Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Presentadores en «zona de peligro»

Filmar Bailando en Cuba es como estar metidos en una obra de teatro, confiesan estos jóvenes actores que ahora son el rostro del popular programa

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Eran Camila Arteche, Carlos Solar y Leonardo Benítez los presentadores que Manolo Ortega quería para Bailando en Cuba. Los estuvo «persiguiendo» hasta que consiguió a estos jóvenes actores que ahora son el rostro del popular programa producido por RTV Comercial y que transmitirá Cubavisión dos domingos más, a partir de las 8:30 p.m.

Camila, por ejemplo, antes había estado a las órdenes del también director de Sonando en Cuba en el videoclip que se le realizara justo a la ganadora de la primera edición del espacio, que se ha centrado en la búsqueda de los más talentosos intérpretes. Casualmente ahí compartió el rodaje no solo con Paulito FG, sino además con Solar.

Y ya desde entonces quedó pendiente que Manolito los convocaría para que se convirtieran en presentadores de alguno de sus proyectos. Pero no se pudo materializar un programa de fin de año, en el que había pensado en ella; ni un espacio para uno de nuestros veranos, en el cual lo había tenido en la mira a él.

Con Leo fue distinto. Lo llamó directamente para Bailando..., porque necesitaba a un actor con su biotipo y que además hubiera «calado» en la gente, como este lo hizo con su Maykel Junior en Latidos compartidos. Al menos eso fue lo que Manolito le explicó cuando Benítez lo interrogó acerca del porqué de su elección. «Fue lo mismo que le pregunté a Roberto Portuondo, quien ya no está entre nosotros, cuando me invitó a que asumiera la conducción de Maravilloso mundo, pues debo confesarte que le tengo terror, debido a que no me considero un presentador; soy un actor», insiste el muchacho al cual el cineasta Rigoberto López le abrió las puertas del séptimo arte al ponerlo en el elenco de Roble de olor.

«Acepté este reto, pero siempre con respeto. Para mí ha sido genial no llevar solo esa enorme responsabilidad que representa Bailando en Cuba y tener a mi lado a Camila y a Carlitos. Me apoyo mucho en ellos. Y después, el proyecto funciona como una gran familia, porque detrás hay un equipo muy profesional, lo cual ofrece total seguridad cuando te paras en el escenario. Manolo se cree que somos presentadores-estrellas, y confía plenamente en nosotros».

La Arteche, por su parte, anda superfeliz. Bailando... no marcaba su inicio en este rol, pero aquí se trataba de una experiencia distinta, sobre todo en comparación con el cabaré, que no le es en lo absoluto ajeno: Macumba Habana, cinco años en Tropicana, Habaneando; actualmente el Habana Café, del Hotel Cohíba, con PMM... «No, no es igual. Cierto que en esos centros nocturnos estás conectada con el público directamente, pero en este tipo de espacio se complejiza, porque todo el tiempo escuchas las orientaciones de Manolito por el “chicharito” (micrófono), y porque no puedes perder de vista que aunque actúas para un auditorio trabajas a la vez para la televisión. No resulta sencillo encontrar la justa medida en esa mezcla...

«Asimismo hay que mantenerse muy vivos en escena para poder enfrentar cualquier imprevisto. En el guion se escribe: “Camila conversa con los concursantes”, pero no se indica qué; por tanto debes estar muy concentrado, y muy metido en el programa, pero se disfruta tremendamente... Hacía rato que no formaba parte de un equipo que estuviera tan involucrado, sin excepción: vestuaristas, maquillistas, arte, fotografía..., y eso es fenomenal, pues todos trabajan con la misma energía para que salga lo mejor posible... ¿Quieres que te diga algo? En cuanto a nosotros, considero que hemos ido creciendo, avanzando en nuestra “tarea”», dice Camila entre sonrisas, y Carlos la secunda:

«Es una lástima que el tiempo se haya ido tan de prisa. Esa sensación solo se siente cuando estás a gusto. Ya se ha visto que las ideas de Manolito son muy contemporáneas, por ello sus programas se desarrollan muy arriba», señala Solar, quien es completamente empírico, a diferencia de su compañera en el escenario, quien se graduó en la ENA y ahora estudia en el ISA. Pero así y todo, ya Solar había demostrado sus dotes en estas lides que lo trajeron a Bailando en Cuba, en series al estilo de Guanahacabibes y Lomas de Banao, o más recientemente en espacios como Banda sonora, del Canal Habana, donde se puede ver los jueves.

«Pero ninguno de ellos se compara con Bailando..., es otra cosa, una exigencia muy superior. Aquí los textos debemos defenderlos “calientes”, en medio de un espectáculo que está constantemente en zona de peligro; no existe corte, no se para; si te equivocas, no te queda más remedio que arreglarlo en el camino. Cuando filmamos Bailando… es como si estuviéramos metidos en una obra de teatro».

Confesiones en tres

Asegura Carlos a JR que lo que se dice apuro, apuro, no ha pasado ninguno. «Mi mayor “problema” es que nos dejamos llevar por el calor del espectáculo. Incluso llegamos a implicarnos sentimentalmente con los muchachos que compiten, con lo que está ocurriendo en escena. Y hay veces que eso me desconcentra; “olvido” que estoy trabajando, que soy parte del espectáculo y debo cumplir con una responsabilidad», confiesa este joven que ha estado en el plató bajo las órdenes de directores de la talla de Tomás Piard.

Y es cierto que a veces «se va», manifiesta con picardía Camila, quien para que nos representemos lo que ambos quieren decir, relata aprietos como el de aquel día en que el programa se había dedicado al 14 de febrero.

«Estábamos todos abrazándonos, pero teníamos que caer de nuevo en situación, y Manolito nos ordenaba con insistencia: “Vamos, vamos, que se nos acaba el tiempo; carguen el texto de nuevo, carguen el texto de nuevo” —sonríe—. Pero Carlitos buscaba y buscaba y no encontraba la línea y se me ocurrió señalarle en la tarjeta con el dedo, mas teníamos la cámara enfocada en nosotros. Ahora recuerdo a Manolito halándonos las orejas: “¡Pero cómo van a hacer eso!”. Y yo me sentí fatal, porque tenía razón».

«Parece que es muy sencillo —les comento—, a veces la gente los lleva un poco recio». «Parece, pero no lo es», apunta Benítez. «No se debe olvidar que constantemente debemos actuar como moderadores del tiempo que hablan los invitados, los muchachos, el jurado... Andar a la viva de si se han pasado, o expresaron lo que debían... y estar listos para improvisar... ¿Y qué decirte del público? También hay que mantenerlo bajo control... Es que el cubano es muy expresivo», suelta una carcajada Leo, que pone en evidencia su alegría por haber aceptado finalmente participar en Bailando en Cuba.

«Estuve a punto de rechazar la propuesta, porque andaba muy triste. Cuando me llamaron hacía un mes que mi madre había fallecido: ella, que es el centro de mi vida, lo más grande y sagrado; la impulsora de lo que hacía, hago y haré. Pero a ella le encantaba la fiesta y era tremenda bailadora, y de seguro me habría empujado adelante», admite quien ha tenido la suerte, y no lo niega, de ser buscado una y otra vez para que pueda ir dejando una huella en el cine nacional: Ciudad en rojo, Larga distancia, Siete días en La Habana, H2O, Vientos de La Habana... y quizá El Mayor, de nuevo dirigido por Rigoberto López, sobre la figura de Ignacio Agramonte.

Sí, una «suerte» que le agradecerá siempre a su principal maestro, Humberto Rodríguez García, quien lo acogió y lo enseñó en el grupo Olga Alonso desde 1998, antes de que le llegara el turno del ISA, que pasó por curso de trabajadores y donde también aprendió mucho de grandes como Verónica Lynn y Fernando Hechavarría. Luego muy rápido se le presentó la oportunidad de acceder a la televisión, donde debutó con Roly Peña en Enigma de un verano, para luego estar en el reparto de Patrulla 444, Tras la huella...

Camila igual les da las gracias a no pocos que han hecho realidad su sueño infantil de convertirse en actriz: a su maestra Santa, de la primaria, que aconsejó a su mamá que la encaminara en el mundo del arte; a Leonilo Guerra quien le dio aquellas maravillosas clases de títeres; a Anaisy Gregory y Jazz Vilá; a la telenovela ¡Aquí estamos!, que constituyó el gran impulso...

«No, no me quejo. Es maravilloso hacer lo que más te apasiona y tener la dicha de actuar en proyectos en los que crees, como la próxima película de Ernesto Daranas, Sergio y Serguei; o como el teleplay de Magda González Grau, donde comparto el elenco con Luisa María Jiménez, Edith Massola, Alicia Hechavarría... Como si fuera poco, ahora Bailando…, que no quisiera que se acabara. ¡Lo juro!».

Carlos es actor, sin embargo, porque sí, porque está en su destino. «La experiencia me la ha dado enfrentar un proyecto, otro, otro y otro. Estudié refrigeración, especialidad que nunca ejercí; después Licenciatura en Rehabilitación, pero en segundo año de la universidad la actuación se empecinó: “Aquí estoy yo”», y la directora del policlínico donde él laboraba prefirió no echar una pelea en la que podía perder.

—¿Quiere decir que si alguien se lastima sales a socorrerlo?

—¡Seguro! Pero después de los primeros auxilios me «compongo» y me preparo para tirar mi mejor pasillo en Bailando en Cuba.

Camila Arteche

Leo Benítez

Carlos Solar

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