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Identidad a flor de comunidad

En el municipio agrícola de La Sierpe, un proyecto cultural estimula el sentido de pertenencia de la juventud por su terruño

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

LA SIERPE, Sancti Spíritus.— Demasiada tranquilidad abraza desde un poco antes de topar de frente con la comunidad cabecera del municipio más joven de Cuba. Allí sus pobladores son familia, más que por lazos sanguíneos, por ese sentido único que se transpira en las zonas donde crecen silvestres los saludos y la bondad.

Lo sintió también la visita del Ministerio de Cultura (Mincult) cuando «desembarcó» allí en el año 2018 y confirmó una realidad existente en La Sierpe desde que germinó en 1976: carece de profesionales que esculpan las potencialidades artísticas del territorio.

Agradecida del cariño encontrado en una localidad donde hay menos casas que edificios, el arroz nace solo, no hay hostales y sólo hay un mini-restaurante estatal, la comitiva habanera prometió retornar con una idea renovadora.

Unos meses después, la Casa de Cultura Argelio García Rodríguez se convirtió en guarida del Proyecto de Dinamización Sociocultural y Participación Juvenil Tradición y Contemporaneidad (Sitispe).  

«El proyecto tiene como objetivo general fortalecer la participación de la juventud para estimular el sentido de pertenencia a su terruño como sujetos de desarrollo y mitigar el flujo migratorio hacia la ciudad», sintetiza Yamir Palmero Abstengo, su coordinador y director municipal de Cultura.

Desde entonces lo echan a andar varias instituciones y organizaciones desde el propio municipio hasta la nación, como el Mincult, la Dirección Nacional de Casas de Cultura, el Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria (CIERIC), la organización internacional OXFAM y otros muchos actores locales y comunitarios.

Hasta debajo de las piedras

Los máximos responsables de Sitispe recuerdan con agrado los días en que diagnosticaron cada centímetro de la realidad de un contexto rural eminentemente agrícola y con características muy diversas en su demografía.

«A fin de responder al objetivo central, trabajamos en tres ejes: formativo, artístico y sociocultural, para potenciar cada una de las fortalezas y solucionar los problemas identificados», refiere el líder del grupo.

Una de las prioridades intencionadas por el Mincult fue la preparación de una banda de concierto, un anhelo que jamás ha podido concretar el territorio. Tras varios exámenes y constantes talleres de solfeo, 12 jóvenes dan los toques finales en la entonación con sus voces durante la lectura de las partituras.

«Ha sido una gran oportunidad porque he podido cumplir uno de mis sueños», dice con la espontaneidad de sus 16 años Dagmar López Albelo. Ella ha sido testigo de la génesis y evolución de Sitispe, el cual ha tocado las puertas de gran parte de las más de 16 650 personas residentes en la gran sabana sureña.

«Las personas ven el pulóver Sitispe y nos identifican. La Casa de Cultura tiene muchos más colores porque no sólo están los aficionados, sino muchachos que buscamos dinamizar la vida de este territorio», alega quien espera ansiosa por cuidar de la flauta que aguarda, junto al resto de los instrumentos, en uno de los locales de la Argelio García Rodríguez, hasta que se cree la banda sonora de La Sierpe.

La temática del género llega a las más jóvenes generaciones mediante recursos audiovisuales.

Entretejidos de tradición 

Yadira Alemán Pérez, egresada en la especialidad de escultura de la otrora Academia de Artes Plásticas Oscar Fernández Morera, de Trinidad, imparte sus saberes y experiencia en talleres de la Casa de Cultura: «Hemos aprendido sobre tejido a ganchillo, manualidades de cartón, barro… Todo cuanto le interesa a quienes llegan hasta este espacio», explica la joven de 30 años.

Los resultados de sus clases han sido visualizados en eventos nacionales y han formado parte de expoventas: «En las matrículas juveniles tenemos presencia de forma equilibrada entre muchachas y varones. Estos últimos a veces se desmotivan cuando dedicamos el tiempo a los tejidos, pero cuando descubren que existen de varios tipos y cómo se hacen los pulsos y collares de moda, se suman con facilidad. Incluso en las exposiciones se me han acercado jóvenes para preguntarme sobre un tipo de punto porque conocen otros y quieren aprender sobre el que observan», refiere.

«Hemos logrado ya que jóvenes talleristas en sus barrios enseñen a otros lo aprendido», acota. Pero entre tantas alegrías que desborda su rostro al contar anécdotas, se dibuja la deuda de no poder enseñar los secretos de la cerámica fría, por el alto costo del material.

Para Yamir Palmero Abstengo, Licenciado en Letras, otras de las aristas interesantes que Sitispe defiende son la inclusión social de las personas con limitaciones físico-motoras y el asumir en cada acción la perspectiva de género.

«En el diagnóstico nos dimos cuenta que esas personas, por sus propias limitaciones, se mantienen mayormente en espacios individuales o familiares, y además que todavía hay una fuerte cultura patriarcal que se transmite a las jóvenes generaciones», reflexiona.

Para él es común hablar en el preuniversitario urbano Camilo Cienfuegos o en la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro sobre equidad, derechos y necesidad de erradicar todas las violencias hacia las mujeres y niñas.

«El proyecto tiene su expresión en las Noches sierpenses, una opción cultural con gran afluencia de público infanto-juvenil, que hemos extendido a otras comunidades. Son fiestas populares libres de alcohol, donde los vecinos son los protagonistas y nosotros sólo proponemos un hilo conductor. Lamentablemente, la COVID-19 provocó que este año no pudiéramos mantener la estabilidad en el programa previsto», refirió.

Uno de los espacios más gustado es La noche de las tecnologías.

También han movido la pasividad propia de La Sierpe con La noche de las tecnologías: un grupo de jóvenes plantan laptops y computadoras en el portal de la Casa de Cultura y no paran de jugar en red: «En ese espacio aún no hemos podido sumar a muchachas, pero ya trabajamos en ello», insiste el coordinador general del proyecto, quien no deja mucho tiempo en el aire mi última pregunta:

¿Qué deudas aún tiene Sitispe?

—Queda mucho por hacer. Aún no se suman campesinos que labran la tierra y debemos insertarnos más en los programas especiales. Recuerdo que en el inicio de toda esta historia muchos se preguntaron por qué La Sierpe, pero por suerte otros muchos respondieron ¿Por qué no?

«No será hoy, pero en el 2030 este municipio será diferente, tal vez aún sin todos los profesionales que necesitamos, pero quizá ya cuente con la tan añorada banda de música. Lo que no podemos es dejar de pensar un futuro desde aquí», concluyó.

Con esa máxima anda este grupo, jóvenes en su mayoría, para sacudirle un tanto su ambiente pasivo a La Sierpe, sin negar jamás de sus raíces campesinas y de ese amor por coterráneos y visitantes que florece silvestre.

Sitispe intenciona su trabajo con perspectiva de género.

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