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Una Anacaona negada al olvido

A sus 87 años de edad, Anneris Cánovas, integrante por más de una década de la emblemática agrupación, rememora su amplísima trayectoria profesional a favor de la cultura cubana

Autores:

Hugo García
Fernando Valdés Fré

MATANZAS.— Delgada y muy activa, amable en todo su ser, esta matancera nos recibe en su céntrica casa de la calle del Medio. Ya nos esperaba. Subimos la recta y enorme escalera. Nos sentamos en la sala de la vetusta vivienda. Nos brinda café. Se retira y regresa con un valioso álbum de fotos, documentos, periódicos, diplomas y revistas. Enseguida nos llaman la atención las imágenes en las que aparece con trajes largos y llenos de vuelos, cantando o tocando una tumbadora.

«Yo soy una Anacaona olvidada», nos dice mientras ladea su cabeza. La memoria histórica de Anneris Cánovas pervive en esas exclusivas instantáneas, testimonio de cuando viajaba con la famosa orquesta fundada el 17 de febrero de 1932 por Concepción Castro y sus hermanas. En sus inicios fue el primer sexteto femenino de son.

«No pocas veces me han querido comprar las fotografías, parece que tienen valor, pero no las vendo», y vuelve a sonreír.

Al mostrar los numerosos vestidos, todos con diseños diferentes, que guarda de sus presentaciones en su larga historia de artista, exalta la minuciosa labor de su mamá, quien se encargaba de crearle modelos especiales para sus presentaciones:

«Aunque no lo crean, nunca repetí en el escenario el mismo vestido. Mi mamá me los hacía exclusivos para cada actuación. Se inspiraba en el motivo musical, buscaba las telas, cintas o encajes adecuados, y cosía una prenda única».

Su rostro ha cambiado, pero su voz flamea vibrante: «Cuido mucho mis cuerdas vocales, sin hacer disparates, y en eso reside quizá el hecho de que mi voz sea la misma».

Todavía a sus 87 años de edad canta y mantiene la disciplina laboral como directora del Quinteto Anneris y sus muchachos, además de aportar sus conocimientos como profesora del proyecto infantil Maravillas de la Infancia.

No deja de enarbolar con sano orgullo su matanceridad y haber sido una de las principales integrantes, durante 12 años, de las legendarias Anacaona, como cantante-presentadora y tocando varios instrumentos de percusión.

A finales de la década de los años 50 del pasado siglo se unió a esa orquesta como solista, y con ella desplegó su carrera artística internacional, pues su talento fue admirado en Chile, Colombia, Panamá, Brasil y Uruguay, escenario este último donde la agrupación musical femenina tuvo la oportunidad de actuar junto al trío Los Panchos y a Nat King Cole: «Qué orgullo de cubanas recibir elogios de esas personalidades mundiales», confiesa.

Precisamente en Uruguay, Anacaona, acompañada por las autoridades oficiales de dicha nación, le dio la bienvenida en el aeropuerto capitalino a la primera delegación de la Isla que salía al exterior después del triunfo revolucionario de 1959, y que integraba la actriz matancera Violeta Casals, La Voz de la Sierra Maestra, de Radio Rebelde. «Fue emotivo saludar y recibir a los nuestros e interpretar en Montevideo nuestro Himno Nacional», rememora Anneris.

Tras una fructífera etapa de éxitos, Anacaona entró en receso y Anneris volvió para Matanzas, donde comenzó la carrera de solista, lo cual le llevó a actuar en espectáculos y revistas musicales en La Habana. «Es increíble, cuando alguien se entera de que trabajé con Anacaona se asombra. Algunos quieren fotografiarse conmigo y hacen muchas preguntas», nos dice esta mujer, la voz principal de Anacaona en su momento, con una obra y trayectoria profesional amplísima a favor de la cultura nacional.

Nací para cantar

El primer contacto directo de Anneris Cánovas con la música tuvo lugar en la Escuela Superior No. 2, en la ciudad de Matanzas, donde se incorporó a su coro, conducido por el maestro Justo Ojanguren. «El placer por la música ya lo cultivaba desde mi hogar, pues mis abuelos maternos, mientras desarrollaban sus labores, tarareaban e interpretaban canciones en boga por aquel entonces. Nunca se dejó de escuchar en mi casa un programa radial dedicado a María Teresa Vera, todo un ídolo en la época».

La artista cuenta de sus inicios junto al guitarrista-concertista Ildefonso Acosta, con quien formó memorable dúo, ganador del único premio en competencia en el certamen convocado por Televisa Publicidad, en La Habana, en los años 50.

En el año 1955 se graduó de profesora de Economía, Artes y Ciencias Domésticas, en la Escuela del Hogar de Matanzas; sin embargo, su pasión por la música la impulsó a incorporarse, un año después, al capitalino trío Las Sepias, dirigido por Isolina Carrillo, con el que efectuó su primera gira por Haití. A la par, culminó sus estudios de actuación y formó parte, a mediados de los 60, de un grupo de teatro en su ciudad de origen.

Pero era demasiado el embrujo que sobre ella ejercía el canto, por lo tanto con Yoyo Reyes, Matico y Cary Dolet, integró el cuarteto TropiCuba; tiempo después se sumaría a Los Rudys, con Pablo, Rogelio y Rudy Díaz. «Entre mis tesoros guardo con cariño el altísimo honor de haber cantado para los combatientes cubanos en Angola, con la orquesta Yaguarimú, en 1978».

Más adelante se unió a Gustavo Rodríguez y Ricardo Mederos y conformaron el trío que llevó el nombre de sus participantes. Al fallecer el primero, en 1995, cesó esa unión y la perseverante Anneris fundó el cuarteto Santa Cecilia con el que, ampliado a sexteto, se presentó en Francia, en 1998.

Por la obra de la vida recibió el Premio La Bella Cubana, que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el cual han merecido también Celina González, Omara Portuondo, Miriam Ramos, Sara González y Argelia Fragoso.

Destaca su amistad con grandes de la cancionística nacional, como Omara Portuondo, Elena Burke y Esther Borjas, estas dos últimas integrantes del jurado que la evaluó en el Teatro Sauto, con la calificación más alta: «Esther en un aparte me dijo: cantaste muy bien con acompañamiento musical, y después te propusimos que lo hicieras con guitarra. Fue excelente tu interpretación en ambos casos, pero lo tuyo es la guitarra: nunca te separes de ella. Y continúo apegada a esa sugerencia que tanto beneficio le ha traído a mi vida profesional».

Ningún género le es ajeno, como solista, haciendo coro o tocando algún instrumento de percusión: «Pero lo mío es el bolero». Y se despide cerca de la escalera, tarareando una canción, aunque casi en susurro, bajamos cada escalón con La gloria eres tú, de José Antonio Méndez.

Patrimonio Cultural de Cuba

La orquesta Anacaona anda por su 85 cumpleaños y continúa siendo un referente de la cultura cubana y fuente de inspiración para innumerables agrupaciones femeninas de música bailable del mundo.

Anacaona —vocablo indígena que alude a flor de oro— surgió en 1932 como un sexteto femenino de son, formado por Concepción Castro y sus hermanas Ada, Alicia, Ondina, Xiomara, Algimira, Emma, Caridad y Olga. Su debut tuvo lugar el 19 de febrero de ese año, en el Teatro Payret de la capital cubana.

Las hermanas Georgia y Dora Aguirre integran en 1983 la orquesta, bajo la batuta de Alicia Castro. Durante cuatro años se nutren de su experiencia y en diciembre de 1987 Georgia recibe el mando de la agrupación hasta la actualidad.

Declarada Patrimonio Cultural de Cuba en 1989, por ser la agrupación que durante más tiempo actuó de manera ininterrumpida con las mismas integrantes, logra posicionarse en el mercado de la música a través de la distribución de tres discos grabados con la RCA Victor y de su participación en escenarios internacionales con destacadas figuras de la música bailable.

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