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Las posibilidades infinitas de la vida

Dos camagüeyanos, Jesús Arias y Armando Gómez, resultaron la gran sorpresa este verano del The Fire Island Dance Festival, en Estados Unidos

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Infinitas son las posibilidades que la vida puede ofrecer. De ello no tiene la menor duda Jesús Arias Pagés, una de las cartas de triunfo del Ballet Contemporáneo Endedans, de Camagüey. «Soy de los que piensa que los límites tienden a desaparecer cuando se desea algo con mucha fuerza y uno se entrega con total amor y sin escatimar esfuerzos. Yo mismo provengo de una familia campesina y no vislumbraba otro futuro que no fuera trabajar la tierra. Y no es que denigre una labor que nos da de comer, pero ¿bailarín? Lo que quiero decir es que era incapaz de mirar más allá. Sin embargo, hoy formo parte de una compañía de prestigio».

Y si cuando era un crío que practicaba pesas en su Guáimaro natal ni siquiera imaginaba que encontraría en el mundo del arte el sentido de su existencia, menos podía pensar que con el tiempo en muchos otros países la gente quedaría encantada con su espectacular modo de danzar. Lo acabó de comprobar en Nueva York, Estados Unidos, junto a su colega Armando Gómez Brydson (Mandy); como él, primer bailarín del Ballet Contemporáneo Endedans, que dirige Yailín Ortiz Clavería.

Tan impresionante fue la representación de Jesús y Mandy con Lasting Embrace, la obra del reconocido coreógrafo y director artístico asociado de la compañía agramontina, Pedro Ruiz, en el The Fire Island Dance Festival, que luego los muchos que acudieron en este verano al Great South Bay quisieron saber de dónde habían salido estos jóvenes artistas.

Allí fueron capaces de deslumbrar con su magnífica técnica y también de emocionar de forma unánime a quienes pudieron enterarse de parte de la historia de vida no solo de Arias Pagés, sino además de Gómez Brydson, que ahora Juventud Rebelde hace extensiva a sus lectores.

Los neoyorquinos conocieron, por ejemplo, que a diferencia de Jesús, Mandy creció en un ambiente netamente artístico. «Mi familia está llena de músicos, al punto de que creí que elegiría ese camino. Fue una amiga de mi madre quien nos llamó la atención sobre el ballet y, no obstante, me sometí a ambas pruebas con el fin de ingresar en la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero. Aprobé las dos, pero quise marcar la diferencia».

Y aunque se considera un músico frustrado, está convencido de que decidió muy bien. «Me siento realizado», enfatiza Mandy. Una certeza que igual acompaña a Jesús, quien siempre le estará agradecido a la profesora Beatriz Martínez, una de las encargadas de hacer las captaciones en su municipio. «Cursaba el tercer grado y fui el único que lo consiguió. La profe estuvo en mi casa para conversar con mi mamá, quien no me autorizó porque tenía que esperar por la decisión de mi papá. “Se pondría bravo”, le dijo.

«La verdad es que mi mamá quería mantenerme debajo de su falda —afirma risueño. En la noche mi padre se molestó, pues no podía entender que intentara tronchar mi futuro. Al final no pude entrar a la escuela; sin embargo, la profesora se puso en contacto con los instructores de la Casa de Cultura para que me atendieran. Al año siguiente aprobé de nuevo».

—¿Qué ocurrió con la pesas?

—Recuerdo que el profesor hizo hasta lo imposible por retenerme. Incluso me «alertó» de que podía afeminarme (sonríe), pero ahora, cada vez que nos encontramos, me da unos golpecitos en el hombro y me dice: «Me alegro de que no me hayas escuchado. Te felicito porque fuiste adelante. Nada pudo detenerte».

Tiempo de «sorpresas»

El tiempo que pasaron en la EVA y en la Academia de las Artes Vicentina de la Torre fue inolvidable para uno y el otro. De hecho, Mandy insiste en que los de entonces serán por siempre sus compañeros, sus profesores. Y es que eternamente marcan vivencias como esa de haber sido seleccionado el alumno más integral de su especialidad cuando culminó el noveno grado. En el último año del nivel medio descubrió que no le bastaba con dominar la técnica del ballet clásico. Por eso se acercó a Endedans, que por aquella etapa conducía la destacada maestra y coreógrafa Tania Vergara, autora de piezas tan extraordinarias como La Carmen, A los confines de la tierra (Premio del 6to. Certamen Iberoamericano de Coreografía CIC 2008), Estuche, Perdóname el espanto de buscarte...

«Contrario a lo que todos suponían, en lugar de optar por el Ballet de Camagüey me fui por Endedans. Muchas personas cercanas, empezando por mis padres, me criticaron fuertemente porque asumieron que me había equivocado. Es que no podían comprender este cambio repentino después de tantos años de estudio. Para ellos era una “locura”».

El encantamiento de Jesús con Endedans pasó de otro modo. «Me hallaba un día en la Vicentina de la Torre cuando la maestra Tania me vio bailando. Comenzó a invitarme a ver las funciones de la compañía. Poco a poco me fui enamorando del proyecto hasta que en septiembre de 2008 me incorporé oficialmente. Entré a la escuela con la idea de dedicarme a lo clásico, pero más tarde me quedó claro que en verdad lo contemporáneo me hacía sentir pleno como bailarín y artista. ¿Qué fue lo que más me atrajo de Endedans? Su línea de trabajo, la libertad de movimiento y de expresión de esa compañía que ha sido mi mayor escuela».

Como Jesús, Mandy no se toma ni un instante para asegurar que ese ha sido el espacio donde más ha aprendido, «donde he ido creciendo en lo artístico y lo humano. Mentiría si no dijera que desde que entré a Endedans, la maestra Tania me brindó grandes oportunidades al permitirme interpretar roles importantes en coreografías que la identifican».

40 palillos x 10 pesos, de Maura Morales, resultó la primera gran prueba de fuego de Gómez Brydson, después vinieron A los confines de la tierra, Vete de mí... Similar sucedió con Arias, a quien no le importaba esforzarse hasta el cansancio con tal de hacer realidad su sueño.

«Al inicio viajaba diariamente desde Guáimaro hasta la capital provincial. Al regreso a casa hacía ejercicios para mantenerme en forma. A veces me levantaba cansado, pero ponía todos mis pensamientos en función de mi carrera y mis sueños, porque tenía que rendir en las clases, en los ensayos», apunta.

Y por supuesto que no le escasean resultados a quien así se empeña: desde el principio de su carrera Jesús logró acaparar la atención del público y la crítica, que lo distinguió en el 2013 con el Premio Uneac, en la categoría de interpretación masculina, por su relevante desempeño en La Carmen, una obra que hizo suya asumiendo tanto el papel principal como el de José.

«La Carmen significó un antes y un después. Me preparé duro, a conciencia, para adueñarme de Carmen y más tarde poder interiorizar a José. Un cambio realmente brusco, porque son dos caracteres diametralmente opuestos. Sin embargo, el aprendizaje fue enorme. Me obligó a madurar».

Perdurables abrazos

Les queda claro a quienes siguen de cerca al Ballet Contemporáneo Endedans, que la visión de Pedro Ruiz como director artístico asociado y su quehacer coreográfico le ha otorgado una nueva dimensión. Sin duda, piezas como Momentos en el viento, Move on, Retratos en tus ojos, Medianoche... han vuelto a colocar a la compañía entre las más sobresalientes dentro del panorama danzario cubano.

Mas de todas las creaciones de Ruiz, Lasting Embrace (Abrazo perdurable) es la que Mandy y Jesús, ambos miembros de la treintañera Asociación Hermanos Saíz (AHS), sitúan en un lugar de honor. «No tiene que ver solo con lo que vivimos en el The Fire Island Dance Festival, una experiencia que jamás olvidaremos, sino porque referimos a una obra muy compleja, tanto desde el punto de vista técnico como interpretativo. Luego atrapan también su plasticidad de movimiento, la musicalidad que requiere...», argumenta Arias.

Armando, por su parte, no había tenido antes la oportunidad de convertirse en partner de otro hombre. «Fue algo nuevo para mí. Difícil, porque las muchachas ya están preparadas para dejarse llevar, pero un varón tiene que aprenderlo. Con Abrazo perdurable, Pedro Ruiz logró un trabajo admirable. Es una obra muy emotiva, que no deja indiferente a nadie».

Tanto es así que fue ovacionada las tres veces que subió al escenario montado al aire libre en la afamada Isla del Fuego. «No siempre se logra estar en la boca de todos por el trabajo que has realizado, de modo que fue maravilloso. La gente se nos acercaba para saludarnos, para retratarse con nosotros, y aunque ya habíamos actuado en otras naciones, creo que por mucho tiempo recordaremos lo que vivimos en Nueva York», enfatiza Jesús.

«Es que el orgullo es mayor —acota Mandy— cuando compartes el escenario con bailarines de muy alto nivel, como aquellos que representaron a compañías de renombre como el New York City Ballet y Alvin Ailey Dance. Sin embargo, exigentes publicaciones como The New Yorker no escatimaron elogios para estos guajiros. Debe ser porque siempre nos empeñamos en bailar con cuidada técnica, pero sobre todo con el corazón, con el alma».

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