Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tercera derrota cubana en eliminatoria mundialista

Cuba despidió sus aspiraciones de clasificar al Mundial de fútbol Brasil 2014

Autor:

Raiko Martín

Uno puede engañar a todo el mundo. Incluso puede mentirse a uno mismo, pero cuando se para frente al espejo, como hizo este viernes la selección cubana de fútbol ante su similar de Honduras, entonces se nos vienen encima todas las verdades: en este caso una pizarra de 0-3 que, traducida al castellano más claro, significa la despedida del próximo Mundial.

Hasta aquí llegamos con la mini dosis de ilusión que nos dejó la reciente gira por Argentina, y terminamos una vez más sin hacer el más mínimo daño a nuestros rivales. Crecemos y crecemos, pero seguimos un paso por detrás del pelotón.

Nada mejor para ilustrar el desenlace vivido en un estadio Pedro Marrero inundado de visitantes, que la sentencia del técnico cubano en la posterior –y única- conferencia de prensa. «Fueron superiores a nosotros». Y es verdad, aunque teniendo en cuenta el kilometraje de no pocos jugadores catrachos, esa diferencia debía ser más notable.

En términos futbolísticos, la propuesta hondureña no fue nada del otro jueves. No sé si por la ansiedad de marcar o por el temor de que la historia les jugara otra mala pasada, pero lo cierto es que le costó trabajo a los dirigidos por el colombiano Luis Fernando Suárez imponer su ley sobre el pasto.

Su mejor divisa fue la paciencia de esperar la oportunidad, de aprovechar el fallo, que llegó a la media hora. No fue el primero de nuestros centrales, pero si el más nefasto, el que dejó a Jerry Bengtson fusilar literalmente al portero cubano Odisnel Cooper.

A fin de cuentas, revertir ese marcador no era precisamente una utopía, y la formación del estratega granmense Alexander González salió en la segunda mitad con mejores ideas. Pero un violento latigazo del central Víctor Bernárdez, a balón parado y desde la frontal del área, terminó inexplicablemente en el fondo del arco cubano para cortarle las alas a cualquier posibilidad de remontar.

Un equipo que juega con un solo delantero, y al que jugadores de tanto peso como Marcel Hernández y Ariel Martínez le quedan deuda, no puede darse ciertos lujos como el de errar el par de oportunidades claras que se generaron desde el carril izquierdo, donde Corrales se convertía en lo más rescatable.

Desde el banquillo cubano se movieron infructuosamente las fichas. Incluso se intentó un asalto final que, si bien no cambiaba el destino, salvaba el honor. Entonces llegó el tercero, inmerecido teniendo en cuenta la enorme incapacidad de frenar a Marvin Chávez antes de «machacarnos», aunque después hubiésemos tenido que jugar el medio minuto restante en inferioridad numérica. Para esto y más nos faltó el oficio.

Así, no queda más remedio que cambiar por ahora la dirección de nuestro horizonte futbolístico. Queda por delante la Copa del Caribe, donde realmente se debate a nuestra altura, y para eso servirán los compromisos eliminatorios que nos restan. Definitivamente, los espejos nunca mienten.

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