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Final con sabor a piña

Ciego de Ávila completó este martes una semifinal casi perfecta ante los Alazanes granmenses

Autor:

Juventud Rebelde

La presente campaña beisbolera tiene en Ciego de Ávila a su primer candidato al trono. Los Tigres completaron este martes una semifinal casi perfecta, cuya magnitud no debe ser valorada únicamente por el triunfo en solo cinco desafíos, sino por lograrlo frente a un rival del calibre de los Alazanes granmenses, por más que estos hayan sido apenas una sombra de su acostumbrada silueta.

Es la dirigida por Roger Machado una tropa compacta, con un sólido balance en sus líneas y un desempeño que dio mucho de qué hablar, sobre todo durante la segunda mitad de la campaña clasificatoria. Por eso, otro de sus méritos ha sido haber mantenido el ritmo en el tramo inicial de esta postemporada.

Pero si algo ha tirado del carro avileño en los últimos días ha sido su staff de lanzadores, capaz de mantener a raya a una artillería como la granmense, que se cansó de «moler» a la mayoría de sus rivales.

Para Yander Guevara fue esta vez el papel de domador, y no le tembló el brazo para hacer sonar el látigo sobre la lomita. Su firma quedó grabada en la segunda lechada de la manada de felinos en este cruce, después de caminar toda la ruta, espaciar solo tres imparables y ponchar a seis rivales. Sin dudas, supo colocar su surtido arsenal de lanzamientos en los lugares más incómodos para unos bateadores acostumbrados a hacer swines descomunales bajo cualquier circunstancia.

Sin dudas, esos toleteros fueron presa de un desespero generalizado, que se expresó incluso a la hora de correr las bases. Con cada uno de sus intentos fallidos se multiplicaron las opciones de sus rivales, quienes después de ser contenidos durante cuatro entradas por Juan Ramón Olivera, supieron aprovechar muy bien sus signos de agotamiento y sentenciar el match.

Solo la falta de confianza en su bullpen explica la decisión del alto mando visitante de demorar su recambio antes que Raúl González le conectara un largo doblete a lo profundo del jardín izquierdo, que desequilibró el hasta ese momento cerrado marcador. La entrada del incorporado tunero Yudiel Rodríguez fue solo un alivio para las penas de los orientales.

El avance a la disputa de la corona por tercera ocasión fue el mejor regalo para Roger, que disfrutó por todo lo alto un nuevo año de vida. Una vez más el estratega avileño ha sabido conducir con acierto a sus pupilos, y al mismo tiempo lograr la efectiva comunión de refuerzos como el trío de los villaclareños Yeniet Pérez, Andy Zamora y el incombustible Ariel Borrero, quienes han aportado mucho a la causa de los Tigres durante la semifinal que acaba de bajar sus cortinas. (R.M.)


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