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No hablaré precisamente de una de esas gustadas películas asiáticas de artes marciales que a menudo transmite la Televisión nacional. Los «piñazos» y «patadas» a los que me refiero estuvieron a cargo del equipo chino de clavados, protagonista en la segunda parada de la Serie Mundial, con sede en el afamado complejo acuático Cubo de Agua, en Beijing.
En total, los chinos acumularon 15 metales dorados. Por desgracia, el Cubo no mojó como esperábamos a los cubanos José Antonio Guerra y Jeinkler Aguirre, a la postre quintos en la plataforma sincronizada durante la primera jornada.
Ese día, en la prueba más exigente de los saltos al agua, la fenomenal pareja china de Cao Yuan y Zhang Yanquan resultó medallista de oro. Ninguno de los duetos presentes en la justa pudo hacer mucho ante el «kung-fu acuático» de los locales, quienes computaron un total de 502,65 unidades.
Un día después, el panorama no cambió y los muchachos de Asia cargaron con ocho coronas para ratificar su favoritismo.
Entre los ganadores estuvo la dupla masculina de trampolín, integrada por Kai Qin y Yutong Luo. También triunfó el plataformista Bo Qiu y brilló la pareja femenina de Ruolin Chen y Hao Wang, a 10 metros del agua. Estas últimas repitieron el título alcanzado la semana anterior en Moscú, donde China capturó siete cetros.
José Antonio Guerra, esperanza de Cuba en la plataforma individual, no apareció entre los finalistas. Tampoco pudo hacerse justicia en la capital rusa.
Guerra y Aguirre eran los líderes del ranking sincronizado de la plataforma, gracias a su actuación en Moscú. Sin embargo, descendieron varios escaños tras su pobre desempeño en Beijing.
Los cubanos continúan sin ejecutar el complejo salto de 4,5 vueltas al frente, que pretenden llevar al Campeonato Mundial y a los Juegos Panamericanos. Veremos si se arriesgan en las dos sedes restantes de la Serie: Sheffield (Gran Bretaña) y Guanajuato (México).
