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Pelota que va volando…

En la primera mitad de la anterior campaña se conectaron 386 vuelacercas y antes de los juegos de este jueves, cuando muchos de los equipos solo han llegado al ecuador del calendario, la cifra anda por 218

Autor:

Raiko Martín

En el béisbol las estadísticas son una eficaz herramienta para explicar la mayor parte de los desenlaces, aunque en muchas ocasiones todo depende de sus interpretaciones y no de nuestras percepciones.

Pongo el caso de los cuadrangulares, porque no soy el único que piensa que estamos afrontando en nuestros clásicos nacionales una crisis de sluggers, una noción apuntalada por la ausencia en esta etapa de hombres —por citar solo tres ejemplos— como Alfredo Despaigne o Frederich Cepeda, o Urmani Guerra, este último, líder jonronero de la pasada campaña.

Sin embargo, una mirada a los números puede hacernos cambiar de idea. Por ejemplo, en la primera mitad de la anterior campaña se conectaron 386 vuelacercas y antes de los juegos de este jueves, cuando muchos de los equipos solo han llegado al ecuador del calendario, la cifra anda por 218. Si se sigue una proyección a la baja durante la segunda mitad, antes de la siguiente fase del torneo la cifra se acercará, cuando menos, a las cuatro centenas.

Ahora bien, en el momento de analizar el desempeño de los diferentes equipos que animan la ronda —y utilizando la misma proyección— saltan a la vista interesantes variaciones que logran dar luces sobre el paso de algunas novenas.

El caso más notorio es el de Artemisa, anclado en el grupo de retaguardia. En la etapa inicial de la 54 Serie Nacional sus bateadores conectaron 23 vuelacercas (con ellos empujaron 38 carreras) y lograron incluirse entre los ocho candidatos a la postemporada. Hasta el momento, en la presente Serie, solo han conectado cinco vuelacercas y ¡solo dos! con hombres en circulación. Todo apunta a que no sobrevivirá el corte.

Sin embargo, la tendencia no se limita a los que marchan ahora rezagados. Como muestra está el caso de los Alazanes granmenses, que hace un año presumieron de un intimidante poder al despachar 41 bambinazos en el tramo inicial de la contienda. En las actuales circunstancias, y por razones lógicas, les será imposible acercarse, al menos, a ese número, pues tienen 18 a su cuenta.

Hay otros equipos que mantienen una estabilidad en la producción de batazos de vuelta completa, e incluso pueden superar su anterior límite. Sería el caso de los monarcas avileños, que ya van por 24, cuatro menos de los acumulados en el segmento inicial de la anterior campaña. O de Industriales, a solo uno de igualar la cantidad de 24 con la que terminó después de los primeros 45 desafíos del anterior certamen.

Pasemos entonces revista a otro aspecto. Entre los equipos que pudieran no igualar sus prestaciones en cuanto a jonrones conectados pudiera estar Pinar del Río, que va por 17. En la temporada precedente conectó 31, firmados por 13 de sus jugadores. Siete de ellos, responsables de 21 de esos estacazos, ya no están con el equipo.

La situación se repite en otras novenas como la de Artemisa, también con siete jonroneros ausentes, responsables de 15 largos batazos; la de Granma, a la que Despaigne y Guerra reportaron 13 estacazos hace un año, o la de Santiago de Cuba ahora sin Alexei Bell, quien sumó nueve vuelacercas en el mismo período.

En medio de tales circunstancias adversas, como ya dijimos, la fase inicial de la 55 Serie Nacional, jugada con la misma pelota, pudiera terminar con similar o mayor cantidad de cuadrangulares conectados. ¿Será que aquellos que han ocupado el puesto de los ausentes les igualan en poderío? ¿Influirá un bajón en el nivel promedio de los lanzadores en la actual campaña? ¿Habrá que analizar si se ha jugado más o menos en estadios de municipio, donde generalmente se conectan más jonrones? ¿Cómo interpretar estos números? ¿Quién sabe la respuesta?

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