Los residentes de Collegeville, en Pennsylvania, tuvieron que llamar a la policía para que se ocupara de un molesto vecino que atentaba contra la seguridad del poblado: un caimán de dos pies de largos recorría las calles, al parecer buscando dónde quedarse como inquilino. El animal, un bebe aún entre los de su especie, fue llevado a la Estación de Policía donde le tomaron fotos mostrando su mayor cara de criminal: con la boca abierta enseñando sus filosos e innumerables dientes.