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Que los premios se parezcan a la música

Las nominaciones al Cubadisco 2018 se darán a conocer el día 14. A propósito de la ocasión, publicamos en exclusiva una entrevista con Jorge Gómez, presidente del certamen

Autor:

Guille Vilar

A propósito de mis tribulaciones como parte de esos seres humanos a los que nos ha tocado la responsabilidad de distinguir, seleccionar, nominar y premiar obras de nuestra música —cuya cantidad y calidad solo es comparable con la creatividad sin límites de nuestros artistas— escribí recientemente un artículo en el que me excusé con los no premiados, seguramente premiables en cualquier conciencia.

Los premios Cubadisco están, otra vez, a la vuelta de la esquina, y pensé que sería interesante saber cómo piensa Jorge Gómez, presidente del certamen y quien, por más de una razón, tendría esas y muchas otras tribulaciones en el mismo sentido.

Aquí van, sin orden prestablecido, algunas de las reflexiones que compartimos.

—En los últimos años, has estado insistiendo en las complejas relaciones entre la música, la industria musical y sus mercados. ¿Cómo visualizas Cubadisco y su premio dentro de ese entramado?

—La música cubana es una de las grandes del mundo. De eso no hay duda. En cualquier circunstancia —aun en las más adversas— la gente sigue buscando con curiosidad, respeto y admiración, en sus misterios y su derrotero. Tanta maravilla ha nacido de formidables tradiciones, pero también del talento y el trabajo de un reconocido grupo de profesionales que la aman y producen, reinventan y promueven cada día con oficio y pasión. Por eso merece que juntos busquemos, encontremos y hagamos nuestros mecanismos de promoción, difusión y propaganda eficaces y acordes con los tiempos que corren.

«Cierto que su lugar preferente es en lo más íntimo y profundo de  la conciencia colectiva; pero también su lugar es el que merece en los grandes mercados internacionales, a los que debe acceder por derecho propio. Es una responsabilidad que tenemos, y una deuda con esa pujante industria cubana.

«Cubadisco y su premio forman parte de esos mecanismos. No son los únicos, pero pueden resultar los más visibles y cercanos a la gente. Cada año, con la ceremonia de entrega de los premios Cubadisco, se concluye imaginariamente un proceso que, para todos sus hacedores, comenzó desde mucho antes, cuando toda esa obra, ese hecho artístico monumental que es nuestra discografía no era más que ideas, esbozos, sueños fragmentados abriéndose paso entre las muchas fantasías que generan el talento y la creatividad, y luego fueron tomando cuerpo durante muchos meses, años quizás, hasta convertirse en la maravilla que reconocemos y premiamos. Es, como decías en tu artículo, algo muy complicado, pero también muy entrañable».

—Tienes acceso a todo lo que se está haciendo en nuestra discografía ¿Cómo ves la relación entre la cantidad, calidad, los conceptos y la realización?

—Sabemos cuántas limitaciones existen y cuánto tendríamos que tener para desarrollar con éxito las cosas que queremos. Los últimos años no han dejado de ser tensos en ese sentido. Por otro lado, observando ciertas tendencias en locales donde se escucha música y preocupaciones que se manifiestan en no pocos foros, a veces tenemos la noción de que hay algo que se va quedando atrás en nuestra música.

«Con toda responsabilidad puedo decirte que nunca antes, en más de dos décadas de existencia del premio Cubadisco, hubo una producción mayor y con tanta diversidad y calidad (en todos los sentidos, desde la creación primaria hasta el producto final) como la de este año. ¡Es una verdadera explosión!

«Están presentadas al certamen más de 240 obras. Y no se trata de obras que pueden ser prácticamente manufacturadas en casa (que también las hay, como es normal en nuestros días), sino incluso de complicadas obras audiovisuales, DVD’s de facturas complejísimas y altísimo vuelo, de la presencia de los más importantes músicos cubanos en una buena parte de ellas, de un movimiento de músicos jóvenes que es sencillamente impresionante.

«No creo ser chovinista, pero cuando uno se enfrenta a ese universo, se siente confortado, orgulloso. Las musicólogas del comité del Premio no tienen la menor reticencia a calificar de “revolución en la creatividad” la coherente fusión de cuanto medio expresivo existe en la mayoría de las obras presentadas, sobre todo en las categorías instrumentales, cancionística, pop, rock, música urbana, electroacústica… tanto que resulta muy difícil, incluso, su clasificación o da lugar a nombres que parecen un poco “macarrónicos”».

—A veces los nombres de las categorías son complicados o se prestan a confusión. ¿Cómo será en 2018?

—Este año tendremos más de un nombre «macarrónico». Vamos a encontrarnos, por ejemplo, con «Nu jazz», un término contemporáneo, pero igualmente incompleto, y no exacto para las obras clasificadas en ella; «Tropical», un término común en otros certámenes, pero que, en nuestro caso, resulta bastante redundante tratar de englobar un tipo de música pop cubana, y ninguno de los nombres que encontramos se adecua del todo; y el de Canción cubana contemporánea, que ha usado mucho Joaquín Borges Triana, que también puede ser tan objetado como apreciado. Son solo una muestra. No los únicos.

«También sucede que, en todo oficio intelectual, es normal que surjan ciertos fundamentalismos. La música no escapa a ello. Hay personas para quienes la trova (y la nueva trova) es la que hace un trovador con su guitarra; la música urbana es la que se produce de esta manera, y no de esta otra; el rock de Síntesis o de David Blanco no es rock; la música electrónica tiene una factura y no otra, y así en casi todos los géneros. Es su derecho pensar así, pero un certamen tiene que ser mucho más abierto.

«Del mismo modo, aparecerá siempre quien diga: “¿Por qué ese disco está clasificado en esta y no en otra categoría?”. Precisamente por lo que decíamos en torno a la personalidad propia de cada artista y la diversidad genérica y estilística de sus obras, cada vez se hace más difícil encontrar los términos precisos. La experiencia de estos últimos tres años ha sido que, consultados múltiples especialistas, cada uno clasifica las mismas obras de modo diferente. Tenemos que repetir aquello que decía Danilo Orozco: esos nombres son solo modos de aproximarse “operativamente” al material con que trabaja cada versión del Premio».

—Entre los profesionales del sector, sobre todo, se suele llamar cariñosamente «cabezones» a las figuras más encumbradas de la música en sus diversos géneros. Es impresionante la lista de «cabezones» que están concursando en el área de la cancionística, que fue a la que tuve acceso. ¿Y en el resto?

—Como nunca antes esos creadores extraordinarios están dentro de los discos en competencia. En la música bailable actual encontramos a Van Van, Havana D’ Primera, Adalberto Álvarez, Charanga Habanera, Elito Revé, Pupy Pedroso, Manolito Simonet, Haila, Charanga Latina, Anacaona, Bamboleo, Tania Pantoja, JG… y la lista sigue. Igual sucede con las diversas categorías de la música tradicional, el jazz, las categorías de fusión.

«Súmale la creciente presencia de otros “cabezones” cubanos que radican fuera de Cuba, algunos de los cuales se han presentado con discos que han sido nominados y premiados en otros certámenes internacionales.

«Eso tiene un enorme significado. Los músicos tienen confianza en el Premio y respetan su prestigio. Siendo figuras que no necesitan mostrar su calidad, que están consagrados por la obra de sus vidas, desean ser reconocidos por sus iguales que integran el vasto movimiento de profesionales que conforman esa academia virtual que otorga las nominaciones y los premios.

«El premio Cubadisco se lleva con honor. Pero es un honor tremendo el que ellos le brindan al Premio con su participación y a los que estamos tratando de hacerlo lo mejor posible. Eso es lo que siento. Un gran agradecimiento por esa confianza».

—¿Los mecanismos de nominación y premiación tipo academia?

—Por todo lo anterior, se hace cada vez más difícil que un pequeño grupo de personas pueda erigirse en jurado de toda esa obra monumental. Los nuevos mecanismos han tenido que vencer muchas dificultades (y más de una reticencia) para abrirse paso, de modo que no hemos logrado que funcionen cien por ciento como están concebidos, y como deberían (y pueden) funcionar. Este año, por solo poner un ejemplo, la falta (a tiempo) de memorias suficientes ha conllevado un esfuerzo extraordinario por parte del Comité para hacer llegar la música a los posibles votantes.

«Con todas las imperfecciones que aún subsisten en la puesta en práctica de ese mecanismo, el año pasado estuvieron involucrados directamente en los procesos de nominación y premiación 132 profesionales de la industria musical (la lista de nombres es impresionante) y 21 entidades de la cultura. El premio no ha sido en estos años algo que otorga el comité o el evento, sino la comunidad de profesionales del sector, que, indudablemente, son los más profundos conocedores de nuestra música y su industria. Son verdaderos académicos en el más amplio sentido de la palabra. ¿Qué distinguiría a nuestros grandes compositores, arreglistas, productores, instrumentistas, ingenieros, críticos, musicólogos, de los que conforman las academias en otras latitudes? ¿No es también un reconocimiento a los que votan después de haber tenido, y tener, tanta música y éxito en sus historias personales?

«En esta edición, además, están en la votación profesionales de cuatro provincias orientales, gracias a la colaboración invaluable de la Uneac y la AHS. El criterio que hemos manejado es que el próximo año los académicos votantes tendrán que ser de todas las provincias porque en cada una de ellas se hace una buena parte de la mejor música del mundo.

«A pesar del conocido retraso tecnológico que muchas veces nos aqueja, el sistema de votación y procesamiento de datos que ha diseñado Artsoft está preparado para funcionar de modo totalmente automatizado tan pronto como las circunstancias del país nos lo permitan. Tal vez estemos más próximos de lo que ahora nos parece.

«Algunos pueden preferir otros mecanismos. Es normal que así sea. También habrá quien sienta añoranza por algún que otro mecanismo. No conozco que se haya diseñado un sistema totalmente perfecto. Por el contrario, sabemos que no existe certamen o premio alguno que satisfaga todos los pensamientos, imaginaciones y deseos. Seguramente este no va a ser la excepción. Como hice el año pasado, yo invito a sentirnos orgullosos, incluso, de las obras que no serán premiadas, y de una buena parte de las que no serán siquiera nominadas. En este certamen hay mucho talento y belleza en juego. Los premios y las nominaciones no son más que la punta visible del iceberg».

—Los profesionales del sector y, mucho más el cubano común, preguntan con frecuencia cómo es que se celebra un evento como Cubadisco y los discos no existen. ¿Qué pasa con esos excelentes fonogramas premiados? ¿Qué lugar relevante tendrán después en la difusión? ¿Cómo tenerlos en la casa, el autor?

—Es una pregunta demasiado abierta. Son muchos temas en uno, y todos parten de raíces distintas. La impresión física de los discos se ha convertido en uno de los más difíciles  retos de nuestras casas discográficas que hacen un gran esfuerzo para que existan. No tengo los datos exactos ni quiero generalizar a ultranza. Pero créeme que eso trasciende la buena voluntad de resolverlo. Cierto que es un problema, pero mucho peor sería que, ante esa realidad, nuestros discográficos no grabaran toda la maravilla a la que nos hemos referido y no trataran de circularla por todas las vías posibles como se está haciendo.

«Por otro lado, cada día aparecen nuevos canales para el disfrute de la música grabada en los que los soportes físicos van quedando rezagados. En mi opinión, lo medular está en que se produzca, se realice, todo lo que esté latiendo en ese yacimiento infinito de ideas que es nuestra música, y que esté en condiciones de existir en los pequeños y los grandes canales de distribución-difusión del mundo.

«Mientras esa producción exista (y vamos a seguirle llamando “disco”, como se le sigue llamado “filme” a la obra cinematográfica) tendremos Cubadisco, y sus premios.

«En los dos últimos años, a falta de discos físicos de cada obra premiada hemos producido un set de dos CD con una compilación en la que están recogidos temas de todos los discos premiados. Este compilatorio ha sido editado y puesto a la venta apenas 24 horas después de otorgados los premios gracias a la rapidez y eficiencia con que la Egrem se ha propuesto realizarlo. En él aparecen artistas de todos los sellos, incluidos los independientes. Llamo la atención sobre esto a los productores y directores de programas de radio, que tantas veces se quejan, con razón, de no tener acceso a las obras premiadas. También es bueno que lo sepa el público en general».

—Las posposiciones que este año han tenido Cubadisco (y el premio) crearon una especie de incertidumbre. Hubo momentos en que se rumoraba que no se haría...

—Francamente no escuché los rumores de que hablas, que, aunque carentes de fundamento, podían formarse en la imaginación siempre fértil del cubano. En todo caso, las posposiciones no tuvieron que ver en modo alguno con la cantidad y calidad de las obras, el interés de los músicos y las casas discográficas o la capacidad del Comité del Premio para llevar adelante el proceso. Tampoco con subvaloración alguna del evento, que, como se sabe, es el gran momento de la industria musical cubana. Este año hasta el Consejo Técnico Asesor del Instituto Cubano de la Música se involucró en la batalla por su buen desenvolvimiento.

«Obviamente, ha habido una ruptura de la continuidad, y eso siempre afecta un poco algunos mecanismos. Pero confío en que lo fundamental, que es el reconocimiento a los esfuerzos y logros de nuestra industria musical (y a la calidad de la música de que ella es portadora), no se verá afectado».

—Cubadisco coincidirá con Primera Línea. Incluso se ha anunciado el evento con otro nombre. ¿No creará eso una zona de conflicto?

—Desde hace varios años, hemos estado tratando de coordinar esfuerzos con Primera Línea. Personalmente, he sido defensor de esa integración. Ellos están vinculados al más grande evento promocional-comercial de la world music (Womex). Esta vez el vínculo ha sido más bien circunstancial, pero confío en que servirá para sentar las bases de los grandes eventos que haremos a partir de 2019. No tenemos el menor conflicto».

—¿Cuál podría ser la meta más inmediata de Cubadisco?

—Solo puedo hablarte del Premio. Dentro de la estructura actual hay otras comisiones que tienen la responsabilidad de llevar a cabo otros aspectos del evento. Del mismo modo en que la industria musical cubana es mejor en tanto se va pareciendo cada vez más a la música de la que es portadora, nuestra meta (y no solo en términos inmediatos) es que el premio Cubadisco se parezca cada más a esa industria, lo que sería parecerse cada vez más a la música (y los músicos) de nuestro país. Sabes que aquí parecerse a la música es parecerse a la Cuba de cada esquina. Ojalá lo logremos».

Una huella musical

En 1964 todas las casas discográficas que existían en Cuba se agruparon bajo el nombre de Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), la que tuvo durante casi 25 años la hegemonía de la producción fonográfica del país y la organización durante 16 ediciones del Premio Egrem, que lo recibieron destacados músicos cubanos en todos los géneros musicales.

Las acciones de la industria de la música cubana habían crecido y se imponía la necesidad de crear un espacio para el intercambio entre productores y ejecutivos de la industria musical, y organizar un certamen más ecuménico que estableciera un equilibrio entre todas las casas discográficas cubanas y extranjeras, que en 1997 eran seis.

Así surgió en 1997 la 1ra. Feria Internacional Cubadisco y el Premio que se entregó por primera vez a las compañías participantes en diferentes categorías competitivas. Quedó instaurado el Fonógrafo de Ébano como símbolo máximo del certamen.

A partir de 1998 y hasta la fecha, el premio se ha convocado en más de 25 categorías en las que se agrupan todos los géneros musicales.

El Comité del Premio está integrado por profesionales de alto nivel entre músicos, musicólogos, críticos, directores de programas musicales de radio y televisión, periodistas y directores de revistas especializadas.

En 2001 se instauró el Premio de Honor que se entrega a personalidades cubanas o extranjeras con una trayectoria excepcional en la contribución a la creación y promoción musical de gran significación cultural y social.

(Fuente: Ecured)

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