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Saqueo de última hora

Isla de la Juventud volvió a imponerse este viernes al equipo de Matanzas 7-6. Al duelo entre Piratas y Cocodrilos le quedan dos capítulos por tierras pineras, y tal vez otros en el feudo matancero. ¿Quién lo iba a decir?

Autor:

Raiko Martín

Cuando la nave Pirata comienza a hacer aguas en su compartimento de lanzadores, resulta muy difícil que no termine encallada. Pero se jugaba en el Cristóbal Labra y ante una delirante afición, circunstancias en las que los dirigidos por José Luis Rodríguez Pantoja suelen convertirse en un verdadero incordio para cualquier rival, sea del calibre que sea. Aunque, visto lo visto, no me queda claro cuán atemorizante se torna el predio pinero para sus visitantes.

Lo cierto es que, después de un esperanzador comienzo, el refuerzo tunero Darién Núñez puso al descubierto —una vez más— su mayor defecto: el descontrol. Y así, cuando el home se le puso más chiquito que un kilo, dos boletos consecutivos destaparon el «hambre» de los Cocodrilos yumurinos. En menos de lo que dura un suspiro, dejaron sin efecto la rebelión con la que los anfitriones expulsaron del box al zurdo Cionel Pérez sin completar su primera entrada de actuación.

Incluso, pusieron cuesta arriba el juego para la tropa anfitriona cuando, a la altura del séptimo inning, Luis Yander La O conectó un largo batazo por encima de la barda del jardín izquierdo para ensanchar la ventaja a tres carreras.

Consciente de la importancia del triunfo para asegurar un regreso al Victoria de Girón en caso de ser necesario, el alto mando matancero no se guardó nada. Después del buen relevo de Adrián Sosa, por la lomita desfilaron otros siete serpentineros, incluido el zurdo Yoanni Yera —el abridor del primer desafío—, quienes no pudieron evitar que el juego se extendiera más allá del límite.

Llegado a este punto, hay que reconocer a todo pulmón a Michel Enríquez, el incombustible capitán de la armada. A tres outs de la capitulación, su doblete sonó a grito de abordaje. Luego, corrió con el alma hasta firmar el empate, ayudado por la incapacidad del receptor matancero de retener un tiro que parecía llegar con suficiente tiempo para evitar la anotación.

Después de eso, los Piratas hincharon las velas y sus rivales comenzaron a dudar. Increíble resultó el wild de Félix Fuentes cuando boleaba intencionalmente a Rodmy Proenza. Espectacular fue entonces el fogonazo con el que Tartabull dejó tendido al «enemigo». Emocionante ha sido ver a estos filibusteros ponerse en ventaja después de aquella contundente derrota inicial. Interesante, en grado sumo, se ha puesto este duelo al que le quedan dos capítulos por tierras pineras, y tal vez otros en el feudo matancero. ¿Quién lo iba a decir?

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