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¿Torpedo o barco de papel?

Autor:

Abdul Nasser Thabet

La desesperación lo inunda, se le mete por los bordes como a un barco de papel, incapaz de sostenerse sobre una corriente de años que muerde su endeble y maltrecha quilla. Le sucede a diario. Y es lógico. Después de media década fuera de su entorno natural tras un inesperado retiro con tan solo 24 años, el extraclase nadador australiano Ian Thorpe se echará al agua este fin de semana, experimentando, quizá, las mismas sensaciones de un marinero novato en alta mar.

La quinta parada de la Copa del Mundo de piscinas de curso corto, programada en Singapur desde este viernes y hasta mañana sábado, acogerá el regreso del Torpedo de Oceanía.

El oriundo de Sidney, cinco veces titular en nueve ascensos al podio olímpico, no ha participado en una competición internacional desde marzo de 2006.

Thorpe anunció en febrero pasado su vuelta a la gran escena, con la proa enfilada hacia los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde espera conseguir su sexto oro bajo los cinco aros.

Por lo pronto, en este episodio de la cita universal solo competirá en dos disciplinas, los 100 metros combinados y en la misma distancia del estilo mariposa.

«Estoy un poco más nervioso de lo que estaba normalmente antes de una competencia. A medida que se acerca la fecha me pongo más inquieto. Hay días en los que me siento el mejor nadador del mundo y, al día siguiente, incapaz», confesó el segundo hombre con más preseas doradas (6) en un Campeonato Mundial de natación.

Cuando el legendario «proyectil acuático» anunció su retirada, muchos medios esgrimieron la falta de motivación para intentar batir a su máximo rival de entonces, el estadounidense Michael Phelps. El Tiburón de Baltimore —sobrenombre con el que identifican al norteño—, reconocido como el mejor nadador de todos los tiempos, archiva 14 medallas de oro en solo dos olimpiadas. En total suma 16 preseas olímpicas: seis de oro y dos de bronce en Atenas 2004, y ocho doradas en Beijing 2008. Además ha triturado 21 títulos mundiales, firmando el mayor cómputo de medallas doradas en una misma justa de ese nivel (7). Casi nada.

Phelps tuvo que esperar para saldar sus deudas en la actual Copa del Mundo en carriles de 25 metros, pues no fue hasta la cuarta etapa, disputada en Berlín del 22 al 23 de octubre, que le resultó del todo la alquimia. Allí consiguió cuatro metales áureos y uno plateado. Antes, había debutado en la excelsa urbe moscovita para sacar del agua dos oros, una plata y un bronce.

Con este presente demoledor, aún en construcción, y una historia de puro susto, muy pocos expertos se atreven a vaticinar la victoria de Thorpe frente al depredador norteamericano. Además, el actual proscenio acuático está bastante cargado y varias figuras exhiben mejores números que los mostrados por el chico de la isla continente.

Él mismo advirtió que su reto de competir en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 puede naufragar incluso antes del comienzo. El cuento de hadas que los grandes medios de comunicación están montando hace algún tiempo parece compartir el mismo destino de la mítica isla Atlántida, desaparecida en el mar y aún hoy buscada por algunos aventureros orates.

Sin embargo, el australiano se ve muy apegado a un añejo refrán: «lo último que se pierde es la esperanza» y pretende seguir haciendo historia.

«Me gusta lo que hago, el entrenamiento que estoy haciendo y me encanta tener esta oportunidad, estoy muy agradecido por eso», reconoció el superdotado de 1,95 metros de estatura y cien kilogramos de peso, quien confirmó encontrarse en torno al cinco por ciento de rendimiento en comparación con la forma física que le autentificó una de las firmas de más prestigio en todo el globo.

Además confesó que parte de las razones de evitar competir en su modalidad favorita, los libres, y elegir los 100 metros combinados, que no nadaba desde 2003 cuando ganó una plata mundial, es la gran diferencia entre sus tiempos de hoy con los del pasado.

«Esto no va a ser extraordinario y tampoco va a ser algo horrible. Hay un amplio rango entre una cosa y otra, así que voy a intentar conseguir un término medio».

La pregunta parece ineludible para todos los amantes del deporte, incluso para esos soñadores que nunca se dan por vencidos y abrazan siempre la utopía: ¿Podrá el Torpedo tener otra gran explosión o se conformará con reventar por dentro después de los presagiados fracasos?

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