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Rent: el sueño realizado

El novel actor Josep Puentes, quien interviene en el musical que se presenta en el Centro Cultural Bertolt Brecht, obtuvo en 2014 el premio Adolfo Llauradó que otorga la Asociación Hermanos Saíz por su desempeño en la puesta en escena de Bent

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Mariana Brugueras Más

Un joven bohemio, ex adicto a las drogas, deprimido casi todo el tiempo, portador del virus del sida, amenazado por la muerte y quien apenas consigue escapar de las peores circunstancias que rondan un vecindario de Nueva York, en la década de los 90 del pasado siglo, es el personaje que encarna Josep Puentes en Rent. La obra, ganadora de los premios Pulitzer y Tony, se puede disfrutar los viernes, sábados y domingos en la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht, en la capital.

«Estoy muy feliz por la gran oportunidad de interpretar a Roger, por ser parte de esta historia, de este musical y por haber cumplido el sueño de hacer Rent», confesó Josep Puentes en exclusiva para Juventud Rebelde.

El novel actor, graduado del Instituto Superior de Arte (ISA), forma parte de esta propuesta teatral que narra cómo  un grupo de muchachos y artistas luchan por conseguir el respeto a la diversidad, la valoración de la vida, el disfrute del amor y la amistad, al tiempo que aboga por la eliminación de males sociales, como la doble moral.

Para Josep, Rent constituye un escalón muy importante en su incipiente carrera. «Es un sueño realizado, otra puerta al mundo del espectáculo para seguir superándome. Rent representa un espectáculo que aparentemente muestra personas que están muriendo, pero yo creo que habla de individuos con inmensos deseos de vivir».

Puentes, camagüeyano de 32 años, pertenece a la reconocida compañía Teatro Buendía y sin haber realizado estudios de música o canto, llama la atención de los espectadores desde que, guitarra en mano, comienza a andar la función. No obstante, afirma que le cuesta trabajo, pues tocar este instrumento no es algo que domine a la perfección.

—¿Fue difícil la construcción de tu personaje? ¿Tienen algún punto en común Roger Davis con Josep?

—Me exigió mucho. Este es un joven envuelto en una serie de circunstancias que lo convierten en una persona con problemas y conflictos existenciales. Hablé con algunos psicólogos para que me contaran cómo es el carácter de los individuos abstinentes a las drogas durante determinado tiempo, cuáles son los cambios físicos y de humor que estos sufren. A ello hay que sumarle que participo en más de 20 temas dentro del show, y no es solo cantar bien, es sentir la canción, expresarla.

«Me parezco un poco a Roger. Soy igual de pasional y competitivo y, como él, me encanta lo que hago. Aunque se niegue a amar, tiene unos deseos inmensos de vivir, y yo amo también la vida. Él ejerce enorme fuerza sobre mí. De hecho, he tenido que reajustar toda mi existencia para este personaje. Debo tener cuerpo, voz y alma para él».

—Ahora ocupas la mayor parte de tu tiempo en este musical. De manera general, ¿cómo fue para ti enfrentarte al casting de Rent?

—Todo comenzó por abril o mayo del año pasado, cuando algunos productores y directores vinieron al Teatro Lírico Nacional a dar un conversatorio acerca de las características de los espectáculos en Broadway. Poco después se hizo un pre-casting con el objetivo de ver el material con que contaba Cuba para una futura exhibición de este tipo. Se presentaron aproximadamente 300 personas. Para mí aquello fue un desastre. Me puse tan nervioso que no pude ni cantar, pero aun así me preparé y presenté el tema Candil de nieve, de Raúl Torres.

«Entonces inició un casting-taller con canciones de personajes específicos de la obra Rent. Fue muy agonizante. Había que llevarse los temas para la casa, estudiárselos, prepararlos, e ir a audicionar. Todo eso podía ocurrir de un día para otro. Luego de la presentación, debías recibir una llamada de quienes se encargaban de este proceso para hacerte saber que formabas parte del musical. La espera fue desesperante. En eso pasamos casi dos meses».

—¿Siempre te interesó la actuación?

—Desde la primaria hasta el preuniversitario estudié deporte, incluso fui campeón nacional de levantamiento de pesas con 13 años. Pero siempre me interesó el arte. Lo que me gustaba era cantar. Gertrudis Ortiz, poeta y escritora que me vio crecer, es una persona a quien agradezco muchísimo, pues sus peñas despertaron en mí la pasión por el arte.

«Vine por primera vez a La Habana con 19 o 20 años. Si mal no recuerdo, para un taller de actuación convocado por la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano. Era muy joven y aún no estaba preparado para vivir en la capital. Regresé a Camagüey y estuve un tiempo desvinculado del arte, pero después de ocho meses aproximadamente, me acerqué más a la actuación y comencé a trabajar en Teatro del Viento, en el Conjunto Dramático de mi ciudad natal... y desde allá hice los exámenes de ingreso al ISA».

—¿Qué aportó el deporte a tu carrera profesional?

—El teatro conlleva una preparación física muy fuerte y por eso estudiar deporte me ayudó para el posterior trabajo que iba a iniciar, ya que se desarrolla mucho el nivel de concentración, y esto facilita la actuación.

—Ganaste el premio Adolfo Llauradó (2014) que otorga la Asociación Hermanos Saíz (AHS). ¿Qué te atrapó de esa pieza teatral? ¿Te sorprendió el reconocimiento?

—Había visto la película Bent mucho antes y el personaje que interpreté en la obra teatral causó gran impacto en mí por el arco dramático que tenía. Horts es un homosexual que se encuentra en un campo de concentración y está marcado por el «triángulo rosado» (distintivo que se colocaba en la ropa de los prisioneros gays). Allí se enamora y considera que aferrarse al amor que sentía era la única forma de sobrevivir en aquel lugar. El Roger de Rent y él tienen esa similitud: las ganas de amar en medio de difíciles condiciones.

«Un día me llamaron diciéndome que estaba nominado en la categoría de actuación masculina en teatro por la puesta en escena de Bent. En 2011 obtuve una candidatura en este mismo apartado por mi participación en las obras La visita de la vieja dama y Charenton.

«El reconocimiento destaca el trabajo realizado durante determinado tiempo. Es bueno que recompensen tu desempeño, sacrificio y dedicación. Siempre te hace feliz. Después sientes la presión: la gente quiere ver al premio actuar y lo hace con una mirada más crítica. Entonces hay que dar lo mejor de uno. Bent marcó mi carrera, no solo por el premio, sino por lo que me exigió como actor. Me obligó a superarme».

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