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La Consagración de Danza Espiral

Este sábado y domingo, la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba acogerá la más reciente creación coreográfica de la matancera Liliam Padrón

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

La reconocida coreógrafa y bailarina matancera Liliam Padrón, fundadora y directora de Danza Espiral, está convencida de que una obra coreográfica no surge porque simplemente alguien se lo proponga, «siempre parte de informaciones y experiencias que se han ido acumulando, de ciertas circunstancias que te llevan a crear». Lo confirmó nuevamente con el más reciente estreno de la Compañía Danza Espiral, La consagración de la primavera, pieza que tendrá su presentación habanera este sábado 28 y el domingo 29, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, en los horarios habituales.

Fue la relectura del clásico de Alejo Carpentier lo que la llevó hacia otra joya, pero en este caso del ballet, la coreografía de Vaslav Nijinsky con música de Igor Stravinsky, que por igual escandalizó y admiró cuando los Ballets Rusos, de Diaghilev, la pusieron a consideración de la platea en el Teatre des Champs Elysées de París. Por tanto esta propuesta de la agrupación danzaria matancera no tiene que ver con inspiraciones motivadas por celebraciones de un centenario, sino con «las provocaciones que despertó este nuevo acercamiento a la novela, que puso en mí una especie de solidaridad, de empatía hacia Vera, el personaje principal de La consagración..., al ver lo difícil que realmente resultaba para ella intentar materializar el estreno de su obra.

«Las vivencias de Vera me conectaban con las situaciones arduas a las que con frecuencia nos enfrentamos las compañías, sobre todo las más pequeñas y alejadas de la capital, para poder desarrollar alguna empresa o proyecto.

«A partir de esos vínculos con el personaje y con la trama de la obra literaria a la que esta vez me acerqué, por supuesto, con mayor madurez, otra experiencia, otros conocimientos (lo cual conduce a una lectura diferente), surgió la motivación para este montaje, porque existían muchos puntos que nos unían: Leningrado, ahora San Petersburgo, donde estudié, por ejemplo; sin perder de vista las emociones que despiertan en mí ese ballet, por mi formación; Anna Pavlova y La muerte del cisne, lo primero que bailé...

«También resultó muy especial descubrir la significación que tuvo para Vera el encuentro con nuestra cultura, algo que ha identificado a la Compañía Danza Espiral en estos 30 años, porque yo siempre he estado muy vinculada con nuestras más auténticas raíces; de hecho, por lo general trabajo con percusionistas, con asesores folclóricos, quienes han resultado de mucha ayuda a la hora de concebir obras al estilo de Otelo, en la cual todo el conflicto se plantea, precisamente, a través de un baile cubano como la rumba.

«Ese punto de giro que propone Carpentier en su novela se hace muy presente en La consagración... nuestra, no desde el folclorismo o como un adorno, sino como parte de esa necesidad que constantemente ha tenido mi grupo de buscar una verdad que ya suma tres décadas, pero que se hace más rotunda con cada nuevo montaje que enfrentamos, gracias a la investigación acuciosa, a la experimentación. Para mí es imposible realizar una obra y separarla de nuestra identidad, que lo mismo puede mostrarse de una manera implícita, que de una no tan evidente». 

Explica la Padrón que ahora nos enfrentaremos a una versión muy particular, «porque excepto en una puesta en la que participa un único bailarín, el resto las entregas de La consagración de la primavera dispone de no pocos intérpretes en escena.

«Como la música de Stravinsky para esta pieza es extremadamente fuerte, por lo general el cierre en el que baila la Virgen Electa, se centra en una sola persona, sin embargo, yo decidí delegar ese momento culminante en mis cuatro muchachos para dar ese sentido de grupo en el cual no hay un solo elegido, sino que todos los son. Por supuesto, el desafío fue grande, de una exigencia física tremenda, por lo que te “arrastra” esa hermosa composición.

«Ya se sabe que a pesar de que a veces pueda tener la música ya pensada a la hora de coreografiar, no acostumbro a trabajar a partir de ella. Como método de trabajo, me gusta además utilizar la estructura fragmentada, porque ello me da la posibilidad de cambiar en caso de que la obra lo necesitara. Sin embargo, esta vez no pude aprovechar ninguna de esas variantes, pues no podía violar la composición del genio ruso (elegí la interpretación que hizo la Filarmónica de Berlín dirigida por Claudio Abbado) ni la estructura que le propuso Nijinsky; pero, al mismo tiempo, debía encontrar la manera de expresar todo lo que quería decir.

«En la partitura coreográfica el espectador apreciará algunos momentos que aluden a ese legado renovador de esa leyenda de la danza llamada Nijinsky. Asimismo, utilizo dos textos de la novela de Carpentier, que casualmente son el comienzo y el final. El primero aparece después del prólogo; y el segundo cuando casi La consagración... está terminando. Al igual que en muchas otras piezas en que he empleado este recurso, no se trata de querer contarle al público la trama. Nada de eso, es que esos dos textos magistrales brindan la posibilidad de ubicar rápidamente y de darle una idea de la obra en general a quien la desconoce.

«Para mí esta nueva creación constituye, de alguna manera, un homenaje a muchas personas, sobre todo porque uno siempre siente un gran compromiso con lo que ha existido, porque tengo raíces, muchas raíces, que invariablemente me nutren.

«Tendría que agradecer en primer lugar a mis bailarines, que son muy jóvenes. Ellos cuatro; Anisleydis Estévez, Beatriz de Armas, Enrique Leyva y Jean Marco Monclus y yo somos los que bailamos esta coreografía. Para todos ha representado, en verdad, un esfuerzo tremendo por las enormes exigencias físicas y también intelectuales que tiene, pues hubo que acercarlos a las diferentes lecturas que han hecho de La consagración de la primavera no pocos creadores de escala mundial. 

«Como de costumbre, recibí la colaboración de mi familia: mi esposo José Antonio Méndez y mi hijo, en la parte musical; de Frank David Valdés, quien se encargó del diseño; de José Antonio Alegría, mi eterno asesor...».  

Lilita es de las que piensa que las circunstancias que se dan a cada instante son determinantes para la vida de la gente y, por lo tanto, a la hora de asumir cualquier proyecto. «Ello explica que nunca me enfrente a una creación pensando que existe un camino predeterminado, porque hace muchos años que comprendí que algo así no tiene ningún sentido.

«Esta vez, por ejemplo, la escenografía original no es la que empleamos. Nos pasamos toda una jornada discutiendo otras alternativas hasta decidirnos por algo así como unos paneles que van formando diferentes figuras en la escena al ser manipulados por los bailarines. No se trata de una práctica nueva, pues acostumbro a usar diferentes elementos escenográficos para organizar el discurso y la puesta.

«También hay proyecciones sobre los paneles (asimismo transparencias, sombras chinescas, etc.)... Cuando selecciono algún recurso escénico es porque me es indispensable para la realización de mi coreografía, no porque constituya una novedad. Y aquí sí que me parecía esencial por la connotación y la ubicación que le doy a partir de mi Consagración..., al tratarse de mi espacio, que es Matanzas, que es esta ciudad que adoro y está llena de folclor, de mucha originalidad, de gente que me ayuda a crear, a vivir».

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