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Nuestro Stevenson

Tras 20 años en el ring, Teófilo Stevenson Lawrence decía adiós al boxeo activo el 18 de mayo de 1986 con una contundente victoria sobre el norteamericano Alex García, éxito que le valió su tercera medalla de oro mundialista

Autor:

Juventud Rebelde

No quería que finalizara el presente mes sin hacer referencia a un hecho trascendental para el deporte cubano y mundial, ocurrido el 18 de mayo de 1986 en Reno, Estados Unidos, sede del Tercer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur. Tras 20 años en el ring, esa histórica noche Teófilo Stevenson Lawrence decía adiós al boxeo activo con una contundente victoria sobre el norteamericano Alex García, valedera para que sumara su tercera medalla de oro mundialista a las ganadas con anterioridad en La Habana 1974 y Belgrado 1978.

Esa victoria permitió al campeón de campeones convertirse en el primer púgil en conquistar seis fajas emblemáticas del boxeo amateur, pues para entonces ya ostentaba tres olímpicas ganadas en Munich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980. Stevenson, ganador de 301 combates en su largo peregrinar por los cuadriláteros del mundo, contaba 21 años de edad cuando fue seleccionado el mejor atleta en los Juegos Olímpicos de Munich y, ¡vaya consistencia!, repitió tal honor en el Mundial de Reno, a la edad de 35.

Verdugo en 11 de las 12 ocasiones en que enfrentó a púgiles yanquis, el triunfo que lo catapultó hacia la gloria fue el alcanzado en Munich sobre Duanne Bobbick, la bien cotizada «Esperanza Blanca» con quien los mafiosos del boxeo yanqui soñaban detener la supremacía que ejercían los mastodontes negros en la bien llamada división reina. Tras perder con Teófilo, Bobbick llegó a coronarse en las filas profesionales, título que ganaron otros también decapitados por el gigante cubano del central Delicias, entre ellos Tyrrel Biggs, a quien Teófilo venció dos veces: por decisión judicial y por fuera de combate.

Biggs había ganado el laurel olímpico en la cita estival de Los Ángeles 1984, a la cual Cuba no asistió, en tanto Stevenson vencía en los Juegos de la Amistad del propio año al miura soviético Valery Abadzhan, en una de las peleas más despiadadas que he presenciado en el mundo amateur. Los Juegos de la Amistad, con sede en La Habana 1984, me permito recordarles, se efectuaron en respuesta a las Olimpiadas de las cuales estuvieron ausentes los países miembros del entonces campo socialista y, específicamente en boxeo, estuvieron presentes en la Ciudad Deportiva los mejores púgiles del amateurismo mundial.

El Teófilo que ganó por abandono del maltrecho Abadzhan (guapo de arriba a abajo) hubiera «paseado» el certamen de Los Ángeles para ceñirse la cuarta corona olímpica, uno de sus dos grandes sueños por realizar. El otro, la frustrada Pelea del Siglo programada para febrero de 1979 (los yanquis rehusaron) frente al legendario Mohamad Alí. Salvo excepción de Alberto Juantorena, nuestro glorioso «Elegante de las Pistas», no creo que ningún otro atleta —¡y Cuba ha dado muchísimos!— haya gozado del reconocimiento mundial del cual disfruta Stevenson.

Y más que ello, sobresale la probada fidelidad mostrada por Teófilo a la Revolución, su desprecio a cifras millonarias para ir al profesionalismo (que representaba irse de su patria) porque «ningún dinero del mundo vale más que el cariño que me dispensan diez millones de cubanos».

A Teófilo lo conozco desde que, muchacho bonachón, llegó del Delicias al que nunca ha olvidado para, en escaso tiempo, convertirse en la figura más renombrada del olimpismo, sin que el brillo de tanta gloria llegara a cegarlo. Y no solo del olimpismo, también en gran figura del deporte mundial, merecedor de múltiples distinciones, entre estas la de haber sido incluido por el COI entre los diez mejores atletas olímpicos del siglo pasado. Por si fuera poco, su nombre, con texto y foto desplegada a gran tamaño, ilustra la página 143 de Hechos y figuras en la enciclopedia de boxeo, editada por Gilbert Odd.

A quienes ignoran cuánto ha representado y representa Teófilo para su país, les decimos que más que triple campeón olímpico y del mundo, más que su brillante historial, y más que todo, Teo es un patriota cubano, defensor inclaudicable de nuestra Revolución, lo mismo en trusa y zapatillas que en ropa de calle, no importa tribuna o lugar.

Por todo lo expuesto quise aprovechar la complicidad de este aniversario 25 de su definitivo adiós al ring para rendir este homenaje que espero otros hagan suyo, evitando así que ajenos, siempre al acecho, quieran apropiarse de glorias que son muy nuestras.

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