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En la justa medida

Con el enfrentamiento este martes a una representación de los Leones de Yucatán, en la ciudad de Mérida, se despedirá la parte de la preselección cubana de béisbol que realizó una gira «relámpago» por México

Autor:

Raiko Martín

En Mérida, una de las ciudades yucatecas de amplias relaciones con nuestra bella Isla, se despedirá hoy la parte de la preselección cubana de béisbol que realizó una gira «relámpago» por aquellas latitudes.

Será el estadio Kulkucán el escenario, y una representación de los Leones de Yucatán el rival de turno para el cierre del periplo por tres localidades de la región, donde se realizaron cinco partidos en menos de una semana frente a oponentes de discreto calibre.

El desnivel, que ya había trascendido a través de las reseñas de los medios locales, se comprobó durante la transmisión televisiva del enfrentamiento con los prospectos del equipo Piratas de Campeche, como los Leones, animadores de la Liga Profesional Mexicana.

Nadie duda que los duelos de marras resultan insuficientes para medir desempeños individuales, o elevar el nivel que poseen nuestros jugadores. Los desproporcionados marcadores, la elevada cifra de errores cometidos por los rivales, y la escasa producción ofensiva de estos frente a nuestros lanzadores, son prueba de que fue una serie «de león pa’mono». Y digo fue, porque lo anunciado por los dirigentes de los Melenudos no invita a pensar en un epílogo diferente. Ojalá me equivoque.

Ahora bien, partiendo del hecho de que a cada experiencia se le puede sacar provecho, nada perjudicial traen consigo estos cinco partidos. Claro, hubiese sido más emocionante y fructífero cruzar armas con «verdaderos» elencos profesionales de la vecina nación, o de cualquier otro país. Pero, si por una u otra razón no se puede concretar tal posibilidad, por qué rechazar esta invitación —en toda extensión de la palabra— a jugar fuera de casa, donde enfrentar lo desconocido, por bueno o malo que sea, siempre contribuye a fomentar la cohesión y la confianza de los jugadores.

Supongo que Víctor y el colectivo técnico que lo acompaña, teniendo en cuenta la distancia temporal que aún nos separa del III Clásico Mundial, hayan aprovechado la oportunidad para evaluarlo todo en su justa medida. Corregir errores, muchas veces mentales, que se cometen ante cualquier rival, siempre será, entre tantos otros, uno de los objetivos de cualquier confrontación preparatoria.

Otra cosa es lanzar campanadas al vuelo, empacharnos con estos triunfos, que el arrollador éxito nos nuble la visión y quedemos sin apreciar lo mucho que resta por hacer para llegar en la mejor forma posible a nuestro mayor reto beisbolero de los últimos cuatro años. Y no creo que sea el caso.

Más cerca está la programada gira por Taipei de China y Japón, hacia donde viajarán algunos de los que cubrieron la «ruta azteca», junto a otros que continuaron su alistamiento de este lado del Golfo. Sin duda, será una etapa más exigente, con nuevas posibilidades de medir con mayor rigor por dónde andamos, y qué debemos hacer para brillar en el Clásico. Digo, si los asiáticos están dispuestos a enseñar todas sus cartas.

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