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Para ser justos

El ajedrecista cubano Lázaro Bruzón cayó hace unos días del club de los 2700 puntos Elo, pero su desempeño durante La Copa AES, en República Dominicana, pudiera catapultarlo nuevamente a la cima

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Digamos que por un momento —precisamente ahora, para ser caprichosos— somos justos. Digamos que no nos ciega la pasión, que no hervimos ante la caída de nuestros ídolos y que —más difícil aun—, no maldecimos ni criticamos a quien nos rompe el corazón. Digamos todo eso, y que en medio de tantas dificultades, pensamos y nos vestimos con la piel de esos que «maltratamos» de vez en cuando a causa de la impotencia, y que sueltan hasta las vísceras por su país.

Entonces, hoy no arremeto contra nadie. Más bien trataré ser justo, con la esperada rabieta de los detractores y el beneplácito de los adeptos.

El invitado de la sección que nos ocupa es el ajedrecista Lázaro Bruzón (2692 puntos Elo), aplaudido por muchos, mal mirado por otros, pero con el reconocimiento de todos por luchar en cada escenario, caer una y mil veces, y otras tantas encontrar las fuerzas para levantarse.

No doy el «palo» noticioso —como dirían los periodistas más viejos y versados— si comento que abandonó recientemente el selecto club de los 2700. El actual dueño del puesto 59 en el ranking mundial, merodeó esos parajes desde mayo hasta noviembre del presente año y descendió de planta por pequeños deslices en competiciones no muy prestigiosas.

La Copa AES, en República Dominicana, le abre sus puertas en esta ocasión, y tras la séptima ronda, acaecida este miércoles, Bruzón se aferra a la cima de la tabla general, con seis unidades, merced a cinco triunfos y dos empates.

El tunero tiene fama de aplastar a los pequeños y batirse con los monstruos, pero en justas de bajo promedio siempre se corren riesgos, y una igualada puede ser más costosa que un vaso de agua en el Sahara.

Algunos le reprochan al antillano que no asiste mucho a torneos de élite, cuestionando incluso su agenda competitiva. Sin embargo, para comparecer en la gran escena necesita invitaciones, por lo que debe aprovechar cada oportunidad.

Recuerden que llegó a los 2700 propinando estocadas a trebejistas de menor coeficiente, y pulsando sin miedo ante otros consagrados.

No obstante, su más reciente chance en una lid de alcurnia no fue aprovechado del todo. Así, el Memorial Karpov (2703 de Elo promedio), con sede en la ciudad rusa de Poikovsky, le reservó el sexto escaño y balance de una sonrisa, dos tropiezos y seis abrazos.

¿Es este su tope definitivo? ¿No podrá establecerse nunca entre la «crema y nata» del juego ciencia? Esa es una respuesta que solo podrá dar él.

Solo le queda seguir batallando, exprimir al máximo cada chance. ¿A nosotros?... tener confianza, aguardar con calma, pues calidad y talento posee a borbotones. ¿Qué creen?

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