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Soñar a veces cuesta

La joven selección femenina cubana de voleibol regresa a casa después de jugar en la ciudad italiana sus cinco partidos de la primera fase, en los que solo pudieron ganar un set

Autor:

Raiko Martín

BARI, Italia.— Para la actual selección femenina cubana de voleibol, el Campeonato Mundial que sigue su curso en varias ciudades italianas forma ya parte del recuerdo. Sus jugadoras, todas debutantes en estas lides, ya van de regreso a casa después de jugar en esta sureña urbe sus cinco partidos de la primera fase, en los que solo pudieron ganar un set.

Tiempo atrás, un resultado como este hubiese sido impensable. Quienes no han estado al tanto del accidentado trayecto del voleibol cubano en los últimos tiempos, terminaron sorprendidos. Algunos, desde los más disímiles rincones, han visto esta incursión como una suerte de “papelazo” y hasta cuestionado la pertinencia de participar en el torneo bajo las actuales circunstancias que vive la escuadra femenina.

He tenido el privilegio de compartir por poco más de una semana con estas niñas y regreso con cierta tranquilidad. Que no hayan ganado un solo partido es un problema menor, si se analiza con justicia el desempeño del equipo. Lo que me preocupa —y me seguirá preocupando—, es que el trabajo que desde cero viene realizando el colectivo técnico, vuelva a truncarse y comience otra vez un círculo vicioso que no parece tener fin.

No fueron pocos los especialistas y preparadores reunidos aquí que coincidieron al destacar el talento de las jugadoras que integraron el elenco más joven de la competencia. Y hablo desde la legendaria Lang Ping que ahora mueve los hilos de una escuadra china que ha dejado muy buena impresión en el primer tramo, hasta de Marco Bonita, el preparador italiano que llegó con sus pupilas a Bari para la segunda vuelta y en el intercambio de saludos con los entrenadores cubanos fue directo. «solo les queda trabajar, trabajar y jugar mucho».

Como equipo, las cubanitas demostraron que siguen creciendo, pero que aún están algo lejos de la élite de este deporte. Sin embargo, solo la posibilidad de vivir por primera vez un Mundial, de tener net por medio a varias de las mejores jugadoras del planeta, fue de suma importancia para el equipo. Así piensa el estratega cubano Juan Carlos Gala, quien confiesa sentirse tranquilo y en cierta medida satisfecho con el desempeño de sus pupilas.

«Dada su juventud, el ritmo del equipo es inestable, y por eso se nos escaparon algunos sets, al fallar en los momentos claves. Fueron los casos del segundo parcial con Japón, en todo el partido con Puerto Rico, incluso frente a Azerbaiyán. Se resiente mucho cuando no está bien Melissa Vargas, porque todavía no contamos con jugadoras de peso en las esquinas. A partir de ahora analizaremos todas las variantes posibles que tenemos a mano para equilibrarlo, y vamos camino a eso», comentó a JR el director técnico poco después de concluir la última presentación.

El estratega cubano está consciente de que existe material para trabajar, pero también que el regreso a la élite es una faena que necesitará tiempo y la comunión de muchas voluntades para mantener al grupo unido. «Estamos iniciando un trabajo, paso a paso, pero con una perspectiva a largo plazo. Hablar de los Juegos Olímpicos de Río sería demasiado pretencioso, pues apenas restan dos años», explicó.

De momento, las muchachas tomarán un brevísimo descanso y comenzarán a dar los últimos toques a su preparación rumbo a los Juegos Centroamericanos y del Caribe. «En Veracruz buscaremos dar otro paso, y eso significa luchar por el título, aunque parezca un sueño inalcanzable. Será muy difícil porque estará allí República Dominicana, un equipo muy bien armado, experimentado, y que acaba de jugar muy bien el inicio de este Mundial. También Puerto Rico, al que no hemos podido ganar en los últimos partidos. México será anfitrión y no podremos descuidarnos, incluso tomar precauciones con Colombia, que viene creciendo, aunque todavía le falta para pelear a este nivel», añadió Gala.

De tal forma, reconforta saber que se aspira y se trabaja por más, y por eso valió la pena el efímero paso por el sur italiano. También tragar en seco, superar la impotencia por cada derrota y sacar de ellas las lecciones correspondientes. Como todo en la vida, el éxito tiene su precio.

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