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Harry Potter, la Academia y el teatro cubano

Cuba ya tiene a Harry Potter, su Academia y su Voldemort, y Carlos Díaz, Agnieska Hernández y Teatro El Público nos lo han hecho aparecer en un acto de magia

Autor:

Yoimel González Hernández

Han pasado 18 años desde que Joanne K. Rowling publicara el primer volumen de su saga sobre Harry Potter. Luego han venido siete títulos más hasta Harry Potter y las reliquias de la muerte (2007),  la traducción a 65 idiomas y diez años (2001-2011) en los que ha aparecido recurrentemente en la pantalla grande la historia del mago huérfano Harry Potter, y que hace de Hogwarts, un internado británico para magos, el lugar que adolescentes y jóvenes del mundo entero quisieran visitar.

Y Cuba ya tiene su Harry Potter, su Academia y su Voldemort, y Carlos Díaz, Agnieska Hernández y Teatro El Público nos lo han hecho aparecer en un acto de magia. Como en una metáfora teatral, seis jóvenes que se gradúan de la Academia (Escuela Nacional de Arte) van en busca de los signos de la sugerente historia británica para entregarnos su acto de graduación, su salida al mundo profesional, su Harry Potter desencantado e hirsuto, irreverente y mordaz, en fin, cubano. Así surge Harry Potter: se acabó la magia, la continuidad isleña de la saga, menos efectista y maniquea, más aterrizada y chispeante. El subtítulo de «academia documental» remite directamente al trabajo dramatúrgico realizado junto a los jóvenes actores, quienes han re-escrito, re-vivido en el papel y sobre el escenario, sus respectivas vidas de estudiantes, las dificultades de su generación, sus «indicios de vida, fantasía, límites, sueños, realidades».

No encontramos en el espectáculo el signo escénico a plenitud de Carlos Díaz y el colectivo que él dirige. Esto es solo un proceso de trabajo mostrado al público, quizá una golosina que el director, premio nacional de Teatro 2015, hará madurar en el futuro, como mismo lo hizo anteriormente con espectáculos como Decamerón y, sobre todo, con Antigonón: un contingente épico. Porque aunque no lo es todavía debido a su espíritu estudiantil e inmaduro, Harry Potter: se acabó la magia tiene toda la savia para ser un excelente espectáculo de Teatro El Público, con platea llena y cien funciones.

La energía y destreza de parte del elenco, sobre todo de Joel Hernández, Pedro González y Andrea Doimeadiós, la inteligencia de Carlos Díaz para sacar del carbón la joya teatral más reluciente, y la sugerente metáfora dramática compuesta por Agnieska Hernández son materia prima que, con un poco de tiempo, imaginación y dedicación de los intérpretes, puede alcanzar derroteros artísticos más altos y seductores para el público cubano, sobre todo para el más joven.

Para lograrlo habrá que sintetizar aun más las historias de los protagonistas, dinamitar el repetitivo movimiento escénico del espectáculo, y principalmente que los actores encuentren a un nivel más profundo, que no mimético, su conexión con la historia del Harry Potter que son todos ellos, del niño que llevan dentro.

En resumen, luego de su estreno a mediados de año y de su presentación en el 16 Festival de Teatro de La Habana, Harry Potter: se acabó la magia sigue esperando por su plena realización teatral. Mientras tanto, apostaremos porque no se acabe la magia con la que esos jóvenes actores han hecho de sus vidas instrumentos para el arte. Que a pesar de la lucha cotidiana, continúen creyendo en la magia del teatro para encantar la vida.

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