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La maldición de las rachas

Los Cachorros holguineros rompieron la racha ganadora de los Cocodrilos en su propio pantano

Autor:

Norland Rosendo

Pocas veces en nuestras series nacionales una derrota es la noticia del día. El domingo por la noche, incluso en la calle, Holguín no ganó; fue al revés: perdió Matanzas. Ayer, con aguacero y todo, los Cachorros le repitieron la dosis al equipo de Víctor Mesa.

Holguín, que venía de perder los tres duelos con los avileños, parecía condenado a seguir haciendo cruces en el casillero de las derrotas. Sin embargo, como la pelota es redonda y viene…, se le cuadró a los yumurinos en el mismísimo Victoria de Girón y le puso stop a una racha ganadora que terminó siendo récord para la provincia.

No conforme aún, la novena de Noelvis González les propinó a los líderes del campeonato la primera lechada en la temporada y salió con el ego por las nubes tras imponerse en la subserie.

Los Cocodrilos se quedaron a un éxito de la veintena a la hila. Por segunda vez en la actual temporada estuvieron cerca. En la primera fase hilvanaron una cadena de 18 triunfos, que les sirvió para igualar la mejor racha de una novena de la provincia (Citricultores en 1983), pero Industriales se la quebró en su propio pantano rojo.

No consta en los fecundos archivos del periodista e historiador deportivo Osvaldo Rojas Garay que otro equipo en la historia de las series nacionales haya logrado eslabonar en un mismo certamen dos cadenas de 18 o más victorias seguidas. Ya Matanzas tiene esa proeza.

Pero prefiero ser cauto. Tantos halagos, tantas lisonjas, a veces, tienen un efecto contraproducente. No quisiera que algún fanático, como los hay, me acuse de invocar la «maldición del elogio».

Matanzas vio rota la cadena, pero envió otra señal, una más, a sus adversarios: regresó Joel Suárez a su staff de lanzadores; otro abridor para el único cuerpo monticular que trabaja para menos de tres carreras limpias por juego.

La racha de los Cocodrilos, empero, todavía estaba lejos de la plusmarca cubana, en poder de Mineros, que en 1972 ganó 27 juegos consecutivos. Paradójicamente, el elenco oriental quedó segundo en aquel torneo. En una serie extra, los Azucareros —que habían concluido con el mismo balance de triunfos y derrotas que ellos (52-14)— se adueñaron del cetro.

Víctor y su gente dirán: si hay que escoger, preferimos el título al récord, y no a la inversa. Aunque mejor sería como en las Grandes Ligas este año, que el campeón, los Cachorros de Chicago, fue el mismo club que en septiembre de 1935 encadenó 21 triunfos, la racha de victorias más larga en la Gran Carpa.

Los yumurinos, en cambio, pueden inscribir otras marcas en los libros de la pelota cubana. En 1968, Habana se coronó con 74 victorias en una serie de 99 juegos, la mayor cantidad de éxitos de un equipo en un torneo nacional. Algunos pensaban que esa cantidad de victorias iba a perdurar por los siglos de los siglos. Sin embargo, como van las cosas, el fin podría estar cerca.

Si el asunto es de promedio de ganados y perdidos, hay otra «varilla» que puede ser superada. En 1983, el Villa Clara se vistió de rey con 41 triunfos en 49 salidas al terreno, para un average de .837. Es grande también el reto, pero no imposible para esta banda de Cocodrilos. Por cierto, Víctor Mesa jugó en aquel conjunto naranja.

Pero el «premio gordo» —y eso lo saben Víctor y los otros directores—, no es para el que menos pierda, sino para el que gane el bueno. Y esa historia se escribe en los play off.

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