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Las estrellas veteranas brindaron un lucido espectáculo Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
SANCTI SPÍRITUS.— Entre la nostalgia y el asombro transcurrió la tarde sabatina en esta ciudad, donde hoy se disputará el esperado Juego de las Estrellas correspondiente a la 52 Serie Nacional. Y es que poco antes de que varias glorias del béisbol cubano protagonizaran un fraterno duelo sobre el diamante, dos de las nacientes luminarias deslumbraron al graderío del estadio José Antonio Huelga con su velocidad y poder al bate.
Las primeras expresiones de admiración aparecieron bien temprano, apenas comenzadas las tradicionales pruebas de habilidades. La candidatura del matancero Guillermo Heredia para convertirse otra vez en el más rápido de todos, fue destrozada por la velocidad crucero del cienfueguero Yoan Manuel Moncada.
El jovencito de apenas 17 años y debutante en clásicos cubanos se convirtió en el primer novato que se impone en estas pruebas. Los 3.48 segundos que empleó para cubrir el trayecto de home a primera base también fueron una sorpresa para él. «Es la primera vez que hago un tiempo como ese», nos confesó luego el versátil jugador que defendió la antesala en selecciones nacionales de categorías inferiores, aunque confiesa ahora predilección por cubrir la segunda almohadilla.
Su talento no ha pasado inadvertido, pues además de mostrar buenas dotes defensivas, es capaz de batear a las dos manos. «Prefiero hacerlo a la zurda porque tengo más poder, pero tengo mejor tacto con la derecha», nos explicó después de volver a conmover a la afición con su insuperable registro de 14.15 segundo en la vuelta al cuadro.
También puso su cuota de impresión el receptor agramontino Lednier Ricardo, cuyo disparo perfecto no pudo ser igualado por los restantes concursantes en la prueba de tiro al barril colocado sobre la segunda base. Y le imitó su coterráneo Dayron Varona, quien exhibió una potencia en el brazo capaz de hacer caminar la bola unos 379 pies con un tiro desde el jardín central.
Pero lo mejor de la tarde quedó reservado para el epílogo de las pruebas. Se necesitaban dos «cañoneros» para retar hoy el poder con el madero de otro par de soberbios sluggers como el granmense Alfredo Despaigne y el cienfueguero José Dariel Abreu. Y la puja se torno tan emocionante como espectacular.
Parecieron buenos los cuatro bambinazos del local Frederich Cepeda, pero el tunero Joan Carlos Pedroso elevó a seis la cifra de pelotas llevadas más allá de los límites. Entonces se paró en el cajón de bateo el capitalino Yasmani Tomás, tan concentrado como si aún estuviera jugando el Clásico Mundial, y con una naturalidad pasmosa co-menzó a despachar bola tras bola —muchas de ellas burlaron también el perímetro del estadio— hasta fijar en 14 su escandaloso registro.
Su secreto fue «seleccionar bien los lanzamientos y pegarle fuerte, pues me sentía bien. Mañana trataré de hacerlo igual para intentar ganarle a esos dos excelentes bateadores que son Despaigne y Abreu», dijo. Mas no quiso mencionar el número de cuadrangulares que piensa conectar, tal vez para no ahuyentar la suerte. De cualquier forma, superar lo hecho parece difícil para todos.
Luego, y para no ser menos, los notables de antaño comenzaron a rememorar sus épocas de esplendor. ¡Imagínese un cuadro con Linares en tercera, Giraldo en el campo corto, Padilla en segunda y Scull —terminó salvando desde el box— en primera! Piense en una alineación con Jorge García, Rey Isaac, Loidel Chapellí, Gabriel Pierre y Ermidelio Urrutia. O mejor, recapitule cuantos momentos de satisfacción se vivieron con Rogelio García, Yosvani Aragón, Giorgie Díaz, Félix Núñez, Omar Ajete y Lázaro Valle, por solo citar a algunos de los encumbrados que escalaron el montículo.
Vencieron los Occidentales 7- 5, pero no fue lo más importante. Gracias a todos ellos —la lista es muchísimo más amplia— recordamos y volvimos a vivir. Toca hoy a las estrellas del momento seguir su estela, esa que permanece indeleble en el firmamento del béisbol cubano.
