática pieza Todo lo que usted necesita es amor (1975) fue descolgada —por primera vez y con carácter excepcional—, de la sala donde permanecía desde hace varias décadas y se muestra, de manera temporal, en un nuevo espacio: el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Ahí el conocido retrato que Flavio le hizo a su colega Zaida del Río, dialoga con un grupo importante de obras creadas por este artista que solo vieron la luz en los años de su realización, que han permanecido desconocidas o que provienen de colecciones privadas o de la personal de Garciandía.

Todo lo que usted necesita es amor (1975).

Ubicado frente a Todo lo que usted necesita... está el otro retrato de Zaida (conocido en ocasiones como Sonata) que Flavio pintó en 1973 y que parte de su etapa fotorrealista (1973-1976). Se encuentran igualmente sus primeras obras expresionistas de la serie El Dorado (1976-1980), donde las fotografías empiezan a ser trastocadas y convertidas en referencias diluidas en abstracciones que dieron origen a Apuntes para un estudio de la conquista (1981). Este le sirvió a Garciandía de Tesis de graduación en el ISA; además de piezas producidas entre 1982 y 1986, las cuales se corresponden con el período de investigación sobre el kitsch y la cultura popular vernáculos.

Especial atención merecen sus bocetos o estudios realizados para las series Refranes y Catálogo de formas malas; sus abstractos y bien conocidos frijoles blancos, negros y colorados que aluden a supuestas visitas a La Habana de figuras cimeras del arte moderno (Malevich, Ryman, Reinhardt), así como su quehacer más reciente. Todo ello como parte de la exposición Quisiera ser Wifredo Lam... (pero no se va a poder), la cual constituye una selección precisa y actualizada de pinturas, dibujos, instalaciones, videos..., que son claves para entender la carrera de este creador, con el que ahora conversamos.

—¿Cómo define su relación con Todo lo que usted necesita es amor?

—Una relación un poco contradictoria. Me resulta molesto que la mayoría de las personas me identifiquen con ese cuadro. La exposición que ahora exhibo en el Lam permite ver el desarrollo de mi obra a partir de esa pieza, que resultó importante en su momento, pero que unas veces me parece bien y otras regular.

—¿Hasta qué punto ha influido en su obra la incursión en diferentes lenguajes y la apropiación de códigos de diversa procedencia estética?

—No es que sea una influencia. Es casi un modo de operar en todo mi quehacer, que ha estado marcado por diversas inquietudes en distintos períodos, a partir de una curiosidad por múltiples estéticas y fenómenos culturales. Por eso mi exposición parece una muestra de varios artistas.

«Lo normal es que cuando se encuentre un estilo uno se quede en él. Pero no. El estilo es el catalizador de una identidad particular de un artista que se expresa a través de medios formales y estéticos. Pero a veces resulta una camisa de fuerza, porque si el creador llegara a aburrirse de su obra puede ser una limitante para explorar en distintos terrenos».

—Hay en sus creaciones una especie de homenaje a referentes paradigmáticos dentro de la plástica, con los que establece un continuo diálogo. De ellos, ¿cuál o cuáles influyeron más en su formación?

—Es muy difícil definir influencias en particular. Podría mencionarte una larga lista de artistas que han sido influencia e inspiración en cierta forma. Lo que sí pienso que es característico en las últimas etapas de mi trabajo es que este tipo de homenajes se dan a partir de situaciones humorísticas que yo creo. El título de la exposición es un homenaje a Lam, chistoso, como si fuera posible encarnar a otro artista. Siempre hay en mi obra una referencia a otros artistas con los que he establecido una especie de diálogo creativo.

—¿Qué lo hace conformar series en lugar de cuadros individuales?

—Las series enmarcan preocupaciones de cierto momento y cómo estas se van desarrollando a partir de un marco de ideas y propuestas. Ayudan a desarrollar una idea, aunque cada cuadro en sí mismo es algo completo que sugiere una evolución de lo que viene después. Normalmente mi obra se estructura en series, pero no es un propósito particular, sino algo natural en todo lo que hago.

Tropicalia I.

—Se dice que su obra evolucionó hacia la abstracción. Sin embargo, veo mucho de figurativo en Quisiera ser Wifredo Lam… ¿Se puede hablar de una vuelta hacia esa última tendencia?

—Sí. Me ha interesado la abstracción en el sentido de que es más abierta a las interpretaciones y múltiples sentidos. Pero en este momento mi obra es un poco más figurativa dentro de una ambigüedad de abstracción. En cierto modo casi toda la pintura es figurativa (así sean figuras abstractas).

«No me siento encapsulado en la abstracción, la figuración ni nada. Manejo el lenguaje según los intereses y por donde vaya el discurso, y trato de que mi obra sea lo más abierta a cualquier tipo de motivación».

—¿Por qué le presta tanta importancia al título?

—Porque en mi caso es una especie de modus operandi. El título crea un marco de referencia para mis intenciones. Es una manera de enfatizar la intencionalidad de la obra y de crear sentidos paralelos que se complementan. A veces él viene primero y otras el cuadro. A veces hago un listado de títulos y los caso con un cuadro. Pero no tiene que haber una relación de causa y consecuencia. En ocasiones me cuesta más el título que pintar el cuadro.

—¿Existe alguna relación entre la muestra que ocupa ahora el Wifredo Lam y la exposición Iba a decir algo muy importante (…pero ya se me olvidó) que presentó en la galería Villa Manuela, de la Uneac, en los últimos días de diciembre de 2010?

—Básicamente ese modo humorístico y desapegado que tengo con mis propios paradigmas. A veces es una burla de mí mismo como artista. Casi nada es tan importante que merezca decirse, por eso el título.

«Me gusta esa manera mexicana de decir que “no se va a poder”. La pretensión de querer ser otra persona es en principio tonta, es mi manera un poco chistosa de hacer un homenaje a Lam en el contexto de una exposición que tiene lugar en el centro que lleva su nombre».

—¿Por qué le gusta ser pintor? ¿Qué es lo que más disfruta de serlo?

—Me gusta todo de ser pintor. Mi madre me llevó de niño al estudio de Loló Soldevilla y mi tío Pedro de Oraá. Nunca he querido ser otra cosa que pintor. La pintura es el contenido, el principio y fin de todo mi trabajo, la historia de la pintura. Es uno de los oficios más extraños de la tierra dedicarse a poner pigmentos sobre una superficie. Ver las obras en esta exposición me crea un extrañamiento peculiar. Es como si no las hubiera pintado y me asombran las soluciones.

—¿Por qué incluye como parte de su muestra en el Lam el libro antológico Yo insulté a Flavio Garciandía en La Habana?

—El libro fue editado hace seis años. No es exhaustivo, pero complementa la exposición. Soy yo, es mi vida, es un vínculo indisoluble porque es todo mi trabajo. No se puede separar una cosa de la otra.

—Por qué en todas sus exposiciones le acompaña su declaración de principios —por llamar de algún modo al pliego con los deberes y derechos del creador que siempre entrega?

—La incluí en una muestra que hice hace varios años en la galería Habana. Eran 31 obras y los títulos hacían referencia a esos derechos del artista y después le agregué 31 deberes. Es mi posición frente al arte. Es como si lo dijera una entidad artista y no yo. Es como decir esto soy yo como artista o todo lo contrario.

—¿Se podría hablar de algún cambio sustantivo en su línea de creación en relación con las muestras anteriores?

—Esta (la del Lam) tiene la particularidad de que es antológica y magníficamente curada por Cristina Vives. Eso le da un carácter distinto a las anteriores. En la última sala encontramos obras muy nuevas en las que hay una cierta referencia al surrealismo. Las he dejado fluir sin demasiada conceptualización y están saliendo las cosas bastante extrañas.

«Aparece un cuadro clave de dimensiones bastante grandes que es una referencia obvia a El tercer mundo, de Lam, que se halla en Bellas Artes. No hay ningún elemento estilístico que lo relacione con Lam, pero igual hay referencia a ese cuadro y lo titulo El cuarto mundo (el que está entre el 3ro. y el 5to.).

«La exposición cierra con una frase que dije en 2010 y que está en el plegable de esa muestra, porque es como decir: todavía no soy grande, todavía no he empezado. Es otra broma, de hecho. Es pura fanfarronada, porque aunque no estoy al final del camino, tampoco estoy empezando».

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