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Una cinematografía que continúa sorprendiendo

Desde este martes y hasta el 5 de noviembre, se exhibe la Muestra de Cine Ruso en la sala capitalina Infanta

Autor:

Alejandro A. Madorrán Durán

Del país que vio nacer a genios del celuloide como Serguéi Eisenstein (El acorazado Potemkin, Octubre), Vsévolod Pudovkin (La madre), Andréi Tarkovsky (Sacrificio), entre muchos otros notables directores, llegaron a La Habana cinco largometrajes contemplados en la Muestra de Cine Ruso, la cual se desarrolla desde este martes y hasta el 5 de noviembre en el multicine Infanta.

Estas proyecciones se suman a las iniciativas acordadas recientemente entre el histórico estudio moscovita Mosfilm y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), informó su vicepresidente Benigno Iglesias Tovar, en conferencia de prensa.

Entre esos acuerdos se prevé la colaboración rusa para la conservación del patrimonio cinematográfico de la Isla, la donación de la totalidad de la filmografía de Mosfilm a la Cinemateca de Cuba y una futura coproducción entre ambas entidades, precisó Iglesias. Además, se pretenden realizar de manera regular semanas de cine en La Habana y en Moscú, precisó.

Sergey Yu. Reshchikov, ministro consejero de la Embajada de ese país euroasiático, refirió en el encuentro con los periodistas que la selección de títulos que se exhiben en esta ocasión en la Mayor de las Antillas pone a la vista parte de la más reciente y destacada filmografía de esa nación, además de que permite apreciar obras de realizadores consagrados y noveles.

Ana Karénina. La historia de Vronski (2017), del reconocido cineasta y director de Mosfilm, Karén Šachnazarov, fue la encargada de inaugurar este ciclo. Al decir de Iglesias, esta nueva versión cinematográfica de la novela de León Tolstoi es una de las mejores logradas por su inteligente y novedoso guion (la narración se establece desde la perspectiva del amante) y las formidables actuaciones de sus protagonistas: Elizaveta Boiarskaia, Maxim Matvéev y Vitaliy Kischenko.

Según reza la sinopsis, después del trágico desenlace de Ana Karénina, coinciden fortuitamente Serguei, su hijo, y el conde Alexei Vronski, su amante, en una apartada localidad de Manchuria en 1904, durante la guerra ruso-japonesa. El encuentro permite retomar los sucesos que conformaron la fatal historia de la bella mujer.

Ana Karénina. La historia de Vronski se volverá a proyectar este domingo, y la intención es que se estrene en otras provincias del país, anunció el especialista.

Del mismo director, Karén Šachnazarov, se exhibió este miércoles la cinta El tigre blanco (2012), que fuera seleccionada para representar a Rusia en los premios Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

El filme, que se mueve entre los géneros bélico y fantástico, tiene como contexto el enfrentamiento del pueblo ruso contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial; movimiento de resistencia que ha inspirado muchos títulos en la historia del cine.

Sobre el argumento de El tigre blanco, los productores adelantan: «Un tanquista perece y resucita. La propia guerra lo trae de nuevo a la vida. A una vida que tiene un solo objetivo: librar al mundo del tanque engendro… del tanque asesino… del Tigre blanco».

Interrogado sobre cómo surgió este proyecto, Šachnazarov comentó que «tuve la idea leyendo un relato corto de Ilya Boyashov titulado El tanquista, o el tigre blanco. Lo escogí simplemente porque me pareció interesante. El sobrenatural tanque fantasma de los alemanes me recordó, en cierto modo, a Moby Dick de Melville».

Aun con estos recursos propios de la fantasía, «la cinta sigue siendo realista», subraya Šachnazarov, quien añade:«Muchas escenas, como la de la capitulación alemana y el banquete subsiguiente, están basadas en los relatos de algunos de sus protagonistas. Yo diría que el elemento sobrenatural ayuda a hacer la historia más universal», según se lee en el sitio web Sinpermiso.

También como parte del programa se encuentra Aula especial (2014), de Iván Tverdovsky, uno de los más talentosos directores jóvenes del cine ruso contemporáneo. Varios lauros avalan la calidad de la película, como el que recibió en el Festival Internacional de Karlovy Vary y el de Descubrimiento del año en los Premios Nika, principal certamen que promueve la Academia Rusa de las Artes y Ciencias Cinematográficas. 

Tverdovsky en su ópera prima aborda un tema siempre sensible como puede ser la inserción social de las personas discapacitadas, en este caso adolescentes. «Tras muchos años de clases en su propia casa, Lena Chéjova, una jovencita supeditada a una silla de ruedas, matricula en una escuela secundaria en un aula especial. Allí conoce a su primer amor y se enfrenta por primera vez a la crueldad del mundo circundante», reseña la sinopsis de Aula especial, que se proyectará este jueves. 

Sobre el valor necesario para enfrentarse a las adversidades también trata Rompehielos (2016), de Nikolai Jomeriki, aunque en este caso sea la naturaleza —o el deseo humano de retarla— quien ponga en peligro a los protagonistas. Basada en hechos reales, la historia transcurre en 1985 cuando la tripulación del buque destinado a quebrar glaciares Mijail Grómov, después de maniobrar para evitar una fatal colisión con un gigantesco iceberg, queda a la deriva muy cerca de la Antártida en medio de un terrible frío. La cinta se exhibirá este viernes.

Un día después tendrá su turno El legendario no. 17 (2013),del director Nikolai Lebedev, quien a pesar de no haber visto en su vida un partido completo de hockey —según reveló a la revista Trespass— se propuso contar la historia de Valeri Jarlámov, uno de más sobresalientes jugadores soviéticos de ese deporte.

Las motivaciones de un realizador tan poco interesado por esos juegos se entienden cuando el mismo Lebedev explica: «El filme no es sobre el hockey. Es acerca de una persona trabajando para llegar a su meta, esforzándose en su misión. Todos, sin importar nuestra nacionalidad, sexo, edad, religión, queremos desarrollar nuestras potencialidades y alcanzar nuestros objetivos».

Aunque utilizando como marco de este enfoque sicológico de la personalidad de Jarlámov, la cinta expone el enfrentamiento competitivo entre las repúblicas socialistas soviéticas y las potencias occidentales en medio de la guerra fría. El partido entre la selección nacional de la URSS y jugadores profesionales canadienses acontecido el 2 de septiembre de 1972, en Montreal, marca el inicio de la trama deportiva.

Al respecto de construir una historia que tiene referencias reales, Lebedev indicó que «fue difícil hacer coincidir las necesidades de la realización cinematográfica con los hechos verídicos. Sin embargo, decidí que el público no esperaba obtener información en una película, sino una experiencia y una emoción».

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