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Primera pesista cubana

Se estrena la participación femenina cubana en competencias internacionales de levantamiento de pesas

Autor:

Raiko Martín

Mariela Rosabal primera cubana que compite oficialmente en levantamiento de pesas.Foto: Juan Moreno Algo ha llovido desde que Mariela Rosabal dejó de anudarse la pañoleta, pero eso no impidió que este sábado la menuda atleta granmense retomara su condición de pionera, esta vez de la participación femenina cubana en competencias internacionales de levantamiento de pesas.

Días antes de partir hacia esta ciudad, y en medio de una de las agitadas sesiones de entrenamiento, me confesó su entusiasmo por participar en estos Juegos regionales, sin tan siquiera percatarse de que su nombre quedaría inscrito en la historia de esta disciplina en el país.

Ya sobre el escenario de competencia, durante la presentación de las concursantes de la división de 48 kilogramos, se vio otra vez sonriente, aunque ahora el brillo de sus ojos denotaba el normal nerviosismo de «la primera vez». Nada más lógico podía suceder.

Se me ocurrió entonces adivinar sus pensamientos, y me parece que cualquier idea que haya cruzado en ese instante por su mente tuvo que estar relacionada, de una forma u otra, con la felicidad de este privilegio, que no es más que un premio a su perseverancia.

Fue en 1991, cuando comenzaba a perfilarse como una futura docente de la Educación Física, que se enamoró de esta disciplina incluida en el programa de estudio de su especialidad.

Desde entonces no dejó de prepararse y confiesa que muchas veces añoró una oportunidad para representar a Cuba en certámenes deportivos. Como cualquier mujer, concretó hace cinco años el sueño de la maternidad y como muchas, no vaciló para cumplir con el deber humanista de aportar sus conocimientos para mejorar la calidad de vida y el desarrollo deportivo del hermano pueblo venezolano.

Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de su esposo —otro enamorado de la halterofilia—, de sus familiares, compañeros y amigos, de quienes siempre recibió el aliento necesario para no cejar en el empeño de cumplir sus objetivos.

Cual profeta, Mariela nos anunció sin tristezas que «es muy pronto para ganar, pero estoy segura de que en poco tiempo habrán muchas sorpresas». Sus metas de ahora no se traducen en medallas, sino en iniciar una trayectoria colectiva que aspira en algún momento ser tan fructífera como la que hasta el momento han protagonizado sus compañeros de equipo.

Y aunque el futuro siempre es incierto, asegura que competirá hasta que el cuerpo lo permita. Tal vez no muy lejos esté el día en que ella, o cualquiera de las que por estos días nos representan, logre escalar a lo más alto de un podio de premiaciones, algo que será igualmente histórico para el movimiento deportivo cubano.

Entonces será doblemente feliz y recordará con agrado el día que, a pesar del nerviosismo y la falta de una medalla, levantó sobre la palanqueta el orgullo de la mujer cubana.

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