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Patricia Villegas: ¿Tienes una buena historia? Cuéntala bien

Sonriente, de naturalidad encantadora, la presidenta de Telesur nos habla de la mujer en el mundo de hoy, y del deber de un periodista comprometido con las buenas causas

Autor:

Alina Perera Robbio

CARACAS.— Patricia Villegas Marín, presidenta de Telesur, parece una niña. Lo digo por su sonrisa que ilumina, por su rostro tan lozano, que sin una gota de maquillaje es hermoso. Lo admirable es que debajo de esa frescura hay una mujer que le echa garras con todo al trabajo —obsesivamente dice ella—, y que a la altura de sus 42 años tiene una hoja de servicios en la lucha de los medios de comunicación, ante la cual hay que quitarse el sombrero.

Colombiana de nacimiento, se graduó en la Universidad del Valle y llegó a Caracas para trabajar en el canal que hoy dirige, creado por el Comandante Hugo Chávez en 2005 con el apoyo de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Allí Patricia comenzó como presentadora de noticias; y en enero de 2011 el entonces ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información (Minci) de Venezuela, Andrés Izarra, la designó como presidenta de La Nueva Televisión del Sur, Telesur.

La política editorial de la televisora es contribuir con el proceso de integración de los pueblos latinoamericanos y caribeños a través de información contextualizada y balanceada, con una transmisión de contenidos noticiosos durante las 24 horas del día. En 2015, cuando Telesur cumplió diez años, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, envió una carta a Patricia donde le expresaba que no podía pasar por alto el aniversario sin mandar un mensaje, y donde recordaba que la creación de Telesur «fue una iniciativa que abrazó el inolvidable Chávez», quien «quiso que las transmisiones se iniciaran el 24 de julio, día histórico del natalicio del Libertador Simón Bolívar».

«En su camino de aprendizaje y de experiencias —escribió el Comandante en Jefe en la misiva fechada el 22 de julio de 2015—, no ha habido acontecimiento político, económico y social trascendente en que Telesur no haya estado presente con inmediatez, objetividad y veracidad. Del mismo modo han encontrado espacio los hombres, mujeres y niños de diversos grupos sociales, etnias y religiones, los indígenas, los negros, los desposeídos y más humildes con su dignidad e inteligencia naturales y sus historias conmovedoras y muchas veces desgarradoras».

Entonces Fidel confesaba ser un televidente invariable del canal, mediante «el cual satisfago gran parte de mis necesidades informativas. Nuestro pueblo, con avidez y preferencia, recibe la señal en vivo».

Desde una naturalidad admirable la comunicadora, a quien Fidel felicitó en el mensaje por su «brillante dirección», conversó con colegas cubanos, a quienes ofreció su mirada como mujer, como madre y trabajadora: «En un momento como este, y en todos los momentos de la historia de la humanidad, nos dijo, la mujer ha sido central. A través de nosotras se ha construido el planeta entero. Hoy tenemos tantos desafíos como antaño tenían nuestras antepasadas, cada quien en su momento y en su realidad.

«Hoy, digamos en el caso particular mío que soy una mujer trabajadora, dedicada ciento por ciento a las ideas que defiendo, que le dan sentido a mi vida, este es un momento que exige cada día mucho más, porque el mundo está muy complicado, porque no estamos en tiempo de avanzada sino de resistencia, y siempre se requiere hacer mayor esfuerzo».

Patricia se define como «una mujer latinoamericana y caribeña que, además, tomó la decisión de ser madre, de tener una pareja, de conseguir una familia», algo que, en su entender, genera «enormes desafíos». Ella se siente «una mujer de esta época, de este tiempo, en lucha, en resistencia, cansada todo el tiempo, las mujeres estamos todo el tiempo pidiéndole a la vida más horas, pero logrando hacer lo que también hicieron nuestras antepasadas, o sea, combinar nuestra razón de ser, nuestra lucha, con nuestras familias y con nosotras mismas».

Ella llama a sus congéneres a «estar en guardia, a estar en la primera fila de combate. El mundo está ante una posibilidad enorme de abismo, y tenemos que ser nosotras —con nuestro amor, con esa capacidad que tenemos de congregar y desafiar a la naturaleza—, las que podamos cambiar el ritmo y el rumbo de la historia».

En particular las mujeres cubanas le inspiran a Patricia admiración, y la ilusión de estar entre nosotros, en breve, por no sabe si mucho o poco tiempo, «compartiendo el día a día, y compartiendo los enormes desafíos que tiene también la sociedad cubana. Estoy segura de que, como ha sido durante todos estos años, las mujeres cubanas tendrán un papel muy importante en los días por venir de la historia de ese amado pueblo».

—¿Qué llamado hacer a los periodistas en el mundo actual?

—Honestamente creo que lo que ha venido pasando es que se transforman las plataformas comunicacionales. Hoy es muy importante hacer contenidos para cada una, pero detrás de la plataforma o antes de ella, cuando uno distribuye su mensaje, está la historia. Mi reflexión personal y mi llamado para los y las periodistas en todas partes es: ¿Tienes una buena historia? Cuéntala bien, después vemos cómo la distribuimos.

—Sin dudas Telesur es un hecho con admirables resultados…

—Hace 12 años era solo una idea, pero estaba muy clara la necesidad, para el Comandante Chávez y para el Comandante Fidel, de conseguir una poderosa plataforma de comunicación que contara la realidad de América Latina y el mundo, y que con nuestra mirada pudiera contar lo que estaba sucediendo en ese mundo.

«En estos 12 años son muchísimas las historias que hemos contado. Estamos metidos en el panorama de los medios a nivel global. El mayor reto que nosotros enfrentamos ahora es poder ampliar nuestra capacidad de influencia, que nuestra red sea cada vez mayor, que cada uno de nosotros se entienda como un gestor de la comunicación y como un promotor de las historias que están sucediendo, tanto para que lleguen a la plataforma de Telesur como para que salgan desde Telesur hacia todas partes.

«Es muy importante que cada historia en Telesur lleve el verdadero sello de lo que le está sucediendo a los pueblos del mundo, porque para hacer lo que los otros hacen, tiempo sobra. O sea, nosotros tenemos que seguir manteniendo nuestra esencia, lo que nos ha diferenciado, lo que nos ha abierto un espacio en el corazón de la gente, y logrando que cada historia, con su esencia, llegue cada vez más a los lugares más apartados de nuestra región».

—Cuba está a tu lado en ese empeño…

—Y yo al lado de Cuba…

—Estás al frente de una tarea nada simple. En nuestra Isla se admira mucho a Telesur, se le ve, y ha habido momentos inolvidables que hemos compartido juntos. ¿Una tarea como esta no te sobrecoge en lo personal? ¿Cuántas horas al día trabajas para ser mujer, madre, profesional?

—Telesur y yo tenemos una relación en la que siempre le estoy debiendo, porque a pesar de todo el tiempo que le dedico y del esfuerzo, de la pasión, de las energías (son 12 años que se cuentan con sus días y con sus noches), siempre me ha dado la oportunidad de aprender, de conocer, de estudiar, de escudriñar.

«Soy una persona obsesiva con el trabajo, con las noticias. Me encanta, siempre que un periodista llega con un dato, decir qué más hay, y quién más dijo, y por qué. Le debo mucho a Telesur porque me permite ser como soy con el trabajo, con las noticias, con las historias, con la gente. He decidido criar a mi hijo Simón allí. Él está desde los diez días de nacido en la oficina, por eso es un niño que habla de las elecciones, de los candidatos, que identifica con cinco años de edad a actores políticos y lugares en el mundo, porque es de lo que escucha hablar».

—Simón por Bolívar…

—Sí, Simón por el más grande de los grandes. Él está allí, yo lo veo que crece lindo, con muchas preguntas, con muchas historias. Entonces, a pesar de que podrías decir, oye, qué duro criar a un niño en la oficina, también es una tremenda oportunidad la que tiene un niño que crece donde pasan tantas historias distintas, donde suceden las luchas de millones de seres humanos, en una pantalla de la cual yo digo no hay otra como esa. Y cuando digo que no hay otra como esa no estoy diciendo que sea mejor que otras; sencillamente estoy diciendo que es diferente, que no hay otra igual.

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