Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un contratenor contra corriente

Juventud Rebelde se acerca a un joven con indudable talento, que ahora mismo desempeña un personaje no poco difícil en El espejo, de Ludi Teatro, además de haber vuelto a cosechar abundantes aplausos dentro del evento musical La Voix Humaine, que coordina la oficina Leo Brouwer.

Autor:

Frank Padrón

Es dueño de un timbre hermoso, raro, que junto a su afinación y tenacidad lo ha llevado por cimas nada pequeñas; también actúa, y no lo hace nada mal a juzgar por las ofertas de importantes proyectos que lo involucran: Frank Ledesma, tocayo y coterráneo, me hace sentir orgulloso. Sin embargo, el motivo de la entrevista es menos personal: se trata de un joven con indudable talento, que ahora mismo desempeña un personaje no poco difícil en El espejo, de Ludi Teatro (hace de una mujer engañada e ignorada por su machista marido), además de haber vuelto a cosechar abundantes aplausos dentro del evento musical La Voix Humaine, que coordina la oficina Leo Brouwer. Con esos pretextos, Juventud Rebelde se le acerca.

—¿Siempre soñaste con ser lo que eres: cantante y actor, o pensaste en dedicarte a otra profesión?

—Desde pequeño mi mamá supo que tendría un vínculo con el arte. Bailaba frente a la TV, oía la radio, CMBF (algo en lo que ella me educó), pues sobre todo me inclinaba a la música clásica, mas prefería siempre el ballet, que no pude ejercer del todo… Luego comenzó la inquietud y con ocho años ya estaba estudiando en la Escuela de Música de mi ciudad natal (Pinar del Río), donde viví los primeros encuentros con el escenario y recibí los primeros aplausos del público. El instinto de ser actor siempre estuvo, pero a esa corta edad no sabía adónde ir. De alguna forma sentía que debía introducirme en el arte, de ahí mi comienzo en la música.

—Posees un timbre que no abunda: ¿sabías, o al menos sospechabas que eso te traería dificultades a la hora de intentar ganarte la vida como profesional?

—Nunca imaginé ser cantante, no estaba en mis planes, sabía que era afinado pero no creí tener condiciones para la profesión; al término de mi nivel elemental de música opté por los exámenes de actuación en la ENA y resulté seleccionado. Sin embargo, preferí comenzar mis estudios de canto en la unidad docente de Canto Lírico de la Compañía pinareña Ernesto Lecuona, donde me gradúe con las máximas calificaciones como tenor, pero sentía necesidad de algo más: cantar de un modo distinto…

—Supongo que ahí nació el contratenor…

—Exacto: en la búsqueda, estudio y curiosidad descubrí ¡que podía ser contratenor! Siempre me ha gustado innovar, buscar los nuevos horizontes... crear. Suponía que de este modo podía alcanzar cosas hermosas. No ha sido nada fácil, tuve que enfrentar ciertos prejuicios, incluso rechazo, para seguir desarrollando la técnica del canto, pero eso me dio fuerzas para satisfacer mi necesidad de expresarme como artista…

—De modo que ha habido trabas…

—Mira: aunque han pasado diez años de haberme graduado de canto lírico en Pinar del Río y de ser cantante de Camerata Vocal Sine Nomine, aun después de haber sido galardonado en el primer certamen de contratenores (2015) y de ser apoyado por maestros como Ubail Zamora, Leonor Dulzaides, Miriam Escudero y Leo Brouwer, continúan los prejuicios, pero eso no me impide continuar, al contrario: ¡me da más fuerza!

—En efecto: dentro de los festivales de Contratenores, o este llamado La Voix Humaine (ambos convocados por la oficina del maestro Leo Brouwer), donde se privilegia al intérprete vocal, has triunfado; además de los premios cuando los certámenes han sido competitivos, recibes siempre lo que se supone es lo esencial para un artista: el aplauso del público. ¿En tu caso es así? ¿Prefieres los galardones o la aprobación del auditorio?

—No tengo de qué lamentarme pues he sentido que satisfago a gran parte del público en mis presentaciones, reconozco que los aplausos son el oxígeno que necesito para en cada presentación dar más que en la anterior, ¡y hasta ahora el oxígeno está! (Risas). Por tanto mi mayor galardón es el reconocimiento del público para el cual en definitiva trabajo.

—En tanto actor, te vimos uniendo al histrionismo el canto en Rent. Ahora lo haces de nuevo defendiendo un personaje en El espejo, de Ludi Teatro, de temporada hasta marzo… Háblame de ambas experiencias.

Rent fue un sueño de años: amo la ópera, el espectáculo en general, y aunque ya había tenido mis presentaciones en el teatro musical cuando Canción de Rachel, con Mefisto Teatro (donde interpretaba a Adolfito, personaje que me llevó a la nominación del premio Adolfo Llauradó en 2012) Rent vendría a satisfacer la necesidad de verme una vez más en la tríada canto/baile/actuación: fue una experiencia linda conocer a un equipo de Broadway y trabajar con amigos actores, cantantes, coreógrafos… Ahora en El espejo, un rol fuera de mi personalidad que me lleva a tocar fondo, tengo la posibilidad de desdoblarme por completo, de modo que lo disfruto mucho. Verme diferente e innovador me llena, además de poder compartir con amigos actores y una exquisita directora: Mariam Montero, a quien agradezco tanto, así como a todos los que intervienen en la puesta.

—He apreciado que cuando cantas, en realidad interpretas (como sabes, no es lo mismo) y echas mano a varios recursos gestuales y faciales propios de la actuación: ¿cómo se combinan en ti ambas líneas, es algo que asumes y proyectas de modo consciente o te brota espontánea, intuitivamente?

—Cuando me presentan los proyectos analizo el repertorio y lo estudio, y en esa investigación entra todo: música, texto, dificultad vocal, estilo, género, etc., y ahí es donde me creo un personaje para dicho repertorio, diría que puede ser algo natural, pero me analizo antes de llegar al escenario para saber si resultará o no. Sí: eso es con métodos stanislavkianos… y con los buenos maestros que he tenido (Risas). Además de la necesidad que siempre tengo de que los espectadores se lleven el recuerdo y la satisfacción, de que sean felices: es algo que me propongo siempre.

—Para un joven como tú, de provincia, y no una cualquiera sino esa que carga con tantas injustas bromas, de tan mal gusto, ¿ello ha significado algún tipo de trauma u obstáculo en la carrera?

—Pinar del Río es donde nací y me comencé a formar como persona y artista, donde tuve mis primeros encuentros con el escenario y conocí unos maestros maravillosos, amigos que son los mejores y fueron partícipes de mis logros actuales, quienes me aconsejaron y enseñaron mucho de lo que hoy me regocija. Fue en un tiempo un trauma querer hacer arte y ser evitado, pero la vida nos lleva al sitio en que nos toca estar, y aunque acá existen sus limitaciones, como ya te decía, prejuicios, ello no me impide entregar arte y dar amor; con eso todo se logra, la vida me lo ha demostrado. Y doy gracias a todas las personas que han intentado frenarme, ellas han sido las responsables de que conozca a las otras, esas que me brindan la posibilidad de hacer.

—¿Qué proyectos tienes en agenda? ¿Y qué sueños?

—Por el momento seguir, en cuanto proyecto me brinden ahí estaré, no le temo a nada, me siento capaz de enfrentar cualquier reto... Joven soy para seguir soñando y ¿sabes qué?: los sueños que he tenido desde niño se han cumplido, los de ahora se han cumplido, los que tendré, que son muchos, se darán. Lo sé, tengo una familia que me apoya y ama, y amigos, muchos amigos que de seguro querrán compartir conmigo esos sueños.

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