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Como dulce para moscas

El Presidente de la más importante asociación juvenil de escritores y artistas en Camagüey nos cuenta el sueño construido, desde el arte, como homenaje a los jóvenes mártires que le dan nombre y razón

Autor:

José Aurelio Paz

Cuando Yunielkis Naranjo Guerra amanezca en su Camagüey querido, el próximo 17, el transcurrir lógico de la vida le habrá dejado en su pecho un agujero del tamaño de siete años.

Al siguiente día de celebrar la Asamblea Provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), con la cual concluye su vida efectiva al frente de la organización que agrupa a la vanguardia juvenil de escritores y artistas en esa localidad, tendrá que reinventarse los sueños, tantas veces tejidos y destejidos a lo largo de su destacada trayectoria quien, entre tantos otros logros, ha llevado la Casa del Joven Creador a que sea, consecutivamente, Vanguardia Nacional por seis años.

«Amaneceré, no sé cómo, pero amaneceré con ese vacío agridulce que te deja una tarea a la que, por todo ese tiempo, le dedicaste enteramente 16 horas de tu vida sacrificándolo todo, entregándolo todo, poniendo el alma en el más mínimo detalle para que la cultura y el arte contaminen noblemente la sociedad de la mejor manera, entendiendo lo que dijera un filósofo francés de apellido Lamennais cuando expresara que el pasado es como una lámpara colocada a la entrada del porvenir, que si no la dejas allí, ¿con qué manos agarrarás al futuro? Y sentenció que cuando no sepas a dónde ir, sigue el perfume de un sueño».

La Casa camagüeyana del Joven Creador es como dulce para moscas. De ahí el término «AHS-dependientes» muchos se autodiagnostican. Jóvenes de los más disímiles estratos de la sociedad, con los más variopintos gustos, ya sea por la música electrónica, el rock o sencillamente por estar «desconectados» de la realidad a través de la conexión a internet, gravitan todo el tiempo en torno a ella, conversan, se ríen, escuchan a un trovador o disfrutan de la exposición de turno. Y es que la Asociación, bajo la pupila insomne de Yunielkis, fluye mansamente como me gustaría que fluyera el país. Allí no hay jefe y subordinados. Allí no se escucha una voz más alta que la otra a la hora de orientar una tarea. Allí todo el mundo es servicial, desde quien hace la labor de la limpieza o cocina, hasta los gastronómicos que, con su mejor sonrisa, te sirven uno de los casi 30 tipos de cafés que se ofertan en medio de un clima verdaderamente cultural y creador.

Tampoco faltan los personajes pintorescos de la localidad que le otorgan al ambiente una pincelada de diversidad y respeto, gente que poco falta para que duerman allí, seres comunes que trashuman pobreza y a quienes nunca se les niega un café o un plato de comida. Ese puede ser el caso de un barrendero que se autodenomina Farah, en honor a Farah María, o Daniel que lleva allí 15 años, o Miguel Ángel, a quien le dicen «El musicalísimo», porque puede faltarle el aire para respirar, pero no su radiecito de pila que le acompaña a todas partes.

«Son mis amigos, mis hijos, ¡qué sé yo! Algunos tienen problemas mentales o pertenecen a la gente sencilla y pobre, que siquiera miramos en las calles —comenta este hombre que muestra, con su permanente sonrisa una humanidad con la cual contagia a sus trabajadores.

«No lo hago por caridad, lo hago porque la Asociación tiene, para no perder su sentido, que mirar constantemente a su alrededor y compartir su mesa y su cariño con los más pequeños de nuestra sociedad, porque el arte es, sobre todo, humanismo».

Todo comenzó 20 años atrás, cuando Yunielkis, un graduado de Historia que entró a la Sección de Investigaciones de la AHS, creó un proyecto llamado Pista Abierta, el cual desembocara, luego, en Golpe a golpe, con el cual las comunidades camagüeyanas más intrincadas y desfavorecidas se han lavado el alma. De promotor llegó a ser el director de la Casa del Joven Creador, después transitó como vicepresidente y, finalmente, en 2011 asumía en su totalidad la presidencia por elección de los más de 200 afiliados que tiene la organización juvenil.

Además del apoyo institucional que ha conseguido ese colectivo, «golpe a golpe/ verso a verso…», como reclamaba Serrat, y del acompañamiento del territorio que resulta esencial, se ha logrado el intercambio con organizaciones no gubernamentales como Camaquito Suiza y CARE, Canadá, las que han visto su seriedad en el deseo de servir a la sociedad cubana.

«Camagüey goza —explica el entrevistado— de unas relaciones institucionales excelentes que son ejemplo para el país y de una voluntad política de acompañamiento a la AHS a todos los niveles. Ahí radica el secreto de por qué nuestra Casa puede realizar unas 250 actividades mensuales y tener 12 eventos, dos con participación internacional, al año.

«Nuestra principal premisa es la entrega desinteresada de los jóvenes artistas y escritores, quienes no tienen otro afán que mostrar su obra y darla al pueblo. Mi oficina no cesa de recibirlos pidiendo apoyo para desarrollar proyectos y creo que uno de los principales logros, en todos estos años, es conseguir que ellos, los jóvenes creadores, crean en la institucionalidad como factor fundamental para su desarrollo.

«El vínculo con las escuelas, los pioneros, la FEEM y la FEU ha sido eslabón fundamental de nuestra labor. Tenemos una programación de diapasón ancho que va desde los niños más pequeños, los adolescentes, los jóvenes, incluso realizamos actividades con las personas de la Tercera Edad, según gustos y preferencias. Tenemos, al año, nuestro Salón de Artes Visuales para Jóvenes Creadores Gestus, la Jornada de Música Electrónica Beat 32, el Festival de Rock Nacional Sonidos de la Ciudad, entre otros, además de dos que ya poseen una impronta internacional: la Cruzada literaria, que se lleva a otras provincias del país; y el Almacén de la Imagen, destinado a los jóvenes realizadores de cine y video», reseña Yunielkis.

Vale destacar también que, adjunto al Café Literario La Comarca de la Asociación donde la gastronomía está en función del arte y hasta los empleados reciben cursos de promoción cultural, además del wifi existe una Sala de Navegación para los asociados. «Ahí tienes la anécdota de que, ante el deceso del Comandante en Jefe, nuestros jóvenes, sin que nadie lo pidiera, se volcaron a las redes a apoyar al pueblo en su dolor y a desmentir las campañas difamatorias contra Cuba, en una jornada donde apenas se durmió; esas Pintadas maratónicas, celebradas cada tres meses, en que nuestros artistas plásticos hacen sus cuadros y luego los donan a instituciones como hospitales, escuelas y hogares de niños sin amparo filial. Y, recientemente, el Primer Coloquio sobre Periodismo Cultural que resultó un instrumento primordial para medir por dónde anda ese importante vehículo de la prensa», acota.

—¿Cómo es ese sabor agridulce con que te vas de la presidencia por decantación natural de la edad?

—Primero, con un agradecimiento infinito a cuanta persona se sumó para apoyar este sueño realizado que es hoy la AHS camagüeyana, como fuerza creativa, en el territorio. Después, el no haber conseguido concretar, a pesar de poseer los espacios, los proyectos de la Casa de la Música Electrónica, el anfiteatro para el rock, el rap y los espectáculos, la sala de música Miguel Escalona y la sede de la productora audiovisual Luz Joven con un estudio de grabación y edición, además de una sala de alojamiento; reto que paso a mis continuadores con el deseo infinito de que puedan lograrlo.

—¿Cómo será ese primer día fuera de la presidencia?

—Un vacío difícil, pero me preparo para ello. Es aprender a ceder el espacio para que otros continúen la obra. Volcaré todas mis fuerzas en mi proyecto Golpe a golpe que la comunidad tanto agradece. El nuevo presidente que salga electo tendrá todo mi apoyo, pero no interferiré en las nuevas decisiones de la AHS. No quiero ser un intruso. Si me piden una opinión la tendrán. Si no, no, para que todo fluya como tiene que fluir. En primera, porque no me toca. Y en segunda, porque lo que no quise para mí no lo quiero para los demás.

«Pero me voy satisfecho. Le pondré mi corazón con todo su ímpetu a la nueva tarea. Yo amo la cultura. Yo respiro por la cultura. En mí la cultura tendrá siempre un servidor y un aliado. Decía Stanislavski que la juventud no debe solo asimilar los frutos de la cultura de sus padres, sino elevarla a nuevas cimas, a las que no pudieron llegar las generaciones anteriores, y ese es, precisamente, el reto de nuestros jóvenes creadores. Transgredir lo viejo con una nueva visión revitalizadora que no desconozca de dónde proviene. Y en ese sueño, desde el más humilde trabajo que desempeñe, continuaré insistiendo».

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