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Confesiones de la gran ajedrecista húngara Judit Polgar

Nuestro diario reproduce fragmentos de una entrevista con Judit Polgar, la mejor trebejista de todos los tiempos. Tómenlo como un aperitivo, cuando hoy comienza en Holguín el campeonato nacional femenino de ajedrez

Autor:

Juventud Rebelde

Judit Polgar con su hijo Oliver y su esposo Gustav. Foto: David Llada Exponerse a una conversación con Judit Polgar (Budapest, 23-7-1976) lleva consigo cierta dosis de prudencia, debido a los méritos que arrastra el personaje: la húngara está considerada como la mejor ajedrecista de todos los tiempos. Casada con Gustav, un veterinario del zoológico de Budapest, considera que actualmente su maternidad es lo más importante. Tiene dos hijos, uno de tres y otro de un año. Sin embargo, ha logrado romper varias fronteras en el ajedrez, hasta ser incluida en el «top ten» de un mundo eminentemente masculino.

—Tras una vida dedicada al ajedrez, ¿en qué momento de su carrera diría que se encuentra?

—Ahora mismo estoy en el puesto número 22 del ranking mundial absoluto. En los últimos tres años he tenido a mis hijos Hanna y Oliver y los «parones» por estar embarazada, dar a luz y demás, me han llevado a un bache del que estoy intentado recuperarme. Es complicado organizar a la vez la vida personal y profesional, pero intento hacer lo posible para llevar ambas cosas de la mano.

—A finales de los años 90 declaraba que para usted era más importante ser feliz que llegar a ser una gran estrella en el tablero. ¿Sigue pensando lo mismo?

—Sí, pero soy consciente de que jugar al ajedrez sigue siendo parte de mi felicidad.

—¿Ayuda el ajedrez a resolver los problemas cotidianos?

—Sí, creo que el ajedrez es una buena manera de entrenar la mente para enfrentarse a la vida diaria. El ajedrez tiene muchos aspectos que se pueden aplicar a lo cotidiano como la planificación, la concentración y las combinaciones. Aprendes a ganar, pero también a perder, a ser creativo...

—¿Tiene sexo el ajedrez?

—No creo que tenga sexo. Hombres y mujeres deberíamos jugar en un ajedrez unificado. Hay mujeres que prefieren competir entre ellas y que están en contra de un ajedrez así porque obtienen buenos resultados, pero la mujer debería competir con el hombre. Es algo que la Federación Internacional debería considerar.

—¿Puede darse en el siglo XXI una revolución femenina en este deporte?

—Actualmente, el papel de la mujer está cambiando en todas las áreas. Personalmente, prefiero no mirar al ajedrez desde un punto de vista femenino, si no ver su evolución por países. India y China están mejorando a pasos agigantados y sus ajedrecistas son los que van a liderar la revolución del siglo XXI.

—¿Qué sentimiento le produce cuando hablan de usted como la mejor ajedrecista de todos los tiempos?

—Llevo jugando desde que tengo cinco años y ya me he acostumbrado a los calificativos. No les doy importancia. Es algo que podré contar a mis nietos, pero nada más.

—¿Ha tenido ídolos Judit Polgar?

—Nunca he tenido ídolos en el ajedrez. Dependiendo de las épocas, he seguido más a unos ajedrecistas que a otros, ciertas jugadas, ciertos momentos...

—¿Cómo se definiría sobre el tablero?

—Me caracterizo por ser una jugadora muy agresiva, de ataque. Con las piezas negras es más difícil serlo, pero también intento desarrollar esta faceta con ellas.

—¿Se identifica más con una ficha que con otra?

—Mi favorita es el caballo.

—¿Son tan importantes como se dice las miradas en una partida de ajedrez?

—Para mí el ajedrez es un juego psicológico, y dentro de este juego personal están las miradas. Pero no considero que tengan esa importancia que se les quiere dar.

—¿Qué opinión le merece la polémica que se ha generado en los últimos años en torno a si el ajedrez es o no un deporte?

—Es una pregunta que se ha formulado en muchos países. Se puede decir que en las últimas décadas el ajedrez se ha convertido más en un deporte que en una ciencia. Yo lo veo más desde un punto de vista artístico.

—¿Con qué aficiones se entretiene una Gran Maestro?

—Me gusta mucho la naturaleza, los animales e ir al teatro. Pero claro, ahora al tener dos hijos, prácticamente no me queda tiempo libre. Ahora elijo mucho más los torneos dónde juego, por qué y contra quién. Quiero jugar al ajedrez hasta que me siga apasionando. Cuando me deje de divertir, dejaré este mundillo.

Nota: Tomado del periódico español El Correo

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