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Cine de guerras y monstruos

Una invitación a reflexionar en torno al pasado colonial español y a los dramas humanos que provocan las guerras nos propone 1898: Los últimos de Filipinas, ópera prima de Salvador Calvo, mientras Un monstruo viene a verme trae lo fantástico a las salas oscuras

Autor:

Alejandro A. Madorrán Durán

Una invitación a reflexionar en torno al pasado colonial español y a los dramas humanos que provocan las guerras nos propone 1898: Los últimos de Filipinas, ópera prima de Salvador Calvo, con la que se inauguró este martes, en el capitalino cine Charles Chaplin, otra edición de la Muestra de Cine Español, la cual se extenderá hasta el 22 de junio.

Como cada año este encuentro, que La Habana recibe con gusto, propondrá títulos que forman parte de la más reciente y premiada filmografía de ese país ibérico, y en cuyas exhibiciones los espectadores tendrán el privilegio de poder compartir con directores e integrantes del elenco de los filmes.

Así sucedió con el debutante director —aunque experimentado en la TV— Salvador Calvo, quien participó en la presentación del filme 1898: Los últimos de Filipinas, al que calificó de «complicado» por tratarse de una representación del hecho histórico conocido como El sitio a Baler, último enfrentamiento entre la metrópoli y su colonia de Filipinas, en el cual 50 militares españoles resistieron durante casi un año las embestidas de los independentistas, aun cuando ya el armisticio había sido pactado en el deshonroso Tratado de París.

En conferencia de prensa Calvo también refirió que aunque este suceso ya había sido reflejado en 1945 por la película homónima Los últimos de Filipinas, a diferencia de esta, en la cual predomina la exaltación a la heroicidad de esos soldados, su aproximación persigue hacer comprender el «sinsentido de las guerras».

Y como generalmente en las revisiones históricas media el prisma por el que se mira, este realizador comentó a nuestro diario que a la hora de erigir este drama desde la perspectiva de la metrópoli fue fundamental trabajar con el guionista cubano Alejandro Hernández, quien aportó una visión más actual y desde la orilla de las colonias, que se hizo evidente en un trato respetuoso en su largometraje a la lucha de liberación de los filipinos, afirmó.

Este realizador madrileño explicó que dirigir a actores como Luis Tosar (Toro) y Álvaro Cervantes (Tres metros sobre el cielo), entre otros destacados intérpretes, conllevó a que rodar esta película, que se volverá a exhibir el viernes en La Rampa, fuera una tarea fácil.

Con la obtención de un Goya, 1898: Los últimos de Filipinas se sumó este año a la lista de los galardonados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de la nación del Viejo Continente, institución que reconoció ampliamente a dos filmes que también serán proyectados dentro de la presente muestra: Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, y Tarde para la ira, de Raúl Arévalo, con nueve y cuatro lauros, respectivamente.

Entre lo fantástico y lo dramático se mueve la propuesta de Bayona, que sus productores promueven del siguiente modo: «Sí, Un monstruo viene a verme va sobre un niño y un árbol que habla, pero es más profunda, emotiva y potente que la mayoría de las películas protagonizadas por adultos. Es la historia de una pérdida, llena de lecciones de vida que todos, incluso los niños, encontrarán difíciles y dolorosas».

Con 11 nominaciones llegó Raúl Arévalo a los Goya, guionista y director de Tarde para la ira, con esta historia de superación en la que los pequeños hacen morder el polvo a los grandes. Curro, el protagonista, entra en prisión tras participar en el atraco de una joyería. Ocho años después sale con ganas de emprender una nueva vida junto a su familia, pero se encontrará con una situación inesperada y con un desconocido.

El olivo, otra de las triunfadoras en la pasada entrega de los Goya, también clasificó en este viaje por la filmografía ibérica. Este miércoles su directora, Icíar Bollaín, asistirá a la sala del cine 23 y 12 para ser testigo del recibimiento que le tributarán los cinéfilos cubanos. «Tenía ganas de hablar de las dos últimas décadas de mi país, y sobre la crisis, que ha sido una etapa muy dura», dijo a la prensa al explicar sus motivaciones para ponerse detrás de la cámara.

Bollaín nos introduce a una joven (Anna Castillo, Goya a la mejor actriz revelación), quien luchará por devolver a su abuelo un querido árbol de olivo que fuera arrancado de su lugar natural en contra de la voluntad del anciano.

Igualmente nos visita Koldo Serra con su Guernika, para encontrarse con un público apasionado este jueves en el 23 y 12. Guernika vuelve al terrible bombardeo del cual fue víctima la ciudad vasca. Se estructura desde personajes salidos, en su mayoría, de la imaginación del director.

Otra de las invitadas de lujo en esta muestra es la reconocida actriz Elena Anaya (Wonder woman, La piel que habito), quien aparece en el reparto de Zipi y Zape y la isla del capitán que, inspirada en las caricaturas de José Escobar, cuenta las aventuras de dos niños muy inquietos que se verán envueltos en múltiples problemas. Esta versión y su anterior, Zipi y Zape y el club de la canica, se podrán apreciar este sábado y domingo, respectivamente.

Anaya, quien se transforma en la malévola señorita Pam, refirió haber sido durante su infancia más fanática de esos cómics españoles que de los héroes norteamericanos que abundan en las revistas.

El hombre de las mil caras, de Alberto Rodríguez; La reina de España, de Fernando Trueba y protagonizada por Penélope Cruz; y Proyecto Lázaro, de Mateo Gil, completan la lista de títulos de esta muestra que está como para seguir al detalle.

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