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Cine en TV: entre matices y bostezos

La sensación de escasa novedad se refuerza con la cantidad de espacios cinematográficos pobremente caracterizados en cuanto a su especialización y dedicados también a reiterar lo ya visto

Autor:

Joel del Río

A veces, algunos de nosotros, los periodistas, olvidamos nuestro sagrado deber de contribuir con la crítica mejoradora, sumidos en el hostigador estribillo de lo cotidiano. Por suerte siempre llega quien te recuerda tus obligaciones. Hace unos días se me acercó una lectora, en plena cola del agro. Estaba interesada en saber cuál es la causa de la reiteración, para ella excesiva, de ciertos filmes por televisión. Traté de explicarle, hasta donde sabía, los argumentos y justificaciones, que aceptó a medias, porque finalmente me cuestionó, amablemente, por la ausencia de textos críticos, en tanto puede parecer un asunto menor, pero que en esencia se relaciona, nada menos, que con el imprescindible entretenimiento y cultura en tiempos tan complicados como estos.

En un somero sondeo de la programación televisiva, salta a la vista la presencia de dos o tres espacios cinematográficos cada día, diurnos o vespertinos, sobre todo en Cubavisión y Multivisión, pero también a través del Canal Educativo y Tele Rebelde, aunque esté más consagrado al deporte, a los que se añaden Clave y Cubavisión HD.

Primero, es preciso reconocer la dificultad para garantizar estrenos y sorpresas en cada uno de esos espacios, porque algunos están destinados precisamente a la retransmisión. Pero es que también estamos desaprovechando de manera parcial el horario de madrugada, por Cubavisión, con títulos frecuentemente anodinos y facilones, cuando debiéramos tal vez insistir en proponerle al espectador insomne lo mejor de la semana anterior, con propuestas valiosas extraídas de La séptima puerta, Espectador crítico, De Nuestra América, La película del sábado

En las retransmisiones cuando ya ha avanzado la noche, se está privilegiando lo que transmitió ese mismo canal, como si se renunciara a funcionar como un sistema de televisión pública regido por objetivos culturales más altos que las competencias inútiles, las finquitas y los compartimentos preferenciales. Y la evidencia de que cada canal parece tener una plataforma de objetivos desvinculada del resto se aprecia cuando se registran molestas coincidencias,
evitables, sobre todo entre Cubavisión y Multivisión.

La sensación de escasa novedad se refuerza con la cantidad de espacios cinematográficos pobremente caracterizados en cuanto a su especialización (que tampoco es obligatoria), y dedicados también a machacar lo ya visto: Por ejemplo, Cine online es una propuesta necesaria, pero mal titulada en tanto propone algo que no es verídico en nuestras condiciones actuales de conectividad; Algo para recordar pudiera asimilar la idea de que existe cine clásico fuera de Estados Unidos, y por tanto es tan válida Un hombre y una mujer como Nuestros años felices.

Mientras, hay varios que se dedican al reprise: Ellas y ellos, Directores en acción, Cine Visión, Amores difíciles, Multicine, Tiempo de cine y Sábado de cine, amén de los llamados Telecine, que tampoco han desaparecido y que tal vez debiera ser la designación asumible por casi todos los mencionados, en tanto se trata de espacios para colocar nuevamente en la pantalla películas que, por alguna razón, merecen ser vistas otra vez.

Cierto descuido con las jerarquías artísticas ha predominado en las retransmisiones, además de la carencia casi completa de promoción con que se exhiben propuestas extraordinarias casi todas las semanas. Parece que se cree suficiente el anuncio brevísimo de Teleavances, pero es imposible divulgar grandes valores en un programa tan corto, obligado además a publicitar toda la programación. Creo preciso restaurar, en todos los canales, la promoción que pondere lo excepcional, porque entre los cubanos abundan los avezados cinéfilos, convencidos de que en el abrumador conjunto de casi 80 películas a la semana, apenas cinco o diez merecen un verdadero destaque, incluidas las retransmisiones que jamás deben menospreciarse, sobre todo cuando se observa cierto grado de neurosis por conseguir un gran número de incesantes estrenos.

Además, si la madrugada cinematográfica necesita de mayor variedad genérica y de una selección eficazmente jerarquizada, también las requieren programas diurnos, como Arte 7, que ya se asienta en el imaginario colectivo como el de la comedia romántica norteamericana, a pesar de que,como se sabe, ese mismo género prospera en todas las cinematografías más o menos desarrolladas, además de que también caben, de acuerdo con el horario y los propósitos del espacio, filmes de aventuras, musicales, policíacos, dramas sociales, y muchos otros, como las adaptaciones literarias, cuyos mejores títulos habría que compartir con Letra fílmica, otro urgido de perfilar sus alcances habida cuenta de que un inmenso porcentaje del cine mundial se inspira en literatura publicada. Quizá si se le añadiera el filtro de incluir solamente relatos históricos precisos, el espectador tendría una mayor certeza sobre lo que verá.

Por cierto, y volviendo a Arte 7, ahora que tenemos dos películas pudieran incluirse también filmes clásicos, de cualquier nacionalidad, especialmente relacionados con algún tema específico, tal y como lo lograba Mario Rodríguez Alemán en la época de la mitológica Tanda del domingo, en la que podían coincidir la húngara Mephisto y la norteamericana Tootsie, solo porque ambas hablaban del arte de la caracterización.

Tanto en Arte 7 como en sus parcialmente similares Cine en familia, Cinema joven, Pensando en 3 D y Minicinema tendríamos que convertir en una costumbre inalienable distinguir entre un cine realizado para el disfrute de niños, jóvenes y el resto de la familia, de la producción más pueril, chata, comercial y adocenada, esa concebida para alimentar los peores horarios de algunos canales extranjeros, o para rellenar los catálogos de algún servicio de streaming.

Habría que garantizar propuestas de calidad en los programas especializados, y lograr que los requerimientos de unos jamás afecten el funcionamiento eficaz de los otros, porque es muy extenso el conjunto dedicado a ciertos géneros o países (Senderos del
oeste,  Cine   de    aventuras,  Cine   deportivo,
Cine de comedia y Cinema indio, entre otros) y cada uno merecería títulos, por los menos, de calidad promedio. Es una verdadera suerte que exista De cierta manera, pero creo que últimamente se le atribuye la excesiva responsabilidad de representar, en solitario, el cine cubano por televisión.

Habrá que evitar duplicaciones y cacofonías en este mar de propuestas, algunas parecidas a otras ya existentes en otros horarios, y que por ello confluyen hacia lo superfluo o redundante, sobre todo cuando se intenta caracterizar como un espacio cinematográfico un momento de la programación que simplemente se rellena a fuerza de cine. De cualquier modo, estoy convencido de que es posible una programación satisfactoria si se busca a fondo en la actualidad y en la historia de las más diversas cinematografías, tendencias y géneros, tal y como lo hacen, semana tras semana, La séptima puerta, Espectador crítico, Pantalla documental o Historia del cine.

Y les concedo algo de razón a quienes argumenten que ese nivel de variedad y especialización es indeseable, e imposible, pero siempre me queda la evidencia de la mejoría sostenida que se advierte en La película del sábado y Cine de medianoche, por ejemplo, que desde su muy demarcada tendencia al cine de acción, criminal y de horror han conseguido elevar considerablemente los estándares de calidad. Eso significa que en todos los demás también es posible. De los directores, asesores y programadores depende.

Y si algún lector se preguntara cómo es posible que el crítico trabaje en la televisión (escribo cada 15 días el guion de Arte 7) prefiera publicar estos criterios en lugar de hacerlos llegar por privado a los directivos del medio, le explico que también debo cumplir con mis funciones de periodista y crítico cultural en Juventud Rebelde. Además, en la televisión mis responsabilidades se restringen a lo que me toca hacer en el único programa en el que poseo determinado nivel de acceso e influencia. Ni tengo más ni deseo más, pero mis responsabilidades tampoco significan, según yo las entiendo, carencia de criterio, o callar lo que pienso, obnubilado por un mal entendido sentido ético.

Mephisto, película húngara de 1981

 

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