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Literatura con vida «propia»

Trabajan con el libro día en día, buscando cada vez el camino más cercano para llegar a la meta: el lector. Eso hacen el diseñador Naskicet Domínguez Pérez y el escritor Yunier Riquenes García, creadores de Claustrofobias, un proyecto de promociones literarias

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

El segundo día de enero de 2012, bajo la tutela de Naskicet Domínguez Pérez, diseñador, especialista de mercadotecnia, además de realizador audiovisual, lector empedernido y coleccionista de revistas y libros, y del escritor y promotor Yunier Riquenes García, nació Claustrofobias, en Santiago de Cuba.

Se trata de un proyecto de promociones literarias cuyos creadores, amantes fervientes del libro y la literatura, no inventan nada nuevo bajo el Sol, ni cuestionan la forma de hacer de los otros. Ellos solo se ha propuesto mostrar su manera de llevar adelante los desafíos que se han impuesto, apoyados en las viejas teorías de la promoción cultural, los públicos y el consumo.

Por esa razón —explican ambos a JR—, se adentran sin descanso en la mercadotecnia y el periodismo. Confían en el estudio constante y en la superación. «El trabajo con el libro debe ir de día en día, buscando cada vez el camino más cercano para llegar a la meta: el lector», sostiene Naskicet, y lo que está sucediendo ahora mismo en La Cabaña, durante esta 24 Feria Internacional del Libro, evidencia que estos muchachos tienen claridad meridiana en cuanto a lo que persiguen.

No olvida Naskicet cuando se le acercó a Yunier y le dijo: Aquí tienes un sitio web para que promociones tus libros. «Después comencé a conocer el mundo de los escritores en Cuba y la frase cambió: “No podemos ser egoístas, desde hoy debe ser el espacio de los escritores cubanos”», cuenta.

Sin embargo, Claustrofobias no se ha quedado en el espacio digital, sino que ha ido extendiendo su alcance y sus maneras de acercarse a los demás. «Desde la Feria en Santiago de 2013, rememora Yunier, nos lanzamos a la aventura de crear un boletín impreso diario para darle cobertura a todo lo que ocurría durante el evento. Quienes no tenían Internet debían saber igualmente lo que sucedía en el mundo libro, así que iniciamos las suscripciones para toda Cuba».

Ello explica, según apunta Naskicet, que en la actualidad cuenten con más de 400 suscriptores, «quienes reclaman cada mes el sobre con el boletín, promociones, convocatorias en las que siempre están presentes sellos como Ediciones La Luz, de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín... Y estos viajan por correo postal de una punta de la Isla a otra, y sobre todo a las bibliotecas provinciales. Allí llega cada mes nuestro quehacer».

Pasa así porque el manifiesto de estos jóvenes es martiano. Riquenes enseguida argumenta lo que quieren decir: «La mejor manera de decir, es hacer, sostenemos eso en la práctica, unido al respeto del criterio del otro. Claustrofobias tiene este nombre porque expresa nuestro temor a los espacios cerrados de la mente, es un «no» a la inmovilidad, a los esquematismos».

Naskicet, por su parte, está convencido de que «es posible fundar desde el trabajo, que debe ser posible lograr cualquier sueño si te esfuerzas, si pones el empeño. Estudiamos mucho y dormimos poco. Si hacemos, podemos equivocarnos. Trabajar desde Cuba para los cubanos es posible, todavía creemos en eso.

«Este proyecto, que enseguida encontró el abrazo de la AHS, surgió por necesidad nuestra, queremos que el libro, los escritores, los personajes tengan vida propia, que la gente pueda enterarse de las novedades, de los espacios donde se presenta un libro o se habla de ellos, o que la gente conozca un título muy viejo que es hoy muy “nuevo”», enfatiza Domínguez. Entonces Riquenes acota:

«Para eso es importante integrar, trazar estrategias sistemáticas, desde los medios más tradicionales hasta los más novedosos. Se torna imprescindible aprovecharlo todo para enamorar y conquistar. Hacia eso vamos».

En el caso de Claustrofobias, un boletín tradicional, de papel, se suma al digital que puede encontrarse en su página web, porque tanto el uno como el otro entienden que la misma información debe circular en diferentes formas y soportes. Nada desestiman. Tan importante es entrar a la radio —insisten—, que salir en un spot o en una historieta o en un tráiler; en un corto de ficción o en una película. Eso sin olvidar, señalan, que mediante las redes sociales se puede dar a conocer con mucha eficacia la aparición de un libro o un texto para discutir y conocer.

El diseño de Claustrofobias es responsabilidad de Naskicet (derecha).

De hecho, Naskicet repite reiteradamente que a las nuevas tecnologías hay que acercarse sin miedo, pues ayudan y mejoran el trabajo. «Las librerías en el mundo, por ejemplo, han cambiado como espacios físicos. Cuba llegará también a eso. La información viene y va desde Internet: la promoción, comercialización, distribución. No significa que el libro impreso “matará” al digital, significa que conviven, por lo menos ahora. Llevamos tiempo buscando modos nuevos, un año pasa y nos quedamos con la experiencia y volvemos. Se conversa con libreros, escritores, lectores, investigadores, periodistas…».

¿Cómo se expresa todo lo anterior en la práctica? Un ejemplo fehaciente se halla en la biblioteca digital X aniversario que se realizó de conjunto con la Brigada de Instructores de Arte José Martí. «Un sueño que teníamos de hacer llegar a las escuelas del país una multimedia con libros clasificados. Libros para consultas y lecturas. Trabajamos con información clasificada para los usuarios, para hacerle la vida más fácil también con una red Wi-Fi para compartir informaciones», ejemplifica el autor de títulos como Los cuernos de la Luna y Quién cuidará los perros.

La palabra la toma Naskicet, quien destaca la participación de Claustrofobias en esta 24 Feria:

«Para la ocasión preparamos el videoperfil Olguita, la historia de la historiadora, además del volumen digital En el hondón de la tierra cubana, tres conversaciones con Olga Portuondo, a quien está dedicada la presente edición, junto a Leonardo Acosta.

«Por estos días, con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz y el interés del Instituto Cubano del Libro, hemos estado en la sala de prensa que se ha organizado en la Fortaleza de la Cabaña. Por allí han pasado varios autores cubanos y extranjeros, quienes han convertido el libro en noticias que pueden ser consultadas ahora y después en la dirección electrónica www.claustrofobias.com, donde también pueden descargarse todos los boletines, además del texto digital de la Portuondo».

Lo fundamental, resalta Yunier, es que «la labor con los autores y colaboradores no termina con la Feria, por el contrario, culminando ella inicia otro período de trabajo».

—Naskicet, ¿cómo surgió esta pasión por los libros? ¿Cuál es la fórmula secreta de Claustrofobias?

—Soy lector desde los cuatro años. Antes de entrar a la escuela. Creo que he estado rodeado de libros desde siempre. Encontrar a Yunier fue grandioso, porque estamos hablando de un escritor y promotor por naturaleza. Yo no escribo, y quizá esa sea la fórmula secreta de Claustrofobias: la unión de un lector, un escritor y, claro, el trabajo continuo.

—Yunier, ¿algún título tuyo en esta FIL?

—Sí, aquí en La Habana estoy con mi libro La espalda marcada, por Letras Cubanas, aunque este año mi mayor esfuerzo ha estado concentrado en la literatura, en función de la promoción, pues me he propuesto que muchos conozcan lo que acontece con nuestros autores.

«La espalda marcada cuenta las historias de personajes, cuyas vidas son transformadas por algo muy pequeño; personajes presionados por un contexto imaginario. En estas historias siempre está presente la búsqueda del sueño irrealizado, desde lo individual.

«En Santiago aparecerá Las formas del amor, un libro para niños, publicado por Ediciones Santiago, aquí sigue siendo el amor esa fuerza que mueve el mundo. Es un libro que me hace muy feliz, pues es muy hermoso como objeto».

Al final de esta conversación los interrogo a los dos: ¿Cómo se construye un lector? ¿Cómo se educa? Y la respuesta que me dan es sencilla y difícil, pero convence: «¡Acompañándolo!».

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