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Vilma: amor, poesía y Revolución

Este sábado se estrena un ballet inspirado en la inolvidable fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas. Un homenaje que develará, en especial a los jóvenes, a esa mujer que luchó para que prevalecieran por siempre la justicia y la belleza

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Giselle, Swanilda, Carmen, Julieta, Kitri, Aurora, Odette/Odile... Muchos han sido los personajes nacidos de afamados cuentos infantiles, antiguas leyendas o de la imaginación de notables escritores a los que Anette Delgado les ha entregado su cuerpo y alma, para que cobren efímera pero verosímil existencia en los escenarios donde, invariablemente, consigue emocionarnos. Sucede que esta primera figura del Ballet Nacional de Cuba (BNC) posee un don único: un arte magnífico que nos lleva a creer que puede valer la pena morir por un amor verdadero, o que un beso tal vez pueda salvarnos.

Y no es que le resulte fácil a la primera bailarina de la compañía danzaria más prestigiosa de la Isla adueñarse de cada uno de esos roles, aunque provengan de la ficción. Lo que ocurre es que esta artista, merecedora de innumerables distinciones y premios, trabaja con una entrega que a algunos les puede parecer algo sobrenatural.

Por esa razón se preocupó de inmediato cuando el coreógrafo Eduardo Blanco le pidió que protagonizara Vilma, un ballet que hacía un buen tiempo ocupaba la mente de quien firmara una pieza como La leyenda de Agua Grande, y que será estrenado por el BNC, bajo la dirección de la prima ballerina assoluta, este sábado, a las 8:30 p.m., en la sala Avellaneda del Teatro Nacional. «El desafío es inmenso, de veras», confesó la Delgado a JR.

«Cuando debes incorporar un personaje que nunca ha existido, uno lo va armando a partir de las propias experiencias de vida. Lo va llenando de acciones, de sentimientos, le va poniendo mucho de sí. El quid radica en hacerlo creíble para el auditorio, convencerlo de que la Kitri de Coppelia, o la Odette y la Odile de El lago de los cisnes actúan así como yo se las muestro.

«Algo muy distinto pasa cuando se trata de un papel inspirado en alguien real, y mucho más si es de la dimensión de nuestra Vilma Espín, que nos entregó una existencia llena de una historia impresionante, que ha sido inspiración de todos los cubanos, sin excepción. Porque Vilma no solo luchó por colocar a la mujer en el sitio más alto, sino que dejó una huella muy profunda en nuestra sociedad», afirmó Anette.

«Cada hijo de esta tierra tiene su propia Vilma, incluso quienes no la conocimos personalmente, pero todos sabemos de su impronta, de su quehacer multifacético, de su apego a las causas más justas. Ello, por supuesto, complejiza la caracterización que pueda ofrecer de esa etapa (la última de las tres con las que cuenta la coreografía) que inicia con ella como guerrillera en la Sierra Maestra y que continúa con la gigantesca obra que realizara después del triunfo de la Revolución.

«No necesito ser profeta para adivinar que Vilma marcará un hito en mi carrera como bailarina. Y ha sido posible porque hemos desarrollado un trabajo en equipo muy fuerte. Gracias a las conversaciones que he sostenido con Alicia, Aurora Bosch, Déborah Castro Espín, Isabel Moya... he podido aquilatar bien su grandeza».

En esta novedosa creación de Eduardo Blanco, la responsabilidad no ha recaído solamente en Anette Delgado, sino que ha sido compartida. Sucede que mientras que la aún alumna de la Escuela Elemental de Ballet Alejo Carpentier, María Luisa Márquez, asumirá el período correspondiente a la infancia de la Heroína de la República de Cuba, Chanell Cabrera representará la etapa de su juventud.

«Este ballet constituye un paso firme en mi carrera —enfatizó la corifea del BNC—, pero ha sido complejo, pues nos ha tocado darle vida en la escena a una personalidad histórica muy amada y respetada por el pueblo cubano.

«En mi personaje deben verse reflejados la alegría de esos años, su etapa estudiantil, su vínculo cercano con sus amigos, esa dulzura y bondad que la distinguieron y que al mismo tiempo contrastaban con la valentía, la fuerza, la firmeza con que se inició en la lucha revolucionaria», explicó Chanell.

«La coreografía tiene un alto grado de complejidad técnica e interpretativa. He tenido que estudiar para intentar reflejar los rasgos que identificaron a quien constituyó un ejemplo para todas nosotras y fundó la Federación de Mujeres Cubanas... Sí, le agradezco al BNC por Vilma y, por supuesto, a Eduardo Blanco. Ciertamente los bailarines disfrutamos mucho trabajando con él».

La Génesis de un Ballet

Fue tras la presentación de Hansel y Gretel que el coreógrafo Eduardo Blanco determinó concebir, de una vez y por todas, Vilma, un ballet de un acto con tres escenas y una duración de 50 minutos. «Admito que me costó decidirme. Me sentía honrado, pero estaba consciente de la connotación que tendría una coreografía de este tipo», reconoció.

«Si algo tenía bien claro era que no podía realizar un panfleto, sino que en esta              propuesta, que bebió fundamentalmente del documental homónimo realizado por el Icaic, quería mostrar a nuestra Vilma en toda su humanidad: evidenciar su asombrosa sencillez, hechos relevantes de su trayectoria, su apego a las artes, su convicción de que la cultura podía transformar a las personas en mejores seres humanos..., aunque es imposible hacerlo sin referirnos a su contundente obra política.

«De inmediato se lo informé a Alicia, quien se entusiasmó con el proyecto —de todos es conocida la relación tan próxima que siempre existió entre ambas. Alicia fue la primera en aconsejarme que no concibiera un ballet convencional, así que resolví que en esta obra jugarían un papel muy significativo las nuevas tecnologías y las imágenes. También la música, porque si bien emplearía algunos maravillosos temas compuestos por Fernández para el documental, asimismo era fundamental que Frank escribiera algunas piezas especialmente para el ballet».

De modo que para crear una pieza coreográfica que respondiera al siglo XXI, además de nueve niños estudiantes de ballet y de 29 bailarines de la compañía que lidera la Alonso, encabezados por Anette, Chanell, María Luisa Márquez y el primer bailarín Dany Hernández (interpreta El combatiente), Eduardo convocó tanto al eminente pianista como a Mauricio Abad —quien se encargó del diseño de escenografía, el concepto y la dirección del video mapping— y al director de fotografía y realizador Alejandro Pérez, entre otros destacados especialistas.

La periodista e investigadora Isabel Moya, junto a Déborah Castro, se encargó de escribir el guión de este ballet, que cuenta con diseño de vestuario de Frank Álvarez y producción de Norberto Villalón. «Mi aporte ha sido más bien de ideas. Cuando Eduardo vino con el proyecto del ballet, me pareció una empresa preciosa, pues Vilma era una mujer con una sensibilidad muy especial. Por eso tenía ese gran sentido de la justicia, del humanismo», argumentó la directora de la Editorial de la Mujer.

«Vilma era, además, renacentista, en el sentido de que amaba las ciencias, estudió Ingeniería Química y, a su vez, se apasionaba con el ballet, el canto, el diseño, las artes plásticas... Hay varias fotos de su infancia en las que llevaba trajes de bailarina; luego, en la adolescencia, aparece retratada formando parte de coros. Vilma amaba la belleza, pero no como una dimensión de lo perfecto, sino como la vía para llegar a lo más profundo de las personas. Me parecía que en este homenaje había que devolver a los jóvenes esa mujer que soñaba y luchó por la belleza».

Por primera vez

Un verdadero privilegio. Así considera Mauricio Abad (La Habana, 1985), graduado de la Academia de San Alejandro y de la Universidad de las Artes (ISA), el hecho de haber trabajado con el BNC, de intercambiar con Alicia y «de haber descubierto su maestría y vitalidad, lo cual, sin dudas, marcará para siempre mi carrera y mi vida».

«Claudia Labrador e Isabel Moya, también directora de la revista Mujeres, me llamaron un día con la intención de que mi equipo y yo colaboráramos con un video mapping para un ballet. Se trataba de una experiencia que nunca antes se había hecho. Eduardito me trajo el guión y muchas ideas, y comenzamos el proyecto: la vida de Vilma Espín, el BNC, Anette Delgado, Alicia Alonso...

«Luego de soñar y recrear el guión, visitamos a Alicia. Recuerdo que me tocó explicarle lo que era el video mapping. Solo le dije: “Lo que la gente verá es similar a los telones que siempre han acompañado las piezas del ballet, con la diferencia de que no estarán pintados, sino que habrá en ellos proyección de video, una animación en 3D que simula escenarios reales y oníricos”. Y Alicia lo entendió perfectamente. Entonces me sugirió ideas e imágenes, con lo cual el trabajo se enriqueció muchísimo. Te aseguro que resultó asimismo un placer compartir nuestra labor con un realizador con vasta experiencia como Alejandro Pérez, traerlo al mapping y gozar de sus apreciaciones», reconoció este artista, quien ha desarrollado una carrera en el perfil del arte digital y el videoarte, y ha incursionado en la pintura y la fotografía.

«Ha sido hermosa esta creación, porque el ballet funciona diferente a cualquier otro proceso creativo: tiene una poesía visual enfocada totalmente en el cuerpo, el gesto, el “vuelo” del bailarín... Luego la escenografía y los ambientes, por lo general, ilustran espacios de las escenas, pero en Vilma, Eduardito quería atmósferas, historia, documento, y en esas líneas enfocamos fundamentalmente nuestra labor. Espero que esta obra sea el inicio de una fuerte alianza entre el mapping y el ballet. ¡Es mi deseo!».

Esta propuesta del Ballet Nacional es un homenaje a la Heroína de la Sierra y el Llano por los 85 años de su natalicio y el aniversario 55 de la FMC, de la cual fuera fundadora y alma.

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