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Ruidos desde el silencio

Lisván Marino Martínez se graduó de Lengua de Señas, su primera profesión fue comunicar a las personas sordas con oyentes. Ahora es actor, mas el amor hacia las señas no le ha disminuido con el tiempo. Buscó la manera de integrar, de no renunciar al arte de las señas ni al teatro

Autor:

Sailys Uria López

Hay muchas formas de ser feliz, está quien se contenta con mucho y otros con muy poco; luego se encuentran quienes no pueden disimularla porque la verdadera felicidad les haces hoyitos en la cara: los niños.

Ver a un niño reír es de los más grandes regalos ofrecidos por la vida, porque no hay sonrisa más pura; máxime cuando llega de pequeños héroes, esos no creen en discapacidades que le roben días maravillosos.

Lisván Marino Martínez se graduó de Lengua de Señas, su primera profesión fue comunicar a las personas sordas con oyentes. Ahora es actor, mas el amor hacia las señas no le ha disminuido con el tiempo.

Buscó la manera de integrar, de no renunciar al arte de las señas ni al teatro. «Suponía que un proyecto así les gustaría a los niños. Siempre los pequeñines oyentes disfrutan de payasos en sus cumpleaños, pero nunca he visto a alguno dominar el lenguaje de señas para hacer reír a quienes tienen semejante discapacidad», confesó.

Así nació Voz en las Manos, un proyecto de la compañía bautense Teatro al Límite, de la cual Lisván es integrante. «La idea es sumar, lograr la inclusión de niños oyentes que aprendan a entender la lengua de señas desde el teatro y relacionarlos con sordos, en el simple hecho de jugar y aprender», comentó.

Nail (seis años), Samil (ocho años) y Liyán (11 años) son tres hermanos de la Villa Roja (Artemisa) que se incorporaron enseguida a esta joven ilusión de los teatreros. Si la estadía en casa ha sido más llevadera en estos días de confinamiento para ellos, parte del mérito lo tienen Lisván y sus compañeros.

«En apenas dos meses los niños están más desinhibidos, intentan aprender chistes y es increíble cómo se divierten ensayando con los payasos a quienes ya le dan vida. Chocolatín, Caramelo y Reguerín ya son parte de esta familia», aseguró Yamila Moya, madre de los hermanos, los dos más pequeños con discapacidad auditiva.

«El profe nos envía videos con los ejercicios de preparación del cuerpo y referentes para pensar en cuáles serán las próximas travesuras de los payasos, y viene una vez a la semana adoptando todas las medidas pertinentes», continuó Yamila.

Solo cinco niños, por ahora, forman parte de Voz en las Manos; sin embargo, la perspectiva es unir a muchos a esta iniciativa. «Recién comenzamos y el tema de la Covid-19 nos ha frenado un poco, solo un poco, porque al menos a estos tres hermanos intentamos sanarles el aislamiento y alegrarles los días con un poco de arte».

La cara feliz de Lisván con sus chiquillos motiva a ser mejores personas. La gallardía de su lozano corazón, representa a la juventud que llega a donde nadie estuvo antes, y eso habla muy bien de la fe y la esperanza en construir, entre todos, una sociedad más inclusiva.

Por eso la felicidad es múltiple, diversa, rica e invisible. Algunos quieren ser felices y eso significa tener mucho; otros traducen felicidad en hacer ruidos desde el silencio, no con el objetivo de llenar egos, sino para alzar almas.

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