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Cuba me robó el corazón

La gran diva búlgara Yordanka Hristova actuará en la Casa del Alba Cultural de La Habana, el sábado 28, a las 7:00 p.m

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Fue en 1967 cuando la gran diva búlgara Yordanka Hristova pisó tierra cubana por primera vez. Entonces, no solo la impresionó la increíble naturaleza de esta Isla, sino, sobre todo, su gente y «el arte que los habita, que se siente enseguida, lo mismo cuando cantan o bailan que cuando te enfrentas a una pintura o lees un poema o una novela... El arte los posee a todos ustedes, y eso los hace muy especial.

«Me acabo de enterar que, según un estudio, un 72 por ciento de los genes de los cubanos proviene de ancestros europeos, un 20 de africanos y un ocho de los primeros habitantes que encontraron los españoles al llegar a la Isla. Sea verdad o no, yo lo que puedo decir es que la mezcla es fabulosa. Por ello me enamoré de este país, pero también recibí el amor. Cuba me robó el corazón».

—Entonces, en el 2017 hará medio siglo de ese encuentro...

—Pues sí. En este febrero se cumplieron 48 años de mi primera visita a Cuba, de una historia recíproca de amor entre el pueblo cubano y yo, de un hechizo que no se puede explicar con pocas palabras. Ya sabemos que el amor aparece o no aparece, pero a mí me halló enseguida. Primero estuve aquí con la Orquesta Sofía, invitados por la Alcaldía de La Habana, y ese mismo año, Maritza Alonso, una empresaria de la época, me convidó a participar en el I Festival Internacional de Varadero. En cuanto me conoció ella predijo: «Tú serás fantástica para Cuba», y no le faltó razón.

«De regreso a mi país me puse de acuerdo con la Orquesta Balkantón, y buscamos otros cantantes: Biser Kirov y las dos Margaritas: la Radinska y la Dimitrova. Y la verdad fue que triunfamos en el I Festival de Varadero, que nos recibió con los brazos abiertos. Después emprendimos una gira por la Isla, cantamos en Tropicana, en el Capri... En el 69 volví con Emil Dimitrov, y luego en el 70...»

—Llegó un momento en que estar en Cuba era como estar en casa...

—Cuba se convirtió en mi segundo hogar. Ya no podía estar sin este calor, sin la sincera amistad que desde el principio y hasta el sol de hoy me profesaron amigos como Eva Rodríguez, Tony Taño, Omara Portuondo, Chucho Valdés, Bobby Carcassés... tantos... Los llamo a cada rato y me da tremenda alegría tenerlos cerca.

—Nos trajo la música búlgara, pero igual bebió de nuestros géneros y ritmos...

—No podía ocurrir de otro modo, y es que la música cubana es fascinante, juega con la armonía, la melodía, el ritmo, para así conquistar a quien la escucha. La tradicional es fantástica, con esos bolerones que les cantan al amor y al desamor; la trova... ¿Y la salsa de dónde viene? Nadie lo duda: ¡nació del son cubano! Por esa razón adoro toda esa música que es la que me interesa cantar: la de siempre.

«Te puedo contar, por ejemplo, que yo conseguí grabar con la Egrem un disco con parte del repertorio que tenía montado con la Orquesta de Música Moderna. Nunca olvidaré que un día se me acercó Chucho Valdés y me dijo que había compuesto un tema que le gustaría que yo cantara: La tierra será de todos, al que con el tiempo le he hecho varias versiones. Es una canción que me encanta, a pesar de que no está entre las más conocidas de ese formidable músico.

«También debo decir que canto en 18 idiomas, no solamente en español, inglés, francés, italiano, búlgaro..., y he actuado en escenarios de Japón, China, la India..., pero siempre en mi repertorio aparece alguna canción cubana o latinoamericana, al estilo de Quiéreme mucho, Lágrimas negras, Quizás, quizás, Veinte años... Son tan bellas que tienen el don de penetrar cada corazón, cada alma y, sobre todo, de brindar esa alegría que es tan necesaria en un mundo en el que la vida se hace muy difícil. No puedo dejar de cantar esas canciones que les dan color a los sentimientos y contagian con deseos de vivir, de seguir adelante».

—Para muchos, 1967 marcó un antes y un después en su carrera...

—Francamente antes del 67 yo solo llevaba tres o cuatro años en la gran escena. Después de ese año fue que el gran compositor búlgaro Yosif Tsankov me ofreció un tema que ha sido como un sello en mi carrera. Se nombra Mi canción, mi amor, que presenté en el entonces muy afamado festival Orfeo de Oro y se convirtió en un himno. Es decir, que todo comenzó a cambiar después de mi éxito en Cuba, sobre todo porque esa experiencia inolvidable que viví en esta tierra me hizo confiar más en mis posibilidades vocales, en mi talento natural como intérprete, me demostró que era capaz de conquistar al público más difícil. Y aquí no solo Chucho me regaló una canción, sino que canté con agrupaciones renombradas como Irakere, la Orquesta de Música Moderna, Opus 13... He sido muy afortunada.

—¿Qué la trajo ahora a la Isla?

—Bueno, lo cierto es que vengo casi cada año. De hecho, fui la única europea que intervino en la Serenata de la fidelidad, pero en este 2015 se cumplen 55 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Bulgaria, así que les expresé a los embajadores de nuestros respectivos países mi interés en no dejar pasar por alto una fecha tan significativa, y decidí venir a ofrecer nuevamente mi arte. Era lo menos que podía hacer en nombre de todos mis compatriotas, que como yo llegaron a esta tierra y quedaron enamorados para siempre, al punto de que sus hijos y nietos mantienen ese sentimiento. Ello significa algo: que esta unión es inquebrantable, que nada podrá cambiarla. Ni la política, ni un cambio de Gobierno pueden interferir en las relaciones entre las personas cuando se basan en el respeto, en el amor, en la admiración mutuos.

«Acabada de pisar suelo cubano, me pareció buena idea combinar dos aniversarios significativos: este que tiene que ver con la amistad búlgaro-cubana y los 125 años del teatro Terry, y organizamos un concierto en Cienfuegos —una ciudad que hacía tiempo no visitaba—, en el que intervino el grupo Kfé Mezclado, al que le hice llegar mi repertorio y montamos 12 temas. Fue una vivencia inolvidable, como si hubiéramos trabajado juntos desde siempre. Se creó una química muy especial y el público lo disfrutó al máximo.

«Ahora solo me resta actuar en La Habana, en la Casa del Alba Cultural, con motivo de las efemérides, y gracias al apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)... Será el sábado 28, a las 7:00 p.m., cuando el cantautor Polito Ibáñez me invite a su espacio para compartir algunas de mis canciones. Entonces, de seguro, y como ha sucedido en todos estos años, dejaré a los cubanos mi alma en cada interpretación».

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