Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Afinando los detalles de la cubanía

La instructora Liliam Mendoza Estrada piensa que la Brigada José Martí contribuye a la construcción de una sociedad mucho más sensible, gracias al trabajo comunitario desarrollado por ese movimiento juvenil

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Un día en la escuela es laboratorio perfecto para fomentar la sensibilidad hacia el arte nacional en los adolescentes. Liliam Mendoza Estrada lo cree vehementemente. La instructora es miembro de la Dirección nacional de la Brigada José Martí (BJM) y como graduada de la especialidad de Teatro, siente que sus estudiantes son cada vez más devotos de lo auténticamente cubano.

«¿Un día en la secundaria básica Jinete Chullima, de La Habana Vieja?», se repite Liliam para interiorizar la magnitud de la pregunta de Juventud Rebelde. Todo empieza, dice, con el matutino, donde tenemos incidencia en varios segmentos con momentos culturales. Luego me voy a hacer mi taller de creación, que lo integran 12 adolescentes. Por mi especialidad, trabajo con los grados terminales del centro, en este caso 9no. grado.

Liliam se graduó en 2012 y tiene tres años de experiencia. Ahora lleva poco tiempo en la escuela Jinete Chullima, de ahí que no haya montado ninguna pieza teatral. Pero las jornadas son muy fructíferas. Allí, como en todas las actividades que los miembros de la BJM realizan, se forman seres humanos con una sensibilidad enorme hacia la cultura nacional y con ello se contribuye a continuar construyendo una sociedad civil justa, que ama cada detalle que nos hace cubanos.

¿En qué punto del trabajo va el taller?, interrogamos para conocer los pormenores de la labor incansable que desarrolla un movimiento creado hace más de una década por Fidel. «En primer lugar, empieza por el taller de actuación, que es la base para luego hacer un montaje. Allí se hacen ejercicios de concentración e improvisación, se trabaja con los sentimientos, los gustos.

—¿Tus muchachos tienen aptitudes?

—Sí. Tengo dos que son geniales. Yilian, que es muy buena, y Lazarito ni se diga. Ellos van a ir por el camino del teatro.

—¿Qué tienes en mente para poner en escena cuando consideres que tus alumnos estén listos?

—Tenemos un repertorio que nos entregó el Consejo Nacional de Casas de Cultura. Son obras escritas para niños y jóvenes. En mi natal Jovellanos y también en Matanzas trabajé textos de Norge Espinosa, Blanca Felipe Rivero... Así que por ahí deberán andar las puestas

—¿Crees que esa Cuba que tenemos, rica en tradiciones y cultura, se puede apreciar en tu labor?

—Con los elementos que les brindamos pienso que mis muchachos pueden disfrutar de todo eso que tenemos en nuestra tradición. Ven a la Isla de un modo diferente y no solo a nuestro archipiélago, sino al resto del mundo. Al darle al joven elementos sobre estos temas, pues fomentas sus posibilidades de apreciación. Para ello hay creados miles de programas.

«Por ejemplo, ahora en Secundaria Básica se trabaja la educación artística, que encierra todas las manifestaciones culturales. Pero desde que se empieza en primer grado los estudiantes la reciben en las teleclases por parte del instructor, y tienen su vivencia práctica en los talleres de apreciación y en las unidades artísticas».

—Es decir, que nuestra tradición cultural no escapa a la mirada de los más nuevos.

—Creo que no. En estos últimos años hemos hecho más hincapié en los adolescentes, porque es necesario para decidir su vida y para fomentar en ellos una formación vocacional también. Si hoy el instructor de arte es una figura importante en la educación, el que los alumnos ingresen al sistema de la enseñanza artística es una tarea que también ha tocado a los brigadistas, pues hemos trazado una línea a esos muchachos para que puedan definir si en un futuro quieren ser artistas.

—En el plano subjetivo el trabajo de ustedes es muy importante; ¿quién puede negar que se forman personas con una sensibilidad enorme hacia la cultura y lo más auténtico de nuestra nación?

—En el teatro hay algo que se llama vivencia emotiva, que no es más que remitirte a las experiencias que has tenido en tu vida para poner en práctica otras. Yo creo que mover al adolescente por esa cuerda también llega a las «fibras», como se dice. Hablaba hace un momento de trabajar con los sentimientos y hay ejercicios que tienen que ver con cómo ves tus sentimientos, cómo expresarlos con tu cuerpo… A veces llevas tres años en un aula y no le has tocado ni la mano a tu compañero de estudios. No nos pasa en todos los lugares porque los cubanos somos muy afectivos, pero me sucedió en esta escuela de La Habana donde los niños no se sabían ni el color preferido de sus amigos. Y nuestro taller ayudó en eso.

—¿Cómo logras inculcarles los valores estéticos que son un mérito de nuestro proyecto social?

—Eso se logra a partir de la realidad que vivimos. Que el adolescente la interprete y la sepa apreciar. Que vea la Cuba de hoy y la anterior a 1959, hace que quiera más a su tierra. Por eso hay que ir a la historia y el instructor tiene un papel importante ya que «juega» con esa sensibilidad. Es que podemos hacer muchas cosas para sensibilizar tanto a los niños como a los adolescentes.

—Matanzas tiene experiencias significativas en la labor de los instructores, ¿piensas extrapolar esos logros a tu trabajo en la Dirección nacional?

—Creo que sí. Podemos inyectarle muchas cosas a La Habana, sobre todo en el trabajo cultural comunitario que, aunque es muy rico, tiene todavía que llegar a los asentamientos de difícil acceso y a las comunidades que más lo necesitan y trabajar más en función del interés colectivo.

—¿Qué está haciendo la BJM para que su labor sea más integradora?

—Hay que partir de las experiencias anteriores para sumar nuevas iniciativas. Estamos organizando ahora mismo una red de líderes de proyectos, para que puedan actualizar e intercambiar sobre el trabajo comunitario. Igualmente, en el mes de junio, estamos preparando el foro Patria Chica, con el propósito de constituir dicha red. También tendremos el concurso Escaramujo, certamen de la BJM, que se desarrollará entre mayo y junio, al tiempo que está próxima la convocatoria al Taller de experiencias. Porque después de diez años tenemos que relanzarnos también ya que los tiempos son otros y tenemos que seguir trabajando para nuestra comunidad».

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