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Tenemos que soñar una Brigada diferente

A 12 años de su fundación, el movimiento de instructores de arte realiza un balance de su labor en 2015 e identifica metas para el año actual

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Llevar lo más genuino del arte nacional y universal a nuestras comunidades sigue siendo un desafío de la Brigada de Instructores de Arte José Martí cuando, a casi 12 años de su creación, se vislumbra como un movimiento de madurez y crecimiento.

De cómo hacerlo, con propuestas atractivas, integradoras, teniendo en cuenta los intereses —y las carencias— de los miembros de la comunidad, y que la inserción/participación del instructor genere no solamente divertimento, sino también conocimiento y cultura, se habló en la primera jornada del IX Consejo Nacional Ampliado de la Brigada, que desde este viernes sesiona en la capital, con el fin de realizar un balance de los resultados del año que concluyó, y trazar nuevas estrategias para seguir materializando la política cultural del país.

Sin duda son retos grandes, pero no imposibles, los que tiene el instructor de arte en la Cuba de hoy, y ello se evidenció en el debate, desarrollado en tres comisiones: Funcionamiento, Superación e investigación y Creación, en las que hubo coincidencia al señalar que, en los momentos actuales, en que se nos trata de imponer la seudocultura y la banalización, se requiere más que nunca de la labor de la Brigada para transformar la comunidad en un espacio vivo, pues como dijo Fidel en el acto fundacional, es la encargada de formar patriotas y revolucionarios de excelencia en el arte.

En tal sentido, Indira Fajardo Ramírez, presidenta de la Brigada, afirmó que se debe potenciar que los más de 17 000 miembros que la integran descubran las potencialidades que tienen nuestros barrios y le brinden a la población una propuesta cultural de calidad, sin olvidar sus intereses, necesidades, diversidad de gustos y tradiciones, pues ello es esencial para conseguir buenos resultados.

Además los brigadistas reflexionaron sobre la necesidad de buscar nuevas formas de hacer trabajo comunitario, el uso de métodos que remitan al tratamiento de elementos de la identidad cubana, donde confluya lo tradicional con lo popular, y a la vez sirva para enfrentar el fenómeno de la democratización tecnológica ofreciendo un mejor producto de impacto en el público de los diferentes grupos etáreos.

Victoria Velázquez, jefa del departamento de Educación Artística y Estética del Ministerio de Educación, insistió en las formas de extender el trabajo político-ideológico desde el arte y en el compromiso que tienen los instructores de arte en ello para salvar el proyecto de nación y la cultura del país. «No en todos los escenarios podemos hacer las cosas iguales, pero tenemos que pensar en el aporte de los instructores para hacer frente a lo banal».

En este nuevo contexto debemos trabajar con lo más auténtico y genuino de cada comunidad, insistió Anilia Moreno, presidenta del Consejo Nacional de Casas de Cultura, quien añadió que en ese espacio hay que ganarlo todo ante la avalancha cultural que se nos avecina. «Tenemos que aferrarnos a promover nuestra cubanía y a saber qué significa la cultura para esas personas con las cuales trabajamos».

No un ente aislado

La evaluación del desempeño de los instructores y su creciente éxodo; las relaciones de trabajo con diversas instituciones y organizaciones; la superación; la realización de los proyectos culturales y las acciones diseñadas para la salvaguarda de la cultura popular fueron algunos de los temas que ocuparon la jornada de debate en el Centro de Convenciones Lázaro Peña, de la Central de Trabajadores de Cuba.

Al respecto, varios brigadistas como Isael Peña Acosta, del municipio guantanamero de Yateras, socializaron sus experiencias y manifestaron la necesidad de funcionar más como Brigada y no como entes culturales aislados en comunidades o centros educativos, donde es mayor su presencia. «Tenemos que soñar una brigada diferente y que aproveche las potencialidades de los municipios, pues no podemos continuar con los problemas de siempre», dijo.

Otros expresaron que, desde la inserción del instructor de arte en espacios fundamentales como la escuela, la Casa de Cultura y las instituciones que están alrededor de su actuar en las comunidades, este debe potenciar su trabajo sobre todo en la interacción con la sociedad, la familia y los más pequeños, quienes tienen que lograr un gusto estético acorde a la política cultural que ha cultivado la Revolución.

La matancera Daylin Sierra Pérez dijo que los brigadistas no solo deben ser creadores, sino activadores de la participación social y por ello deben conocer su misión y el alcance de su trabajo. Y el villaclareño Leonardo Montiel García apuntó que falta motivación entre los instructores y por ello muchos se han ido del proyecto, sin pensar que esta es una forma de aportar a la cultura.

En coincidencia con otros invitados se destacó que cada vez más se hace necesario aprovechar los espacios que tenemos para el intercambio de experiencias con las instituciones, y sobre todo para dialogar con los instructores. Justamente de la eficacia de ese diálogo y de la eficiencia con que logremos sostenerlo, apuntó Fajardo Ramírez, dependerá en buena medida que disminuya el creciente éxodo de brigadistas.

Es responsabilidad de la Brigada hablar con el instructor hasta el entendimiento de la valía de esta profesión, para lo cual debemos estar lo suficientemente comprometidos con lo que hacemos, dijo la dirigente juvenil, quien añadió que en la medida en que se mantengan informados, activados, conectados y estimulados se logrará un mayor reconocimiento e identificación con el movimiento, lo que redundará en una mejoría de los procesos, eventos y actividades que desarrollamos.

Superación como divisa

Desde hace dos años la Brigada se subordina al Ministerio de Cultura, lo que ha devenido una fortaleza, junto a la atención que le brinda la Unión de Jóvenes Comunistas. Este elemento, al decir de los asistentes al Consejo, ha permitido estrechar relaciones de trabajo con las instituciones y organizaciones que tienen en su función una responsabilidad primordial con el movimiento.

En tal sentido, se mencionaron las acciones conjuntas que se desarrollan entre los centros provinciales de casas de cultura y su Consejo Nacional, la Asociación Hermanos Saíz, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, la Fundación Ludwing, y el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, así como las organizaciones estudiantiles.

El diálogo con estas instituciones, se dijo, ha permitido una mejor organización del trabajo, planificación de las actividades y atención a las estructuras a todos los niveles, así como avanzar no solo en temas de superación, sino en la participación en determinados espacios de debate y preparación para los miembros de la Brigada.

Beatriz Rodríguez de León, de Ciego de Ávila, recalcó el valor de la superación que permita ofrecer una base cultural y de pensamiento para desempeñar sus labores. «Esa superación tiene que partir del interés personal de cada uno de nosotros, aunque en ello no podemos alejarnos de las instituciones y sus planes de formación para nosotros», añadió.

Al coincidir con esas ideas Lilian Mendoza Estrada, miembro de la Dirección Nacional de la Brigada, apuntó que se deben diseñar acciones, propuestas e iniciativas de capacitación que respondan a las necesidades de sus miembros, no solo para satisfacer sus necesidades cognitivas, sino también aquellas que desarrollen la sensibilidad que demanda su profesión.

Otras de las cuestiones pendientes es que no siempre se logran aprovechar las potencialidades que brindan las instituciones educacionales, pues muchas veces los instructores llegan a estas y asumen la atención a diferentes grupos, a partir de la insuficiente cobertura docente, y no se explotan las potencialidades que existen en esos espacios y que constituyen, realmente, el trabajo del instructor.

Igualmente, se requiere trabajar en la preparación de los brigadistas que asumen cargos de dirección dentro del movimiento, pues en muchos casos faltan seriedad y responsabilidad en las labores que desempeñan. A la par se requiere también la atención a aquellos que cumplen esta función dentro de las instituciones culturales, educativas u otras, y mantienen su vínculo con el movimiento.

Sobre ello, Kenelma Carvajal Pérez, viceministra de Cultura, dijo que la Brigada siempre deberá tratar de que la mayoría de sus miembros ocupen los cargos que tienen que ver con el perfil en el cual han sido formados. Insistió en la idea de que la Brigada tiene que ser más atractiva para sus miembros y a la vez exigente con ellos, con el fin de que comprendan el trabajo del movimiento encaminado hacia el desarrollo de una visión crítica de los públicos, para que las personas sepan escoger lo más adecuado.

Durante el encuentro también se ponderó la necesidad de reevaluar el Premio Escaramujo —principal galardón otorgado por la Brigada—, el desarrollo de los procesos creativos junto al movimiento de artistas aficionados al arte, y proseguir en la búsqueda de formar unidades artísticas con un trabajo atractivo para lograr mayor presencia en la programación cultural de cada territorio.

Como cierre de la primera jornada de trabajo, la Brigada aprobó una declaración, en la cual señala que la promulgación de modelos de vida contrarios a nuestro proyecto social, fundamentados en el consumismo y la incitación al entretenimiento vacío; reafirma la necesidad de entender al instructor de arte como un profesional imprescindible de la cultura.

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