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Sarah Willis: Mozart habría sido un buen cubano

La música del genio austríaco unió en un disco a la cornista británica y al director de orquesta cubano, José Antonio Méndez

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Salzburgo y La Habana son dos ciudades hermanadas por la música. En pleno Centro Histórico de la capital cubana se distingue un hermoso monumento a Wolfang Amadeus Mozart, aunque el ilustre austríaco nunca haya recorrido sus calles. Sin embargo, dejó un legado musical que ha dado la vuelta al mundo y Cuba no ha sido la excepción.

Resulta sorprendente encontrar reminiscencias mozartianas en interpretaciones de géneros musicales, aparentemente inconexos, aunque no hay caminos vedados para la creación artística. Desde un mesurado floreo en el jazz, hasta una arriesgada improvisación en la salsa o la rumba, e incluso, en una sesión de música electrónica, la obra del célebre compositor del siglo XVIII logra asomarse para disfrute pleno del público.

Es el caso del CD Mozart y Mambo (2020), nacido de la curiosidad de la reconocida cornista Sarah Willis y producido bajo el sello franco-belga Alpha Classics. El interés de la instrumentista por conocer los ritmos cubanos la llevó a «un gran viaje de descubrimiento», donde se encontró con José Antonio Méndez Padrón y la Orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana: un hecho por el cual ha regresado una y otra vez a la Mayor de las Antillas. La más reciente fue a principios de este año para presentar su propuesta discográfica al Instituto Cubano de la Música, nacida del concierto que le dio origen en el Oratorio San Felipe Neri.

De vuelta también para abrazar a quienes considera su «familia cubana» y con la cual pretende continuar la investigación musical comenzada con el mambo de Dámaso Pérez Prado, que tanto la ha cautivado, Sarah Willis le confesó a JR que su contacto inicial con la música popular cubana se produjo a través de la película Buena Vista Social Club (1999), «sin embargo, esta colaboración con la Orquesta del Lyceum de La Habana ha sido mi primera oportunidad para acercarme y estudiar los ritmos, instrumentos y misterios de los géneros de la Isla», afirma.

Primera mujer en ingresar en la sección de metales de la Filarmónica de Berlín (es miembro desde 2001), asegura que le impresionó «el nivel tan alto que posee Cuba en la ejecución de la música clásica», así que se dio a la tarea de crear un proyecto para mezclar los ritmos de esta tierra con obras del autor de tan extraordinarias piezas como Concierto para corno No. 3.

«A Mozart le habría encantado esta isla y habría sido un buen cubano, de título honorario», enfatiza con cierto humor quien ha concebido contenidos tan versátiles como la serie de entrevistas online Horn Hangouts, destinada a reflexionar sobre la música.

A lo largo de diez piezas musicales, Mozart y Mambo propone una hoja de ruta, como si de un vuelo Habana-Salzburgo se tratase, con sucesivas idas y venidas. Sarah nade Mambo, con la firma de Edgar Olivero, es un tema memorable, basado en Pequeña serenata nocturna. Por otro lado, Joshua Davis y Yuniet Lombida Prieto imprimieron su sello en Rondó alla mambo, composición que bebe del Concierto para corno.

Asimismo, de Mozart se nos presenta Corno en mi bemol mayor K.370b, el Rondó en mi bemol mayor para corno y orquesta K.371 y el Concierto para corno en mi bemol mayor K.447. El toque cubano en el CD también se beneficia con Qué rico el mambo, de Pérez Prado, con arreglo de Joshua Davis, allanando el paso para el trabajo de Jorge Aragón con Dos gardenias, de Isolina Carrillo y El manisero, de Moisés Simons.

La propuesta discográfica se engrandece con el aporte de la Orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana, bajo la batuta de José Antonio Méndez Padrón, «Pepe». La agrupación sinfónica logra aupar con especial sutileza al corno defendido por Sarah Willis junto a los muchachos de Havana Horns, así como al trompetista Harold Madrigal, al pianista Jorge Aragón y al grupo La Sarahbanda, comandado por el saxofonista Yuniet Lombida.

«Estos músicos tocan con una pasión increíble. El nivel que tienen es comparable con el de los profesionales en Europa y eso que en la Filarmónica de Berlín he trabajado con algunos de los mejores directos y solistas del mundo. Cuando le comenté a mis colegas que iba a grabar los conciertos de Mozart para corno con una orquesta cubana, se sorprendieron y me dijeron que por qué no lo hacía con un conjunto europeo, pero no habría sido lo mismo», señala la Willis.

«Este resultado habla muy bien de la formación que reciben los músicos en Cuba, porque su manera de crear no tendría un nivel tan elevado sin una gran academia precedente», reflexiona la intérprete y educadora británica, cuyo primer viaje en 2017 le permitió conocer desde dentro el sistema de enseñanza artística e impartir algunas clases magistrales.

La instrumentista británico-estadounidense aprovecha al máximo cada estancia en suelo cubano. En su travesía anterior se hizo acompañar por un equipo de filmación dirigido por la cineasta alemana Magdalena Zieba-Schwind, quien se encargó de la realización de Mozart y Mambo, un viaje cubano con Sarah Willis. El material cuenta el proceso de preparación del concierto en el Oratorio San Felipe Neri, al tiempo que se acerca a la cultura y realidades de la ciudad.

Da gusto encontrarse con proyectos tan abarcadores como este, donde la destacada cornista y la cineasta ponen en valor elementos de nuestra cotidianidad y cultura musical. Ambas creadoras sintetizan en sus producciones artísticas una mirada de Cuba que, lejos de ser invasiva, propone un diálogo intercultural de enorme valía.

Con razón José Antonio Méndez «Pepe» se siente muy satisfecho con el trabajo llevado adelante en Mozart y Mambo, pues «ha representado la puerta de entrada de nuestra agrupación a grandes escenarios europeos y nos ha otorgado una mayor visibilidad».

Con la obra del compositor austríaco, la orquesta ya había tenido una experiencia previa, patentada en Mozart en La Habana (Sony Classical, 2017), ejecutada de la mano de la pianista estadounidense Simone Dinnerstein. Pero Mozart y Mambo les permitió a estos jóvenes músicos enfrentarse por primera vez a una fusión de este tipo.

«Las partituras originales de Wolfang Amadeus Mozart son perfectas, no necesitan nada adicional para valerse por sí solas, pero cada vez se alejan más del público actual. Entonces, se trata de lanzarle una “carnada” al oyente para atraerlo a la música de concierto.

«Podemos mantener elementos originales como la melodía (perfectamente reconocible), el formato y la estructura; algunas veces con solo cambiar la acentuación, el compás y adicionar la percusión cubana es suficiente para que la audiencia se sienta más identificada con una música escrita hace 250 años, algo que lograron magistralmente Yuniet Lombida y Joshua Davis. Esto no significa, por supuesto, que toda la música de concierto deba ser versionada para que sea más popular», asegura Pepe, cuyo videoclip de Rondo alla mambo suma más de 700 000 vistas en YouTube.

Sarah Willis prefiere no profundizar en sus siguientes pasos creativos, pero asegura que pronto habrá una segunda parte de Mozart y Mambo. Lo que sí se conoce es que en su último periplo aprovechó para recorrer la provincia de Matanzas e investigar sobre la rumba y otros géneros musicales, así como para compartir con otros artistas del patio, lo que para todos ha resultado un auténtico privilegio.

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