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El ajedrez nos enseña a tomar decisiones

El legendario Anatoly Karpov, de visita por segunda vez en nuestro país, comenta algunos temas polémicos para los lectores de Juventud Rebelde

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Juventud Rebelde

Karpov confiesa que le ha gustado mucho Cuba. Foto: Roberto Suárez Muchos cubanos lo recuerdan por sus espectaculares duelos contra Garry Kasparov. El ruso Anatoly Karpov es un mito viviente del ajedrez. Y es que ha dedicado toda su vida al juego ciencia, aunque no ha hecho solo eso.

El ex campeón universal cuenta con marcas impresionantes en este deporte. En el torneo de Linares de 1994, por ejemplo, obtuvo 11 puntos de 13 posibles, dos y medio por encima de Kasparov y Alexei Shirov. Además, posee otro récord del que no puede presumir ninguno de sus antecesores en el trono: en 11 duelos por la corona mundial, pasó 780 días frente al tablero ¡Más de dos años!

Aunque desde hace algún tiempo lo hemos visto alejarse de los primeros puestos en la clasificación oficial, Karpov sigue jugando activamente y mantiene un alto nivel. Además, se desempeña como Embajador del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

—¿Por qué ha disminuido su participación en torneos organizados por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE)?

—Realmente solo he dejado de participar en los campeonatos mundiales por una cuestión de principios. Considero que el sistema utilizado actualmente para discutir el campeonato mundial no es el correcto, porque no tiene nada que ver con los ajedrecistas. No se logran los resultados que en realidad nosotros deseamos, o al menos los que yo deseo.

—¿Y cómo cree usted que debía ser el sistema de competencias para la discusión del título?

—Primeramente se debe hacer una reunificación de criterios en el ajedrez mundial. Todos los mejores ajedrecistas deben estar incluidos en el sistema de competencias.

«Ahora la FIDE vuelve a utilizar los match para los campeonatos mundiales, como era hace 15 años. Es como haber malgastado todo ese tiempo.

«Esa forma de discutir el título es responsable de que el juego ciencia haya perdido popularidad. Se escribe menos sobre el tema en la prensa, y se ve menos por la televisión. Es el reflejo de una crisis que vive actualmente el ajedrez».

—Le voy a mencionar tres nombres de ajedrecistas para que usted me diga su opinión sobre ellos: Kasparov, Fisher y Capablanca.

—Voy a empezar por Capablanca porque es el más agradable de todos (se ríe).

«Mi estilo no se asemeja al del cubano. Sin embargo, estudiar sus partidas me hizo tomar muchas cosas suyas. Por ejemplo, la comprensión de la posición, la técnica del desarrollo y los ardides para desarrollar una posición ventajosa. Capablanca es uno de los más grandes campeones.

«Fisher también fue un fenómeno dentro del juego ciencia. Tiene el mérito, como el cubano, de haber crecido en un país donde había poco desarrollo ajedrecístico si lo comparamos, por ejemplo, con la Unión Soviética.

«Kasparov es un ajedrecista con el cual yo me he enfrentado muchas veces. Solamente en los match por la corona mundial, jugamos 144 partidas. En estos encuentros él se creció. Tiene una iniciativa muy pronunciada, y una de sus ventajas radicó en que fue el primer ajedrecista que se enfrentó a una computadora y la utilizó para el entrenamiento. Los mejores años de Kasparov se debieron a su preparación, y a conocer las teorías más avanzadas que existían en cuanto a las aperturas. Eso era un gran impedimento para quienes lo enfrentaban.

«Todos los ajedrecistas siempre hacen referencia a estas tres figuras, puntales del juego ciencia».

—A su juicio, ¿quién es ahora el mejor ajedrecista del mundo?

—Es una pregunta muy difícil. Este año se va a celebrar el match por el trono mundial y todavía no se sabe quien será el ganador. No hay un líder evidente. Hay cuatro ajedrecistas que van a luchar para la denominación de campeón del mundo: Anand, Kramnik, Topalov y Kamsky. Solo sabremos al final cuál es el mejor.

—En la actualidad se habla mucho sobre la dependencia que tienen los ajedrecistas de las computadoras. Algunos Grandes Maestros ya no pueden imaginar su existencia sin ellas. ¿Acaso las máquinas han cambiado la manera de pensar de los jugadores?

—Sí, en muchos ajedrecistas influye demasiado el uso de la computadora, sobre todo cuando entrenan con ellas. Esto tiene su aspecto positivo y negativo. Lo bueno es que el acceso a la información es más rápido. Pero los jugadores acuden cada vez menos al tablero. Pierden su capacidad de razonamiento y comienzan a hacerlo todo mecánicamente.

«Utilizar excesivamente las máquinas puede desarrollar un automatismo indeseable que con mucha frecuencia lleva a tomar decisiones superficiales».

—Un programa cibernético como Fritz es capaz de ganarle hasta al campeón del mundo. ¿Qué opina usted? ¿Debe el ser humano competir con una calculadora electrónica?

—Yo no veo ningún problema en que un ajedrecista juegue un match con la computadora. Incluso, yo la uso para entrenar. Ahora bien, estoy en contra de incluir las máquinas en los torneos, porque muchos no saben jugar contra ellas y las condiciones no serían parejas.

«Además, el ordenador tiene mucha información que el jugador no puede almacenar en su memoria. En un enfrentamiento hombre-máquina, debían permitir a la persona acceder al banco de programas que tiene una computadora».

—En los últimos tiempos se están formando Grandes Maestros muy jóvenes, como es el caso del noruego Magnus Carlsen. ¿Usted cree que son un producto de los ordenadores?

—Reitero que la responsabilidad no radica en estas nuevas tecnologías. El hecho es que los jóvenes ajedrecistas pueden acceder en estos momentos a una información que antes no tenían, lo cual les permite hacer análisis más rápidos. Además, al tener un control del tiempo, el ajedrez se ha hecho más deportivo.

—¿A qué edad se alcanza la madurez ajedrecística?

—Los muchachos talentosos pueden estar maduros entre los diez y los 14 años. Cuando llegan a los 18, ya se puede decir si tienen posibilidad o no de llegar a ser Grandes Maestros o campeones del mundo.

—Además de los entrenamientos sistemáticos, ¿cómo debe ser la preparación psicológica y física de estos muchachos?

—Para ser buen ajedrecista, primero hay que tener muy buena salud. Se necesita un sistema nervioso fuerte y una excelente preparación física. De lo contrario, es imposible mantener la concentración en una partida que puede prolongarse hasta seis o siete horas.

—¿Considera usted que debe haber diferencias de sexos en los torneos de ajedrez?

—Sí. Primeramente porque los hombres juegan más que las mujeres. Además, el ajedrez necesita una fuerte concentración y los varones tienen mayor resistencia.

—Entonces, ¿no cree que las féminas puedan estar al mismo nivel que los hombres?

—Esto solo sucederá cuando ellas logren correr a la misma velocidad que los hombres. Algunas mujeres juegan muy bien, de forma excelente, como Judit Polgar. Pero ya le digo, el ajedrez exige una gran concentración.

—Usted sabe que en Cuba se ha llevado el ajedrez a todas las escuelas, e incluso se imparten cursos por la televisión. ¿Qué le parece esta idea de masificar el juego ciencia?

—El ajedrez es útil para los escolares porque ayuda a desarrollar la capacidad intelectual. En muchos países del mundo se ha introducido en las escuelas, y esto ayuda a los alumnos a comprender otras disciplinas. El juego también contribuye a la formación del carácter, porque nos hace tomar decisiones y ser firmes en ellas. Es útil para la vida en sentido general. Por eso es muy buena la masificación.

—¿En Rusia hay algún programa parecido al cubano?

—Sí, nosotros durante mucho tiempo tuvimos un programa como este en la televisión, que desapareció con el fin de la Unión Soviética. Pero ahora estamos tratando de restaurarlo y se han tomado decisiones en este sentido. Tenemos ya una resolución del Ministerio de Educación en la cual se recomienda a los directores de las escuelas introducir el ajedrez en su programa de estudio. No significa que sea obligatorio, pero sí entra como una asignatura facultativa para quien la desee.

—¿Cuál es el secreto de los excelentes resultados del ajedrez ruso?

—Primeramente, una escuela de ajedrez que estaba introducida en el programa de educación, y que vamos a recuperar. Ese sistema posibilitaba el descubrimiento de nuevos talentos.

«Además, teníamos entrenadores que trabajaban en todas las regiones del país. A mi juicio, el problema más grande que puede tener cualquier nación es la preparación de los entrenadores.

«Nosotros tuvimos campeones mundiales y olímpicos. Todavía los tenemos. Por eso le digo que ese tipo de escuelas desarrollan nuevas figuras, que pueden llegar a tener excelentes resultados».

—¿Nos haría alguna recomendación para aumentar el nivel de nuestro ajedrez?

—Yo considero que el ajedrez cubano está bastante bien. En los últimos 40 años ha habido un gran progreso. Recuerdo que cuando yo era un muchacho todavía Cuba no tenía ningún Gran Maestro, y ahora tiene varios y muy buenos.

«Es uno de los países más fuertes en Latinoamérica. Pero hay que luchar para insertar a los ajedrecistas cubanos en las competencias por el trono mundial.

«Aquí hay organización, y una buena escuela. Pero últimamente los torneos celebrados en Cuba no tienen tanta calidad como en años anteriores. Eso es un problema.

«Además, para formar Grandes Maestros deben participar en torneos internacionales fuertes que los preparen y los hagan subir el nivel.

«La base organizativa es buena, bien fundamentada. También es muy buena la masividad. Pero hace falta dar un paso más grande para llegar a la cima. Esto se logra, como ya te dije, posibilitando a los Grandes Maestros cubanos la participación en torneos de mayor calidad.

—¿Cómo se ha sentido durante sus dos visitas a Cuba?

—De forma increíble.

—Entonces, ¿lo veremos algún día en el Memorial Capablanca?

—(Se ríe). El ajedrez en Cuba tiene mucho movimiento y popularidad. Existe una gran cultura ajedrecística, y siempre resulta muy agradable dar algún aporte a ella.

Match por el Campeonato del Mundo. Moscú, 1985. Partida 22

Karpov vs. Kasparov. Gambito de Dama Rehusado

1-d4,d5 2-c4,e6 3-Cc3,Ae7 4-cxd5, exd5 5-Af4, Cf6 6- e3,0-0 7-Cf3,Af5 8-h3,c6 9-g4,Ag6 10-Ce5,Cfd7 11-Cxg6,fxg6 12-Ag2,Cb6 13-0-0,Rh8 14-Ce2,g5 15-Ag3,Ad6 16-Dd3,Ca6 17-b3,De7 18-Axd6,Dxd6 19-f4, gxf4 20-exf4,Tae8 21-f5,Cc7 22-Tf2,Cd7 23-g5,De7 24-h4,De3 25-Td1,Cb5 26-Dxe3,Txe3 27-Rh2,Cb6 28-Cg3,Cc8 29-Cf1,Te7 30-Td3,Ccd6 31-Cg3,Ce4 32-Axe4, dxe4 33-Te3,Cxd4 34-Rh3,Te5 35-Rg4,h5+ 36-Rxh5,Cxf5 37-Txf5,Tfxf5 38-Cxf5,Txf5 39-Txe4,Rh7 40-Te7,b5 41-Txa7,b4 42-Rg4 1-0

Nota: Según muchos expertos, esta partida clasifica entre las mejores jugadas por Karpov en toda su carrera. El match terminó 13-11, favorable a Kasparov.

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