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Del minotauro a la mariposa

La literatura es un acto de responsabilidad con el futuro. Así lo considera la camagüeyana Evelin Queipo Balbuena, reconocida con la beca de creación literaria La Noche

Autores:

José Luis Estrada Betancourt
Lorena Chávez Fernández

Evelin Queipo Balbuena lleva la literatura a flor de piel. Con solo intercambiar unas palabras sobre el universo tan rico que vive como escritora, afloran en su voz, sus ojos y su alma los más hermosos sentimientos. La sensibilidad y energía de esta joven camagüeyana, ganadora de premios relevantes como el César Galeano, el Luis Rogelio Nogueras y el Emilio Ballagas —su distinción más reciente fue la beca de literatura juvenil La Noche, que otorga la Asociación Hermanos Saíz (AHS)— han tenido la dicha de atrapar con éxito a lectores de todas las edades.

«Recuerdo escribir desde segundo grado. En mis cuentos prácticamente copiaba de los libros que conocía. Asumí la literatura con responsabilidad luego de la primera publicación y de obtener algunos premios. Fue cuando comprendí que debía tomar ese acto creativo como una profesión. La lectura fue indispensable. Aunque no fui muy ávida en ese sentido, sí leí obras necesarias, y lo hice siempre con profundidad», cuenta a JR quien tiene siete textos publicados y es la actual directora de la Editorial Ácana.

«Finalmente, la elección de la carrera de Licenciatura en Letras me aportó las herramientas básicas que debe dominar un escritor, quien creo que debe ser dramaturgo, poeta, narrador, ensayista; ser capaz de trabajar en todo lo que se ha escrito.

«En lo personal he intentado enfocar mi carrera desde la integralidad, por eso me desempeño como narradora, asesora, guionista radial... Aún me falta mucho; por ejemplo, debo cultivar otros géneros como el teatro o el ensayo..., pero soy muy constante en la escritura».

—¿Cuáles han sido los escritores que más te han influido?  

—Me ha influido casi la generalidad de los autores que he leído: mientras en ciertas lecturas identifico lo que no quiero hacer, en otras veo lo que desearía haber escrito.

—Incursionar en el mundo de la literatura suele ser complicado. ¿Nunca pensaste en rendirte?

—No veo la literatura como una carrera de relevo o competencia. Entré a ese mundo sin amigos y tuve que insistir y ser perseverante. Fundamental es tener una obra extensa para luego poder seleccionar lo más sobresaliente.

—¿Cómo llegaste a la poesía?

—Aunque le hice resistencia, me acerqué a la poesía porque entendí que es la manera más hermosa de resumir la vida y la experiencia humana.

—¿Qué te ha llevado a escribir para los niños?

—Considero que la literatura es un acto de responsabilidad con el futuro. El lector adulto ya tiene un gusto estético determinado y, con frecuencia, busca leer algo diferente. En cambio, los niños leen por necesidad escolar o porque desean descubrir el mundo, por tanto es más fácil dialogar con ellos.

«Escribo desde la niña que hay en mi interior, mi hija Amaranta me ayuda a mantener viva esa infancia. Otro aspecto importante en ese sentido son mis recuerdos: traumas, vivencias y amistades de cuando era pequeña.

«Algunos creen que la tecnología supone un peligro para el consumo de libros en los pequeños, pero no lo veo de ese modo, sobre todo si han heredado de sus padres el hábito de la lectura antes de dormir. Son muchas las familias que cultivan esta práctica en el país».

—¿Qué crees de la literatura actual para niños?

—Es abundante y variada, lo cual le da salud. Más allá de si es buena o mala, pienso que su diversidad la enriquece, pues da la posibilidad a padres y niños de seleccionar. Creo que aún faltan autores de textos infantiles en comparación con el número de editoriales y las posibilidades que existen hoy de desarrollar el proceso industrial de un libro.

—¿Cuánto de ti hay en tus personajes?

—Nunca escribo de manera autobiográfica. Soy muy mitómana y, aunque intente que el personaje se parezca a mí, en el transcurso se deforma. De cualquier modo hay esencia mía en cada uno de ellos.

—¿Cuál es tu libro preferido?

—El que estoy terminando. Pienso que en eso consiste la superación, y será así hasta que llegue el siguiente.

—¿Tus mayores miedos y alegrías al escribir?

—Temo que no se entienda lo que digo en la justa medida, y que el mensaje se quede por debajo de la magnitud esperada. La mayor felicidad llega con la retroalimentación, más la que viene de los niños, porque son más sinceros. Con los adultos la crítica, por buena que sea, genera un compromiso.

—¿Cómo se enfrentó la madre que eres a la escritura?

—La maternidad supuso un reto para escribir. Debía poner pausa y atender a la niña. Redactaba en la madrugada y bajo cualquier circunstancia. De esa experiencia aprendí que escribir no puede ser el embeleso obsesivo en el que la mínima interrupción supone una pérdida.

—¿Cómo descubriste la Asociación Hermanos Saíz?

—La primera vez que escuché la sigla AHS no entendí lo que significaba. Permanecí así hasta que la descubrí en Camagüey como la vía idónea para promocionar mis trabajos. Ese vínculo se produjo sin obstáculos. Crecí como miembro de esa organización (actualmente me desempeño como jefa de la sección de Literatura de la filial provincial) y desde entonces he estado activa en donaciones de sangre, comunidades, en el café literario, las peñas y en lo que haga falta.

—¿Por qué decides enseñar en los talleres literarios?

—Enseñar fue en parte por vocación. Influyó la preparación de la universidad y del Centro Onelio. También ayudó el vínculo con la editorial y con las imprescindibles Casas de Cultura. En los talleres literarios maduré como creadora. Tuve que aprender lo que no sabía de rima, de poesía y de narración. Conocí a talleristas muy talentosos y me puse en el lugar de los creadores que no siempre tienen suerte o no son bien recibidos por los jurados y las editoriales. Apoyarlos y ver sus resultados es un premio propio.

—¿De qué manera te convertiste en directora de Ácana?

—Soñaba con trabajar en esa editorial cuando era estudiante universitaria. Pasé el adiestramiento en Ediciones El Lugareño con la revista Senderos, catálogos y demás, pero fue en Ácana donde me pulí en corrección, edición, en la imprenta y roté por todos los procesos. Eso fue lo que me impulsó a aceptar la propuesta de sacar adelante ese barco de grandes velas que es esa editorial.

—Te mantienes muy cercana a la radio...

—Presenté mis tres primeros guiones y los revisó el maestro Alberto Luberta, ya fallecido. Gracias a él y a Marta Ruiz, directora de la revista Entre tinajones, de la emisora municipal de Camagüey, empecé en ese medio, donde he escrito diversos tipos de guiones, he sido asesora, locutora y, a veces, hasta he ayudado en la dirección y la realización del sonido.

—La beca de creación literaria La Noche...

—He obtenido varios premios, pero con la AHS solo había ganado el Celestino, en Holguín, y el Reina del Mar, en Cienfuegos, nunca uno convocado por la Dirección Nacional. El tiempo en la Asociación ya se me está acabando y era momento como una «asignatura» pendiente.

«Me agradó mucho que La Noche me haya llegado con el libro En una caja muy fea, finalista en tantos concursos y en el cual invertí tanto tiempo. La beca constituye una satisfacción inmensa, porque la AHS es la organización que más me ha promovido y en la que más me he superado.

«La obra ganadora narra la historia de un pequeño insoportable y malcriado, quien recibe el día de su cumpleaños un embalaje feo, el cual la madre considera que no debería mostrar a los invitados por su aspecto, sin embargo, atesora algo que convertirá al protagonista en un niño más preparado para enfrentar la vida».

—¿Qué persigues en tus escritos?

—Trato de que la literatura sea divertida y de carácter utilitario. Estos tiempos y este país requieren del arte que aporte enseñanzas y valores, de lo contrario carece de sentido.

«Los escritores deben hacer libros capaces de conquistar a un lector que pueda escribir, dibujar y crear. Es necesario una alianza estratégica para que los libros de colorear e imágenes siempre lleven textos y viceversa».

—¿Cuándo consideras que un libro está listo para ser publicado?

—Doy luz verde a un libro mío cuando ha pasado todas las etapas y ya el minotauro que era cuando empecé a escribirlo se depuró hasta convertirse en mariposa.

—¿Satisfecha?

—Conforme pero insatisfecha, pues estarlo significaría matar el ángel de la creación. Considero que he intentado hacer lo mejor en cada momento y procuro superarlo día tras día.

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