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Hacer más con ¿menos?

El séptimo puesto de Cuba en el Campeonato Mundial de Atletismo bajo techo, recién concluido en Sopot Polonia, amén de resultar una tremenda actuación teniendo en cuenta nuestra reducida comitiva, habla también de los problemas que tiene el deporte rey en la Isla

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Si está satisfecho, complacido y hasta pletórico por alguna eventualidad profesional o dionisiaca, y le gusta el deporte, le recomiendo que abandone de inmediato la lectura. Desde ya pongo el parche. No me interesa ganar lectores con el viejo truco de «vete si no aguantas la crítica», ni sumar amigos, aunque tampoco enemigos, en los círculos especializados.

Duele, pero el séptimo puesto de Cuba en el Campeonato Mundial de Atletismo bajo techo, recién concluido en Sopot Polonia, amén de resultar una tremenda actuación teniendo en cuenta nuestra reducida comitiva y el número de preseas, habla también de las carencias y problemas que tiene el deporte rey en la Isla.

Primero lo primero, para no herir sensibilidades y ser justo. El oro de la pertiguista Yarisley Silva, así como la plata y el bronce de los triplistas Emerto Revé y Pedro Pablo Pichardo, son solo una pequeñísima muestra del sacrificio, talento y entrega de estos muchachos y su colectivo técnico. Fueron 23 unidades y el escaño 12 en la tabla por puntos (contando el séptimo lugar de Yarianna Martínez a tres pasos de la plastilina), cosecha que mejora astronómicamente lo alcanzado hace dos inviernos en Estambul, Turquía, cuando apenas arañamos el puesto 26 gracias al bronce de Mabel Gay.

Pero, ¿por qué solo asistimos con seis exponentes a tierras polacas, por qué no contamos con más atletas capaces de luchar un hueco entre los finalistas, qué pasa en otras áreas del campo y pista en las que históricamente hemos sido referente universal?

Si nos damos un saltico al Estadio Panamericano de la capital cubana y vemos las condiciones de entrenamiento de las principales figuras de la Selección Nacional, sobra este artículo. Eso, sin asomarnos tan siquiera a la base, a las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE). La cuestión es sencilla, no se puede ganar mucho con poco, esa es una filosofía paleolítica, sobre todo en tiempos en los que cada vez en el mundo se invierte más en la esfera del músculo, pues se entiende como un negocio, o una fuente de ingresos como otra cualquiera, como la música, el arte, que también son cultura, identidad, orgullo de naciones, pero negocios al fin, en los que, sin embargo, no siempre se mercantiliza al hombre o se le explota.

Echando una ojeada a la historia resalta una Cuba con estrellas en la velocidad, en los lanzamientos. Con relevos de lujo y saltadores, no solo en el triple, que le metían miedo al mismísimo «Coco». Claro, y aquí radica el principal problema, el Estado no puede invertir todo lo que quisiera en el deporte. El diapasón de prioridades es muy amplio, y es lógico. Surge entonces la necesidad de implementar soluciones, ya sea estudiando propuestas que apunten al autofinanciamiento —al menos en parte— de nuestro sistema deportivo u otras variantes.

Obviamente no todo es cosa de financiamiento. Falta coordinación entre la Selección Nacional de Atletismo —en el deporte en general— y su cantera, metodología para los pequeños que se inician en estos trajines, capacitación y unión. Todavía hay mucho por hacer, y eso nos incluye a todos.

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