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¿Oscuridad en las salas oscuras?

Perder instituciones culturales tan valiosas como los cines es un lujo inadmisible para Cuba. Se trata de dotar a esos espacios de nuevas opciones y no de ir en contra del consumo audiovisual contemporáneo

Autores:

Yahily Hernández Porto
Hugo García
Lisandra Gómez Guerra

Los tiempos cambian. Las tecnologías se superan unas a otras. Cada día quedan sepultadas en un abismo las que brillaron o triunfaron en su época. La cinematográfica se mantuvo inamovible durante un siglo, desde el cine mudo hasta las películas a color; pero la era digital espantó el idilio de las salas oscuras.

Esos inmuebles enormes han quedado en el olvido en muchas naciones, y sobreviven los espacios multipropósitos, atemperados a las exigencias actuales. Los cubanos hemos visto derrumbarse paulatinamente muchas salas de cine. Las sobrevivientes sufren carencias tecnológicas, problemas constructivos y, además, se amplió el espectro de su objeto social para que no fenecieran.

Al acercarse al tema en varias provincias para valorar la salud de los cines, la calidad de su servicio y la aceptación del público, se comprueba que no todo anda bien ni está perdido. Sin embargo, se necesita mucha iniciativa, aunque el recurso financiero siempre estará como espada de Damocles.

Cuestión de tecnología

La espirituana Laura Torres se considera una apasionada del mundo cinematográfico. En su computadora personal se guardan, como un tesoro, varios gigas de películas, en su mayoría, de factura foránea. Sin embargo, solo una vez —confiesa— ha observado un audiovisual en la pantalla grande.

«Fue cuando presentaron Conducta. En la escuela todo el mundo hablaba de eso y no me la consiguieron en ese momento en el “paquete”, así que me embullé. Es cierto que se ve mucho mejor, pero pasé calor. La gente se reía, no me dejaba concentrarme, y los asientos estaban incómodos. En mi casa es mucho mejor», asegura la jovencita de 16 años.

Opiniones similares a las de ella han sido recogidas por este equipo. El pionero matancero Brian Reyes nunca ha ido a un cine; esa palabra le suena distante. En su tablet o laptop juega y se deleita por horas mirando películas.

Ahora los más jóvenes intercambian todo tipo de materiales gracias a las nuevas tecnologías, que se han convertido en multiplicadoras de audiovisuales a despecho del derecho de autor. Solo una opción tremendamente atractiva movilizaría a toda la familia para ir algún día a un cine y en ese camino se trabaja.

«Pensamos negociar con Artex su tecnología 3D para usarla en nuestras salas, esa es una alternativa», dice Maylits Aldanas Monzón, directora del Centro Provincial de Cine (CPC) de Matanzas. No hay dudas de que eso beneficiaría a ambas entidades, pero cabe una pregunta: ¿por qué esa inversión no se hizo, en primera instancia, a favor de los CPC?

Gerardo Hernández Sediez, director del centro de cine en el municipio de Matanzas, refiere que desde abril de 2014 presentan problemas tecnológicos y el video proyector marca Sanyo caducó. Reflexiona que habría que prever el financiamiento para sustituir estos equipos a tiempo.

En cuanto a tecnología estamos mal, enfatiza la directora del CPC, Aldanas Monzón. «Actualmente, de los ocho video-  proyectores en existencia solo cinco funcionan, lo que significa que la mayoría de los cines matanceros poseen videos con televisores».

Una situación parecida atraviesan las instituciones camagüeyanas. Allí solo cuatro cuentan en sus salas con equipos de proyección en pantalla grande, el resto funciona con televisor y DVD, lo que dificulta la calidad de las presentaciones cinematográficas, explica Seidel Toledo Pimentel, al frente del CPC en esa provincia.

Parece que ningún territorio escapa de la crisis. En Sancti Spíritus solo las salas de los territorios de Fomento, Cabaiguán, Jatibonico y la cabecera provincial proyectan en pantalla grande.

El tiempo pasa la cuenta

Camagüey cuenta con 20 cines, y de ellos funcionan 16. En Matanzas, de sus 40 instalaciones solo 28 brindan servicios. En cambio, la provincia de Sancti Spíritus muestra una cara distinta.

«Cada año les pasamos la mano y los 16 están pintados, sus escenarios y lunetas no están rotas, y salvo el Conrado Benítez, del municipio cabecera, el resto posee turbinas de aire. En estos momentos esperamos por los especialistas de Copextel para que nos den el servicio de gas al acondicionador de aire del cine espirituano, el único climatizado», manifiesta Asley Reyes Martínez, director del CPC en ese territorio.

 

El cine Conrado Benítez, de Sancti Spíritus, exhibe una buena situación
constructiva, pero lamentablemente esa no es la realidad de muchos otros
en el país. Foto: Lisandra Gómez

 

El cine Conrado Benítez, de Sancti Spíritus, exhibe una buena situación constructiva, pero lamentablemente esa no es la realidad de muchos otros en el país. Foto: Lisandra Gómez

En el caso de Camagüey no brindan servicios los que se encuentran en proceso de traspaso y cambio de uso para otras entidades; y en el cine Alkázar se realiza un proceso de inversión para remodelarlo. De manera general, el estado constructivo de esas instituciones es regular, y se trabaja de manera paulatina dándoles prioridad en el presupuesto a aquellas con mayores dificultades. Hasta la actualidad se han reparado un total de 16, dentro de las que se destacan el Multicine Casablanca, el Complejo Audiovisual Nuevo Mundo y el Callejón de los Milagros (paseo temático del cine en la calle Ignacio Agramonte).

Hernández Sediez expone que en La Atenas de Cuba solo funcionan el Atenas y el Velasco, pues el cine Granma, en Ceiba Mocha, perdió toda la estructura del salón y solo se aprovecha el lobby para una salita de video.

¿Y para ver qué?

Para Armando Glicerio Pérez Padrón, máster en Cultura Latinoamericana y estudioso del tema, además de las dificultades relacionadas con el deterioro paulatino de las salas —a lo que se suman la climatización, ventilación, lunetario y equipos de proyección y sonido, así como la disminución de las cifras de energía eléctrica, con lo cual se redujeron las tandas de exhibición—, se encuentra el deficiente sistema de promoción, que no aprovecha a la televisión nacional para divulgar las ofertas de cine; y la falta de motivación y estimulación económica de los trabajadores de las salas de cine.

Lourdes Alfonso, especialista matancera en Análisis de la programación, afirma que se cuenta con estrenos enviados por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), con los que se trata de buscar un equilibrio entre dramas, acción, infantiles… «Atenta contra la programación el hecho de que la población recibe películas por el “paquete”, lo que significa un fácil acceso para verlas en sus casas. La programación de los cines trata de buscar un equilibrio, pero la televisión conspira negativamente, porque casi al mismo tiempo que se exhibe en nuestras salas se transmite por la TV. Eso desarma a los programadores, que ven menguar los ingresos.

«La programación se concibe de acuerdo con los gustos, edades, y atendiendo a las características de cada localidad; pero estamos claros de que ese gran público se perdió de las salas y ahora tenemos que incidir en las escuelas, para buscar asistencia, con actividades dirigidas y presentaciones», especifica Alfonso.

Si bien no son frecuentes los cines repletos con intensas colas para ver filmes de interés, la película Conducta demostró que se pueden llenar las salas, como sucedió con Habanastation y Amor vertical.

Varios especialistas coinciden en que el público, cuando se estrena un filme cubano, piensa que lo va a satisfacer; no obstante, si la película no logra el impacto esperado, esos espectadores desaparecen. La falta de sistematicidad en los estrenos y la calidad de los filmes han traído como consecuencia que los cines a veces pasen inadvertidos.

Fernando Valdés Freé, periodista especializado en temas cinematográficos, expresa que el embrujo de la sala oscura es un atractivo adicional que disfruta el espectador al participar del acontecimiento artístico, y valora que el cierre de las salas provoca que los espectadores desvíen sus intereses audiovisuales hacia otras propuestas que se entronan por estos tiempos.

A ese cúmulo de razones, de acuerdo con Asley Reyes Martínez, director del CPC espirituano, se le añade que no siempre el número de propuestas (alrededor de 15), que llegan cada mes a la provincia desde el Icaic, son las de mayor demanda. Con esa cifra se deben completar todas las funciones, por lo que, mayormente, aparece una sola en cartelera, siempre en el mismo horario nocturno, salvo los fines de semana, cuando en la tarde se potencia alguna dedicada al público infanto-juvenil.

«Con lo que nos envían debemos estructurar la programación de cada municipio, según las particularidades de las audiencias; pero hoy ya es poco común encontrar una casa sin un televisor y un DVD con los que se pueda disfrutar de una película. Por eso, aunque pongamos una ganadora en certámenes prestigiosos, ya la han visto», comenta Asley.

Conducta demostró que la cinematografía nacional continúa seduciendo al público. Fotograma del filme

Uso polivalente

«En el resto del mundo, los cines son espacios recreativos, donde además de ver, tienes la opción de consumir comida ligera y otras propuestas. Además, como espectador te puedes sentar a dialogar y analizar lo que observaste, y quizá en ese tiempo te motives a entrar a otra función», considera el espirituano Gustavo Ramos.

En busca de generar ingresos, ante la poca afluencia de espectadores y en correspondencia con su objeto social, todos los cines les dan a sus espacios un uso polivalente: para reuniones, presentaciones de brigadas circenses, teatro, ballet y galas culturales.

Como parte de las actuales reparaciones de los cines matanceros, se quieren realizar modificaciones para montar espacios destinados a cafeterías, donde se expendan productos ligeros, sin incluir ron ni cerveza.

«Nuestro objeto social se modificó y flexibilizó en 2014, e incluye brindar servicios a diferentes manifestaciones artísticas, lo mismo una obra teatral que un conjunto musical, además de las proyecciones cinematográficas, servicios de gastronomía, venta de souvenirs y revistas cinematográficas, y montar galerías para artes plásticas», aclara Aldanas Monzón.

«El cine General Antonio, de Jagüey Grande, queremos abrirlo con una cafetería dirigida por cuentapropistas y mantener la programación cinematográfica. Se construyen dos salas de video, y el salón que no tiene lunetas lo convertiremos en un área multipropósito», agrega.

No obstante, existen otras iniciativas para devolverle la vitalidad a esos centros. Para los jóvenes espirituanos Yusmaica Piedra y José Ernesto Fernández el evento provincial de cine clubes y jóvenes realizadores, en el cual se compite en los apartados de creación y análisis de audiovisuales, es una opción que les permite elevar sus conocimientos sobre el séptimo arte e interactuar con personalidades de ese panorama cultural.

En Camagüey, mediante el servicio de Mediateca en el Complejo Audiovisual Nuevo Mundo, los usuarios pueden obtener información digital sobre diversos aspectos relacionados con el cine, consultar libros de la temática en formato digital y adquirir materiales fílmicos en soporte USB.

«Contamos con el proyecto de animación sociocultural El Callejón de los Milagros, cuyo objetivo es construir un espacio de reflexión sobre cultura audiovisual mediante el uso creativo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, con acciones a través de una red wifi», apunta Toledo Pimentel.

En 2008 se fundó allí también el Festival Internacional de Videoarte por los artistas Diana Rosa Pérez Legón y Jorge Luis Santana Pérez. Ese proyecto se ha fortalecido y hoy es una de las opciones más novedosas que conforman el proyecto del paseo temático de la Calle de los Cines, con ofertas que van desde la realización cada dos años de dicho Festival, hasta acciones de superación sobre la manera de vincular las artes visuales con lo más adelantado de las nuevas tecnologías, en las que se incluyen robótica y tercera dimensión.

Los cines a lo largo de su historia han sido emporios culturales, por lo cual merecen más respaldo en todos los sentidos; son instituciones que pueden aportar mucho al enriquecimiento espiritual y cultural del cubano que queremos para nuestra sociedad.

Que los centros provinciales de cine hayan pasado de unidades presupuestadas subvencionadas a unidades presupuestadas con tratamiento especial, significa que a mayores ingresos, sin descuidar la política cultural, se podrá revertir más en nuevas alternativas. Solo con originalidad, empeño y transformación dinámica será posible el sostén económico.

Revitalizar las salas oscuras no implica volver al concepto tradicional que de ellas se tiene, sino buscar que en sus espacios confluyan varias opciones, tanto para un público masivo como para el más especializado. Por ahí va el camino.

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