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Omara: filin y cubanía

A la novia del filin le queda aún mucho por hacer, y lo subraya en en el documental Omara: Cuba, de Lester Hamlet

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Mística, terrenal, intensa, Omara Portuondo emociona con Vuela pena, la pieza de Amaury Pérez. Las imágenes están filmadas a la «antigua» —en blanco y negro—, y como fondo: uno de los interiores del hotel Habana Libre de La Habana. La novia del filin deja brotar esas cualidades histriónicas que suma a sus interpretaciones. El tema es un éxito en su extenso repertorio...

La artista, nacida en la capital en 1930, ha brillado en los escenarios del mundo y de su entrañable Isla. Es una cantante de gran tesitura, imposible de enmarcar en un solo género musical. Sencillamente le queda mucho por hacer y lo subraya en el documental Omara: Cuba, de Lester Hamlet, donde se recoge la escena del Habana Libre, así como aquella que la reencontró con Elena Burke y Moraima Secada, en Amigas, el ya mítico tema de Alberto Vera; o esa otra, estremecedora, en la que interpreta Silencio junto a Ibrahim Ferrer...

Hamlet es un experimentado realizador de audiovisuales, que tiene en su haber importantes DVD realizados a grandes voces de nuestra escena musical —solo recordemos dos de ellos: Estaciones, de Ivette Cepeda, y Mi voz, de Argelia Fragoso. Allí no deja el director a la deriva el papel promocional de ambos materiales, sin embargo, los aprovecha para captar en sus secuencias gestos, close up de las cantantes, momentos en los que las protagonistas se desdoblan y se salen de sus comunes rutinas en el escenario.

Todo conocimiento o experiencia previa sirvió de acicate a Lester en Omara: Cuba, proyecto que le tomó tres años culminar y el primero que realiza en el género documental. La visión del Hamlet cineasta sintetiza, en una hora y 24 minutos, esa intensa vida de la Portuondo, y de la que han ocupado espacios significativos el cuarteto las D’Aida, el Buena Vista Social Club y su carrera en solitario. Pero no verán los espectadores una simple sucesión de imágenes cronológicas o el detalle de un instante glorioso de la artista, Lester fue ambicioso al develar quién es la cantante en otros escenarios y desmarcó su cinta del docudrama de 26 minutos, titulado Omara y que Fernando Pérez hiciera en 1983.

Lester compartió secretos en la pantalla grande para salirse de la mera puesta cinematográfica y dibujar también a esa desconocida Omara Portuondo cotidiana. Su acierto ha sido contarlo desde la emotividad y la gracia natural que habita en la piel de la intérprete, y desde la mirada de personas que la visualizan como ser humano. Para ello contó con la inestimable ayuda de Mabel Olalde, con quien comparte la coautoría del guión.

Sin saturar en el uso de las entrevistas, el binomio Hamlet-Olalde se vale de las valoraciones de los músicos Chucho Valdés, Pablo Milanés, José María Vitier, Amaury Pérez y Teté García Caturla; del coreógrafo Santiago Alfonso, del cineasta Fernando Pérez y del historiador Eusebio Leal, entre otros. Igualmente aparecen dos argumentos inestimables: los de Luis Carbonell y Ángel Díaz, recopilados por Lester mucho antes de tener la idea de hacer este audiovisual.

No queda fuera de ese recuento la incursión de Omara en el séptimo arte. Las imágenes dejan constancia de su Mercedes Ayala en la Cecilia, de Humberto Solás; o del papel de Mariana Grajales, en Baraguá, de José Massip. Este último personaje la retó de tal modo que, como confesó, lo dio todo en la actuación porque la madre de los Maceo fue «una mujer que es Patria».

En Omara: Cuba trasciende la animación como un original recurso dramatúrgico para contar parte de la infancia de la protagonista, su relación con sus padres y con ese primer entorno, el que la vio nacer. En ello estuvieron imbricados Albert Zayas y Jesús Rubio.

Hay, en fin, un equilibrio entre el material de archivo y las entrevistas hechas para el documental, trabajo que merece un reconocimiento no solo para el director sino también para Adrián García, su editor. Sí se extraña en esa apretada síntesis de Hamlet la relación de la Portuondo con Juan Formell, de quien la cantante inmortalizara Tal vez (que solo aparece como un detalle en el documental). Precisamente Omara y Elena Burke fueron dos de las voces que dieron a conocer ese otro repertorio más íntimo del líder de los Van Van.

Omara: Cuba contó con el auspicio de la oficina Producciones Portuondo y Producciones Colibrí, la misma disquera que auspició el documental Digna Guerra, de Marcel Beltrán, y próximamente presentará otro dedicado a Chucho Valdés, dirigido por Ángel Alderete.

Con un concepto fílmico que maneja con acierto la cubanía que lleva dentro una de las voces esenciales en la escena musical de los últimos 60 años en la Isla, Hamlet y su equipo reflejaron esa excepcionalidad de la artista desde todas las aristas posibles y ese es un mensaje claro, evidente, logrado.

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