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Havana D’ Primera: por arriba del mambo

Poesía urbana con montuno raigal es la fórmula de esta orquesta, que irrumpió en el panorama musical insular con una fuerza telúrica

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Alexander Abreu completó una banda de ruptura, que marca pauta en el género que defiende. Eran músicos de sesión (de estudio de grabación), con pericia en su trabajo y demasiado perfeccionistas. Los juntó a todos y creó, hace siete años, Havana D’ Primera, una orquesta que cuando suena nos recuerda cuán saludable está la música popular cubana.

Trompetista experimentado, Abreu asegura que lo visto en el escenario es el resultado «del criterio de 15 hombres experimentados y con una amplia visión de los términos que hoy tienen en cuenta los bailadores. Lo otro es la mezcla de los estilos que nos caracterizan, saber cómo añadir ingredientes a esta sopa. La tercera parte es Cuba, es la sensibilidad de los cubanos, lo que vivimos día a día, el sentir de cada uno de nosotros nos ayuda mucho».

Sacado por solo 40 minutos de los Estudios Abdala, Alexander reveló a Juventud Rebelde sus motivaciones para sintetizar, en breves minutos, esa cotidianidad que lo rodea y que se ha visto reflejada en los dos fonogramas de la agrupación, así como en La vuelta al mundo, el más reciente, que ya pronto será puesto a consideración de los bailadores.

Prefiero hacer un mapa melódico para guiar a mi entrevistado, un «plano» que permita caminar «por arriba del mambo» de Havana D’ Primera, como suele decir Abreu en cada canción. Siento que el álbum debut, Haciendo historia (Egrem), marcó por sus textos y manera de presentar la música popular bailable. ¿Parece que ese disco regresa a la década de 1990, aquella época de efervescencia del género?, le pregunto.

Alexander quiso recordar qué hizo en ese decenio. Sí, trabajó con Paulo FG, desde 1994 hasta los 2000. FG es uno de los puntales del movimiento de la timba y a quien Abreu considera «un patrón a seguir porque había mucha poesía en sus letras y también ponía el argot popular en su música de aquellos tiempos.

«Eso fue lo que aprendí. Se puede hacer poesía urbana —que para nada son textos rebuscados— y en dependencia de cómo lo digas, tiene la fuerza. Hay quien prefiere decir: “Mami, estás buena cantidad”, y yo prefiero: “Me gustas mucho”. Ese fue el propósito del disco Haciendo historia».

—¿Hubo otras motivaciones para hacer historia en este momento que vive el género? ¿El CD sirvió de palanca para luego presentar Pasaporte (Producciones Colibrí)?

—Muchas personas me preguntaron: “¿Por qué hacer historia si es el primer álbum?”. Les dije: “Bueno, está la historia de la música cubana plasmada en el CD”. Hay son montuno, ritmos que te llevan a otros tiempos y ahí es donde está la historia del fonograma. La música está en otra etapa. Todo el mundo está buscando qué va a hacer, están un poco desvirtuados con el fenómeno del reguetón. Ello me llevó a hacer este trabajo.

«Defiendo lo que pase con los reguetoneros porque hacer que 11 millones de cubanos y más se identifiquen con ellos, es una labor difícil. Tienen su público y nosotros también. Pero en la música popular los creadores están en una etapa de sueño, así como los seguidores. No ha habido muchas cosas en exposición aunque a raíz de la salida de Havana D’ Primera, ha habido un despertar. Así lo creo y así lo dijo en una entrevista el maestro Juan Formell.

«Y hay muchas personas que igualmente están tomando esta parte de la poesía urbana para expresarse, aunque todavía hay hostilidad en la música de hoy. En vez de crear existe agresividad en algunos textos y se incita a cosas negativas. Debemos trabajar para que sea todo lo contrario. Esta es una sonoridad agradable y lejos de hacer sentir hostilidad con esta tendencia, se debe sacar lo positivo».

—El sencillo Pasaporte generó polémica. ¿Qué quiso decir realmente Alexander Abreu en él?

—Los creadores tienen una manera de decir las cosas. A mí me gusta ser, en parte, un poco abstracto y que todo tenga un significado más abierto para que pueda caminar el mundo entero. Realmente el sentido más fuerte lo da la persona que escucha.

«El simple hecho de decir pasaporte en Cuba trajo cierta timidez y cuando salió el videoclip del tema no lo pusieron en la televisión. Desconozco las razones».

—¿Dejaron de poner el videoclip o la canción?

—El videoclip. El tema no. Hubo varias emisoras que no lo pusieron. Cuando hice la canción era casi imposible tener un pasaporte, y estaba el permiso de salida... Luego salió el videoclip y no lo pusieron en la televisión. El disco Pasaporte tiene el Premio Cubadisco y según la disquera, nadie llamó para reprobar alguno de los temas.

Uno de los textos de las piezas de ese disco, titulado El paso de la bailarina, tuvo otras interpretaciones diferentes a las que, manifiesta, inspiraron al autor, nunca relacionadas con los cannabimiméticos —narcóticos comúnmente conocidos como «las bailarinas» y de las que publicamos un extenso reportaje en este diario en mayo de 2013—.  Alexander Abreu afirma que realmente se inspiró en las escuelas de baile existentes en el mundo y recreó ese ambiente. «Todos los términos del tema son solo para estimular el baile y el resultado lo tuvo. Me enamoré de una bailarina es su esencia.

«Es increíble que cuando sales de Cuba, te das cuenta de que los maestros de baile están haciendo un trabajo tan grande que ya se baila más fuera de la Isla que dentro. Existen más lugares donde bailar salsa. Hay congregaciones donde se defiende, se escucha nuestra música y repercute en esas “academias”.

«Y El paso de la bailarina es un número que le ha dado la vuelta al mundo y las escuelas de baile en el planeta han tomado la canción como un himno y se han montado coreografías. En Estados Unidos es uno de los temas de la música cubana que más se ha escuchado, en Europa ha estado en el Top Ten (lista de éxitos del Viejo Continente), compitiendo con otros de talla internacional. Está hecho desde aquí y caminó bastante».

Abreu asegura que el disco ha tenido «buena aceptación y ha sido uno de los más bailados».

—Noté que te lamentabas al hablar de un mayor número de espacios para bailar en otras partes del mundo que en la Isla. ¿Es que hay una diferencia marcada entre las décadas de 1990 y la actual?

—En los años 90, el movimiento de la timba era como lo es el reguetón ahora. Todos los espacios estaban ocupados por el son. Antes se bailaba en el Palacio de la Salsa, en la Cecilia, en el Tun Tun, en el Neptuno, en la piscina del Hotel Presidente... Yo trabajaba con Paulo FG en aquella época y había miles de lugares.

—¿Iban con frecuencia a los barrios?

—Era también fácil hacer giras nacionales y por los barrios. La infraestructura actual hace que sea casi imposible hacer un periplo por los vecindarios. ¿Por qué razón? Primero, la parte económica es difícil. Cuando digo esto es porque llevo siete años con mi orquesta y tengo que rentar un audio a un particular para hacer un concierto. Aunque aprovecho para decir que cuando salió Havana D’ Primera, el viceministro de Cultura, Abel Acosta, nos dio todo el apoyo que tuvo en sus manos y sigue haciéndolo. Pero lo del audio son cosas que pasan.

«El pasado 30 de septiembre fue la primera vez que actuamos en Santiago de Cuba y las razones por las que no lo hicimos antes fue por el transporte, que es imposible. Y cuando vas a buscar una gira nacional, están por la libreta, como digo yo. En los años 90 era mucho más fácil. Pero además, no hay lugares en La Habana para bailar. Yo creo que el único es el 1830. Debe haber un espacio donde las personas que aman la música popular digan: “Hoy voy a bailar”».

—Existen. Está, por ejemplo, el Salón Rosado de la Tropical.

—La Tropical, pero ya ni ahí. Tiene este espacio en su programación a orquestas soneras, pero no es completamente la salsa la música que se poncha mientras se espera para bailar. Estamos peleando con las manos amaradas, como se dice. Tener un resultado, hoy por hoy, como están las cosas, es decir, ir ahora mismo y decir: «Voy a hacer un concierto para el pueblo en Jesús María y voy a poner una tarima»... Sin tener las condiciones, es casi imposible lograrlo.

—¿Qué propondrías para revertir la situación?

—Es algo bien difícil. Son varias orquestas en Cuba con el mismo problema.

Abreu estimó que actuaciones como la de Santiago de Cuba puedan en un futuro promover una gira nacional de la orquesta. «Sí, sí, yo quisiera. Para ser sincero ha sido más fácil para Havana D’ Primera darle la vuelta al mundo y tocar en Japón, que ir a Santiago de Cuba».

—Y ahora que hablas de darle la vuelta al mundo, ¿no hay un álbum gestándose por ahí con ese mismo nombre?

—Es lo que estamos grabando en los Estudios Abdala. Ya tenemos 12 temas y voy a dejar diez. Es un álbum muy bonito, tiene letras preciosas. Tengo dos compositores más, además de mí: un Dj muy famoso que se hace llamar Willie de Cuba —hicimos una canción hace un año y a mí me gustó mucho—; y Osmany Espinosa, del cual incluiré una pieza que transformé un poco. Es un muchacho muy talentoso».

La vuelta al mundo, según el líder de Havana D’ Primera, es una mezcla de los dos discos anteriores, en él se ofrece una mirada hacia la Cuba actual y está dedicado completamente a nuestro exigente bailador cubano. Tentativamente la placa estará lista para estos meses de inicios de año.

—Eres trompetista de formación académica, pero te gusta cantar. ¿Has percibido algún comentario adverso a esta dualidad de profesiones?

—Desde que empecé a cantar, tuve el ataque serio de mucha gente, incluso de figuras de la música cubana que lo criticaron con mucha fuerza. Pero la única razón por la que aún lo sigo haciendo es porque hago mi música para el público y es el único que no me ha criticado.

«Cada vez que salgo a la calle recibo muchos criterios positivos y las personas se identifican con Havana D’ Primera. He logrado mover corazones y hacer que muchos cambien su manera de pensar, de ir por la vida, y eso es lo más importante. Realmente cantar no fue lo que estudié, pero se me dio la posibilidad de decir mediante mis canciones qué tan feliz soy, cómo me gusta tratar a la mujer, y qué creo de la vida y de mi país. Pienso que el que me escucha, lo agradece».

El artista desmiente que haya dejado a un lado la trompeta. «Muchos piensan eso, pero no es así. Simplemente hace siete años que tengo la orquesta y eso hace que esté en una vidriera. Sigo tocando la trompeta y grabando, quizá más que antes. Lo que pasa es que antes de Havana D’ Primera, era un músico de sesión. ¿Dónde me pueden ver tocando la trompeta? Si revisan los créditos de los discos de música cubana, en el 90 por ciento me van a ver».

—Formell decía en estas páginas hace algunos años que no veía un relevo serio en el género. Havana D’ Primera irrumpió con mucha fuerza en la escena sonora de la Isla. ¿Qué te parecen estas impresiones del hombre que revolucionó el género que defiendes?

—Lo que dijo el maestro Juan (Formell) es una responsabilidad bien grande que voy a llevar con mucha dignidad y fuerza hasta el resto de mis días.

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