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Río de Janeiro.— En una competencia de nivel mundial, la dupla cubana de Erick Fornaris y Jorge Betancourt se agenció este miércoles una saboreadísima medalla de plata en la prueba de trampolín sincronizado a tres metros, al iniciarse las competencias de clavado en estos XV Juegos Panamericanos.
En el bello Parque Acuático de esta ciudad, tras los primeros cuatro saltos —de seis posibles—, los cubanos se ubicaban en el primer lugar (261.24 puntos) entre una sexteta de parejas contendientes.
Con sus respectivos grados de dificultad, primero habían obtenido 49.80 unidades; luego 52.20, en la tercera tanda rubricaron uno de los saltos más bien valorados de todos (81.84), mientras en el cuarto firmaron un 77.40.
Hasta ahí, todo iba «viento en popa». Pero llegó el quinto intento, con grado de dificultad de 3.5, consistente en dos vueltas y medias al frente. La ejecución fue sensacional, pero la sincronización fue pésima, pues Fornaris cayó delante de Betancourt. Y ahí se les fue el triunfo, ya que solo lograron 71.40 puntos, lo cual fue aprovechado por la dupla de Estados Unidos, integrada por Mitchell Richeson y Troy Dumais.
Con sus seis saltos, los cubanos totalizaron 407.10 unidades, inferior a las 422.52 de los estadounidenses y superior a los 401.49 puntos registrados por Canadá, que compitió con una dupla de lujo, subcampeona mundial, formada por Alexandre Destapie y Arturo Miranda.
«La justa fue de un elevado nivel. Nosotros veníamos con pronóstico de medalla de bronce, así que esta presea de plata me satisface, pues igualamos la actuación de Santo Domingo 2003.
Perdimos en el quinto salto, ese que nos ha incomodado en los Grand Prix de este año por Europa. Para superar tal desventaja, debemos ganar más altura y confianza al ejecutarlo», nos dijo Betancourt.
Al menos, ya saben dónde está el problema. La tarea es resolverlo. ¿Será difícil?
