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D’Orsay y de todos

Franceses y visitantes colman el Museo d’Orsay, una de las citas obligadas en París

Autor:

Frank Padrón

PARÍS, Francia.— Aunque la cita obligada en esta, la llamada con propiedad Ciudad Luz, parece ser el museo del Louvre, muy cerca de allí, el D’Orsay ofrece maravillas que no hay que perderse.

Sus colecciones permanentes implican todo un curso intensivo de grandes momentos en las artes plásticas, que recogen períodos imprescindibles: impresionismo, sobre todo, y sus terrenos afines (pre, neo, post) se complementan con otros estilos y escuelas, tales como el simbolismo, el realismo, el naturalismo…

Cuatro horas, como las que dediqué a recorrer la institución de arriba a abajo, apenas alcanzan, pero si se aprovecha el tiempo puede uno deleitarse y aprender con las bien proyectadas muestras de sus amplísimos salones.

Además de las maravillas clásicas que resguarda, en estos momentos y durante varias semanas más, se exhiben dos extraordinarias exposiciones: Esplendores y miserias. Imágenes de la prostitución, 1850-1910 y ¿Quién le teme a las fotógrafas?

Primer gran acto dedicado al tema del más antiguo oficio, Esplendores y miserias... intenta reconstituir la forma en que los artistas, tanto franceses como extranjeros, fascinados por los actores y los lugares de este hecho social, han buscado sin tregua nuevos medios pictóricos para representar sus realidades y fantasías.

De la Olympia de Manet a Absenta o Ajenjo, de Degas, de las incursiones en los prostíbulos  de Toulouse-Lautrec y Munch, a las atrevidas figuras de Vlaminck, Van Dongen o Picasso, la exposición procura (y logra) mostrar el protagonismo que desempeñaba este mundo soterrado o a veces no tanto, en el desarrollo del pincel moderno.

El fenómeno también se contempla en sus dimensiones sociales y culturales, a través de la pintura de salón, la escultura, las artes decorativas y la fotografía. Un amplio material documental permite evocar el estatuto ambivalente de las prostitutas, del brillo de las «demi-mondaines» o cortesanas, a la bajeza de las «pierreuses» o prostitutas callejeras.

¿Quién le teme a las fotógrafas?, la otra expo, recorre testimonios de mujeres de todas partes, de diversas épocas, de estilos y poéticas diferentes, que han plasmado su entorno, sus vivencias e inquietudes desde el arte del lente.

Notablemente curada, es una muestra sólida y amplia del ejercicio femenino en tan necesaria esfera artística.

Franceses y visitantes colman el Museo d´Orsay, una de las citas obligadas en la ciudad de los esplendores.

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