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Millonario de pueblo

Este lunes se cumplieron 46 años de la creación de las Series Nacionales de béisbol. JR honra hoy a todos los atletas que, en algún momento, nos hicieron felices dejando su alma en el terreno

Autor:

Juventud Rebelde

Por sus resultados y su caballerosidad sobre el diamante, Agustín Marquetti tiene un sitio en el corazón de los aficionados cubanos. Foto: Juan Moreno No fue difícil hallarlo, aun sin direcciones ni teléfonos. Su nombre es una leyenda en la capital de todos los cubanos. Lo encontramos saliendo de la casa. ¿Mal momento? Afortunadamente, enseguida nos mostró una sonrisa que evaporó nuestro desconcierto. «Espérenme, vuelvo enseguida».

Y efectivamente, a los cinco minutos, Agustín Marquetti Moinelo había regresado. Alto, fuerte, alegre, vivaz, nadie podría decir que el veterano pelotero de Industriales se inicia en las seis décadas.

«Desde niño amé la pelota, pero las circunstancias de mi tiempo eran muy distintas a las de los jóvenes de ahora».

Siendo todavía un niño, su deseo de jugar pelota organizada parecía que no se cumpliría. Los acontecimientos de la época lo llevaron a cambiar sus sueños. Con apenas 15 años se vio insertado en el Batallón 180 en la batalla de Playa Girón, suceso del cual le llega el primer seudónimo: el miliciano.

Su primer juego de béisbol vino en el año 1964, en la Liga Juvenil, representando a la selección de Ciudad de La Habana. Luego fue captado por el Ministerio del Interior para jugar en su equipo, donde combinaba el entrenamiento militar con la pelota, y donde estuvo aproximadamente hasta el año 1980.

—¿Cuáles fueron sus momentos más felices como atleta?

—Sin duda alguna hay dos. Del primero, el pasado 2 de diciembre, día que comenzó la 47 Serie Nacional de Béisbol, se cumplieron 35 años. Me refiero al jonrón de 1972 frente a los norteamericanos, en Nicaragua. Primero di uno de foul y luego salió aquel por zona buena. Recuerdo que Fidel llamó personalmente para felicitar al equipo y a mí. El otro momento es más recordado por el pueblo, porque fue el que tuvo oportunidad de ver. Me refiero al jonrón de 1986, en la final de la serie de ese año frente al pinareño Rogelio García. Como siempre digo, me voy a morir y la gente se va a acordar de lo que hice.

—¿Qué sintió cuando lo ubicaron en la lista de los cien mejores deportistas del siglo XX en Cuba?

—Siempre me he considerado uno más, no he vivido el orgullo de haber sido famoso, y eso me ha servido para identificarme con el pueblo y hacer que la gente se sienta en sintonía conmigo. Lo que uno siembra es lo que debe recoger, por eso para mí es importante que los cubanos me recuerden. Las cosas nuevas suplantan a las viejas, y el hecho de que después de tantos años se acuerden de mí, me halaga. Simplemente, soy millonario de pueblo.

—¿Qué pasó después del retiro?

—En ese momento mi vida cambió mucho, comencé a tener más tiempo libre, a descubrir nuevas cosas. He prestado ayuda técnica en Argentina, Holanda, Venezuela, Japón y Brasil. Y aquí a cada rato me llaman para hacer clínica a los deportistas. Siempre estoy dispuesto. Además, de vez en cuando juego pelota «al suave». Ya no soy el mismo de hace 40 años.

—¿Nunca ha deseado dirigir a Industriales?

—Hubo una etapa en que sí quería, a los dos o tres años de haberme retirado, pero nunca me lo ofrecieron y dirigí en la Liga de Desarrollo y el nacional juvenil. En estos momentos dirige Anglada, que lo hace bien, y ya no me interesa. Tal vez dentro de unos diez años me vuelva a gustar la idea.

Mientras jugó pelota, Marquetti obtuvo los más altos honores, aunque faltó en sus vitrinas un título olímpico. No alcanzó la época del béisbol bajo los cinco aros. Participó en 22 Series Nacionales, en las cuales fue 6 725 veces al bate, conectó 1 935 hits y 207 jonrones. Ahora, disfruta la vida desde otra perspectiva, en compañía de su familia y rodeado de amigos. Ellos lo aplauden todavía, aunque azarosamente, cuando logra hacer algo memorable en una partida de dominó.

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