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Algunas señales interesantes dejaron los tres primeros juegos de la preselección nacional de béisbol en territorio holguinero. Pero acaso lo más importante es que esta vez todos los peloteros tienen la oportunidad de ganarse el puesto jugando.
Claro está, hablo de aquellas posiciones complicadas, porque todos sabemos que ya hay plazas con nombres y apellidos. Espere, no se moleste conmigo todavía y déjeme explicar mi punto de vista.
No hablo de peloteros «sembrados» en el equipo por su Historia, así con mayúsculas, sino por lo que hicieron en la última Serie Nacional. ¿Dejaría usted al granmense Alfredo Despaigne, después del récord de jonrones y su fantástica temporada, si este no rinde ahora en los 18 partidos de confrontación?
¿No le parece que Miguel Alfredo González y Freddy Asiel Álvarez ya se ganaron el boleto para la Copa Mundial por sus excelentes demostraciones en los play off? ¿Y qué me dice de Yulieski Gourriel, el único que repitió en el Todos Estrellas defensivo y ofensivo?
En mi opinión, las zonas de conflicto son la receptoría, la primera base y el campo corto, además de una importante definición: ¿llevamos dos camareros naturales o el famoso utility de cuadro que ha florecido en los últimos tiempos?
Si yo tuviera que decidir, apostaría por tres receptores, ocho jugadores de cuadro —dos por posición—, cinco jardineros y ocho lanzadores (tres abridores, tres relevistas intermedios y dos cerradores). Esta fórmula sería solamente para un torneo como el que se nos viene encima, donde los rivales no lucen tan fuertes como en el Clásico Mundial, ni existe tampoco ninguna reglamentación del pitcheo.
Pero, afortunadamente, yo nada tengo que ver con la confección del equipo. Esperemos entonces por los tres juegos del próximo fin de semana en Santiago de Cuba y disfrutemos del tope como lo que es: un regalo para nosotros y un examen —de ingreso o de suficiencia, según el caso— para los jugadores.
