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Hasta alcanzar el ideal soñado

El autor de Monumento al hombre incompleto, una de las esculturas emplazadas en el malecón habanero, reflexiona sobre la intencionalidad de la obra y su presencia en la 13ra. Bienal de La Habana

Autor:

Aracelys Bedevia

Adrián Fernández Milanés es uno de los jóvenes cubanos que participa por vez primera dentro del programa oficial de la 13ra. Bienal de La Habana. Graduado de Artes Visuales en la Academia de Bellas Artes San Alejandro (2004) y en el Instituto Superior de Arte (ISA), de La Habana (2010), este artista nacido en la capital cubana, de padres arquitectos y diseñadores, sobresale por su agudeza, riqueza visual, síntesis conceptual y una búsqueda constante que lo hace libre de ataduras estéticas.

No es la suya una obra fácil de decodificar. Si bien Adrián Fernández atrapa con sus entregas, también conduce, inevitablemente, a un análisis reflexivo que, una vez concluido, nos revela que estamos ante un joven con una exquisita formación.

A él pertenece el volumen es-cultórico de más de seis metros de altura titulado Monumento al hombre incompleto, realizado íntegramente en acero y exhibido desde hace algunas semanas en el Malecón habanero, como parte de Detrás del muro, y de la  13ra. Bienal de La Habana.

«Monumento al hombre incompleto es un proyecto que empecé a desarrollar en 2016. En mis dos últimas exposiciones (la del Centro de Desarrollo de las Artes Vi-suales y Detrás del muro) está a tamaño completo.

«Esta pieza es bastante dinámica en la variedad de ángulos que el espectador puede apreciar. Parte de la anatomía de un hombre. Luego se vuelve más geométrica y se deconstruye como parte del proceso creativo. Monumento…, referencia la estética del constructivismo ruso y otros movimientos de la vanguardia de principios de siglo XX. Me interesa establecer una referencia estética como punto de partida en estos movimientos artisticos, aunque la propuesta final  siempre genera nuevas asociaciones simbólicas desde el contexto de la Cuba del siglo XXI».

Monumento al hombre incompleto revela añoranzas, triunfos y reveses de una sociedad que no se detiene en el empeño de reconstruirse, una y otra vez. Hay en esta nueva entrega de Adrián una imagen aparentemente «imperfecta, incompleta», que rompe, desde el punto de vista visual, con la limpieza que lo define, en términos formales, y que le permite concretar la intencionalidad de la pieza.

—Se te conoce más como fotógrafo pero esta no es tu primera escultura sino más bien un regreso.

—En el ISA, me especialicé en escultura, por lo que mis primeros trabajos fueron en ese soporte. Luego, una vez graduado, em-pecé a practicar con la fotografía hasta llegar a convertirla en mi principal herramienta. Del uso del blanco y negro, con una perspectiva documental, evolucioné hacia la fotografía de estudio y el em-pleo del color y de los medios digitales.

La obra es una de las atracciones del Malecón Habanero.Fotos: Cortesía del Entrevistado

«Volver a la escultura no ha sido una ruptura sino un trabajo coherente que ha evolucionado desde la fotografía. En el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de La Habana presenté en diciembre instalaciones y esculturas.

«Me interesa dialogar sobre las grandes utopías que han estado presentes en nuestra sociedad (o todavía lo están), sondear en la memoria histórica e imaginar el futuro».

—Tienes una carrera en ascenso. ¿Cuánto te ha aportado haber estudiado en las escuelas de arte cubanas?

—Gran parte de como veo el arte hoy en día, tanto el que produzco como el que aprecio como espectador pasa por el filtro y la exigencia de haber estudiado en el ISA, escuela con una metodología más basada en lo conceptual y muy crítica, y haber tenido la posibilidad de contar con profesores como Eduardo Ponjuán, Jose Vincench y Tomás Lara.

«Estudiar en las escuelas de arte cubanas me ayudó a ser exigente y aspirar a tener una visión propia. Creo que de igual manera me ha influenciado impartir clases en otras universidades y haberme expuesto a otro sistema de enseñanza. Soy profesor de fotografía documental en la Universidad de Nueva York, Escuela de Artes Tisch…

«Impartir clases me ha enseñado a ver las cosas en perspectiva. Por un lado la exigencia del ISA y por el otro, la versatilidad que he podido experimentar en otras universidades. Eso está en mi trabajo y en la manera en que veo el arte.

«San Alejandro fue decisivo para mí. Los primeros años en la Academia fueron de gran entusiasmo y esfuerzo, en la medida que me adaptaba a un nuevo nivel de exigencia académica. Luego en el ISA, la envergadura y el constante cuestionamiento sobre el trabajo artístico, me llevaron a experimentar en diversos medios artísticos para luego decantarme por la fotografía y la escultura.

—¿Cómo llegas a la 13ra. Bienal de La Habana?

—Lo que me conduce a la Bienal de La Habana ha sido una presencia constante en el circuito expositivo.  Principalmente con la fotografía, he mantenido un ritmo expositivo fluido en varias muestras colectivas y personales que me han permitido desarrollar varios cuerpos de trabajo desde que salí del ISA, en 2010. Es la primera vez que me encuentro de forma oficial, pues con anterioridad había participado en las muestras colaterales.

«La bienal es el espacio promocional más importante en estos momentos. Ocupa un espacio a nivel intelectual que  no tiene nada que ver con el de una feria de arte o el trabajo diario con una galería. La nuestra está a un nivel de competitividad mundial.

«Estar en una bienal como la de La Habana es un reto, de los más exigentes, para cualquier artista. En esta ocasión, además de la escultura que tengo en Detrás del muro, participo con fotografías en la exposición colectiva HB, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

«Pienso que en estos momentos la obra que hago, que siempre está evolucionando, presenta un nivel de madurez y síntesis que brinda al público un mayor rango de lecturas. Pueden ver proyectadas sus propias reflexiones».

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