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Viuda alegre «a la holguinera» (+ Fotos y Video)

Una notoria responsabilidad sobresale en el colectivo de jóvenes del Teatro Lírico Rodrigo Prats, parte indispensable de la famosa opereta retomada recientemente por la compañía

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Holguín.— Los enredos de un ficticio principado, cuyas autoridades quieren evitar a toda costa la fuga de capitales, las distracciones de la despreocupada Belle Époque parisina, ajena a la inminencia de una Guerra Mundial, y los laberintos del amor, son claves en la opereta La viuda alegre (surgida en el umbral del siglo pasado), que ha sido retomada, desde noviembre último, como propuesta de lujo del Teatro Lírico Rodrigo Prats (TLRP).

La «devoción» por la patria pontenegrina, los encuentros y desencuentros de la viudez opulenta de Ana de Glavary y el conde Danilo, o las coqueterías de la muy francesa Valencienne, fueron, entre otras, expresiones de elevada calidad de esta compañía holguinera en las décadas del 70 y el 80, pero de finales de esta última databan sus ausencias en los escenarios cubanos, al menos en formato lírico.

Juventud Rebelde estuvo en la sede del Rodrigo Prats, donde la ajetreada María Dolores Rodríguez, directora general de la citada obra y del colectivo, despejó su agenda de trabajo para adentrarnos en la atmósfera de la embajada de Pontenegro y el Maxim’s: «En esta obra, en específico, los jóvenes han llevado la voz cantante. En realidad, casi completamente está hecha por ellos, empezando por los protagónicos.

«Así se pone en práctica la política inclusiva de nuestra compañía. Responsabilizando a las nuevas generaciones en los diferentes roles (principales, coprotagónicos, partiquinos, secundarios, coros, el ballet), propiciamos la continuidad del género, que algunos pensaron, en determinado momento, que estaba muerto.

«Han sido dos años de organización, armando algo tan complicado como La viuda… Ese período ha resultado difícil, ya que hemos tenido que parar programación de otro tipo. Hicimos una premier sobre el proceso de montaje en noviembre de 2018, sin la escenografía y el vestuario que llevaba. Y exactamente un año después se produjo el estreno. La volvimos a reponer en la Semana de la Cultura holguinera, y en febrero estaremos en Matanzas y La Habana.

«Los jóvenes han enfrentado un reto, dada la extensa duración de la obra (posee tres actos y dos intermedios), los varios cambios de vestuarios de época (difíciles de maniobrar) y otros factores de escena. Desde noviembre de 2018 se ha observado un avance grande en estos muchachos. Participan incluso estudiantes, no solo graduados de nivel medio superior y superior».

Foto: Wilker López y cortesía del TLRP 

Divino tesoro a escena

Isabel Torres, soprano de 30 años de edad, es una de las intérpretes que le da vida a la alegre viuda. Va a ensayos y presentaciones junto a su pequeña Viviana, quien ya hace sus «pininos» líricos gracias a tanto vínculo con la opereta en cuestión. «Asumir el protagónico de Ana de Glavary es ponerse en el papel de figuras históricas del Lírico nuestro, como Náyade Proenza, María Luisa Clark y otras que lo interpretaron magistralmente en el pasado.

«A pesar de la complicación musical y actoral que representa, he sentido que mi voz ha madurado, disfruto hasta los ensayos, me siento cómoda con el personaje. He actuado como protagonista en otras obras, mas esta forma parte de mi etapa profesional más importante hasta ahora, quizá la consagratoria», reconoce una de las primeras figuras del TLRP.

A sus 29 años, Loreta Rodríguez resulta toda una «veterana» en la compañía, de la cual es parte desde que era una quinceañera. «Aunque llevo muchos años acá, este ha sido un gran desafío, pues no había hecho un personaje de tanto peso (Valencienne)… En el género lírico se canta, se baila, se actúa, acciones que se llevan a cabo integralmente, ahí radica su dificultad mayor.

«Como La viuda… es una obra cumbre del Rodrigo Prats, fue una responsabilidad fuerte intentar ponerse a la altura de aquellos artistas que nos han precedido. Nos ayudó mucho el trabajo de mesa realizado, esencial para analizar la puesta, los movimientos en escena, los vestuarios, el maquillaje y otras interioridades», explica.

Al igual que Loreta, Dania Laura López, estudiante de segundo año de Licenciatura en Música, perfil Canto, también se convierte en Valencienne. «Recuerdo que cuando ingresé en nivel medio superior se estaba representando La corte del faraón y nos involucraron en el coro, aun siendo estudiantes. Participamos en cada una de esas funciones y en otras obras como María la O. Todo lo que hice anteriormente en la compañía me dio más confianza para desempeñarme en el escenario en una ocasión tan exigente», admite.

Con Eduardo Raúl Torres (22 años) se cumple aquello de que «de tal palo, tal astilla», al resolver echar su suerte en el TLRP, al igual que su madre, la reconocida María Dolores Rodríguez. No fue sencillo para él transformarse en un personaje secundario pero importante como el secretario de la embajada, con el cual debuta, según reconoce.

«Niegus es alguien que enreda la trama y aporta mucha diversión, lo cual no le resta dificultad. Trato de pulir mi manera de comportarme en cada actuación, de expresar la comicidad. Estoy en todos los elencos de la obra, por lo que hago lo posible por adaptarme a cada grupo, compartiendo con sus integrantes, para lograr química. Es un honor comenzar a ser parte de la historia de esta gran compañía».

Alumno de primer año de la Filial del Instituto Superior de Arte de Holguín, Jesús Vázquez no lo pensó dos veces cuando le propusieron encarnar a Camilo de Rosillón. Dio el paso al frente y «ya en la gira venidera podré interpretarlo, pero aún sigo preparándolo, puliéndolo. Está siendo complejo y al mismo tiempo muy estimulante. No provengo de nivel medio superior en esta especialidad, sino de Formación Coral en Camagüey, que es otra manera de emitir el sonido. Ya hice de camarero en la obra, lo que me ayudó a conocer La viuda… y a desinhibirme en el escenario. Los profesores nos han apoyado mucho», subraya.

¡Música, maestro!

De costosa producción, La viuda… se ha hecho posible gracias al respaldo del Consejo Provincial de las Artes Escénicas y el teatro Comandante Eddy Suñol, así como a donativos de artistas amigos, manifiesta la Directora General.

Además de la relevancia en el diseño de vestuario y escenografía, de Alejandro de la Torre; las coreografías de Alejandro Millán; la dirección artística de Abel Carballosa, y la coral, de Damaris Hernández, la versión «a la holguinera» de La viuda… se distingue por la música.

Bajo la batuta de Oreste Saavedra, director musical y orquestal de la obra, trabajan la Orquesta de Cámara de aquí junto a músicos invitados. Saavedra, quien ha colaborado en otras funciones con el TLRP, destaca que «la versión actual es reducida, realizada por 33 músicos, cuya edad promedio está entre los 24 y 25 años. 

Las melodías de la Orquesta de Cámara y músicos invitados también llevan un sello juvenil. Foto: Wilker López y cortesía del TLRP 

«Creo que lo más complejo fue el cambio de concepto a la hora de interpretar. La ópera es considerada como la manifestación más difícil de ejecutar para una orquesta, porque debe acompañar a múltiples personajes, con distintas maneras de interpretación, con respiraciones, cadencias y ritmos diversos. Hay que estar muy pendiente del baile y de la acción dramática, que lleva música incidental. Es como hacer una película en vivo.

«Cuando nació la ópera, cerca del año 1600, la esencia era situar la música en función del drama, y ese concepto no ha variado. Es importante cuando el público te habla, positivamente, de tu desempeño, y esto ha sucedido. Se ha encomiado el balance, la ejecución, la afinación y la musicalidad de este colectivo tan joven. Nuestra cantera de músicos sale muy preparada de forma individual, y esta oportunidad de trabajar en atril repercute sin dudas en su formación».  

La lozanía de La viuda… del siglo XXI acá es presagio de que van para largo las disputas entre los pretendientes de la Glavary o la «bailadera» de cancán de las grisetas, en vísperas del calado de bayonetas. Pero lo mejor es que el TLRP, entrado en años (cumplió su aniversario 57 en noviembre de 2019) y a la vez juvenil, aviva lo que algunos dieron por muerto.

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