Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El humor y la entereza fueron a Venezuela un día

La actuación de reconocidos artistas cubanos  recordó días de gesta en que muchos de nuestros creadores llevaron poesía «de la tierra» a otros internacionalistas

Autor:

Enrique Milanés León

CARACAS. A primera vista, antes del aplauso, parecía un equipo irregular: Fátima Patterson, Karel García y Enoel Oquendo, juntos en Venezuela para actuar ante los colaboradores de las misiones cubanas, semejaban tres picos con altura diferente, pero al verlos y escucharlos, al sumergirse en sus voces, chistes y metáforas, al pensar, tararear y reír con ellos, todos coincidían en que representaban el trío más acoplado de la patria: el del agradecimiento.

Juntar en una delegación a la Premio Nacional de Teatro 2017, a un trovador de los buenos y a un humorista reconocido en las tablas y en la televisión —claro que hablo de Claro— bajo los auspicios del Ministerio de Cultura y de la Oficina de Atención a Misiones, con la «producción» de colaboradores que los alojaron como a tres de los suyos y en más de un punto les hicieron un espacio en sus propias mesas, recordó los días de gesta en que muchos de nuestros artistas mayores se presentaron en agrestes       escenarios para llevar poesía «de la tierra» a otros internacionalistas.

Ahora, Venezuela es la trinchera, no solo de la solidaridad, sino de la justicia del mundo. ¡Pues tiene que serlo del arte! Lo sabe la maestra Fátima, quien deleitó con sus narraciones «del principio» sobre multiformes narices, hombres y mujeres, ranas y nalgas, personas del mismo color  y contraproducentes sacrificios de belleza.

Lo sabe Karel, autor de 14 verbos de junio por Guevara que se han metido, a verso limpio, entre las grandes canciones al Che: «Guevara, Guevara libre, Guevara entero./ Guevara, piel de guerrilla; Guevara, quimera en vuelo./ Guevara, carne de ejemplo, mano de obrero… ».

Lo sabe claramente Enoel, que antes y después de contar peculiares cronologías del amor y del sexo y estampas de la religión y el viaje, antes de prender mecha a criollas carcajadas, felicitaba en serio a todos, «por salvar y mejorar vidas».

Así actuaron para sus compatriotas en la urbanización de Fuerte Tiuna; en el Teatro Lamas, de Los Teques, capital del estado de Miranda, y en el Teatro Municipal, de Valencia, capital de Carabobo; así visitaron no solo el histórico Campo de Carabobo donde Bolívar marcó la historia a sablazos, sino también la tumba de Chávez en el Cuartel de la Montaña.

Este cronista no vio a un solo cooperante que no quedara con ganas de más, pero tampoco a alguno que no adquiriera, con el espectáculo, nuevas fuerzas para seguir su tarea.

¿Cómo no afilar lanzas cuando se repasan con Fátima, desde historias de dioses cotidianos, lecciones como que todos los hombres somos iguales y todas las mujeres bellas y de que también África sabe de princesas?

¿Cómo no cargar la UPS del alma con la energía de los chistes de Enoel y entender que el enfermo, el iletrado o simplemente el amigo de cualquier país necesitan nuestra mejor disposición?

¿Cómo no entender la idea de Karel de que «todos son guerrilleros», seguida al momento por estos argumentos?: «Guevara, salud del mundo, Guevara eterno./ Guevara, fe de justicia, Guevara, futuro en juego./ Guevara, Guevara tiempos, Guevara nuevos…».

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